El ciberespacio: un nuevo campo de batalla para la violencia digital y la manipulación

El ciberespacio: un nuevo campo de batalla para la violencia digital y la manipulación

ruvi

29/11/2024

El ciberespacio: un nuevo campo de batalla para la violencia digital y la manipulación

Angela Mirella Gamarra Hoyos

Barbara Ruvi Zuñiga Hilaria

Jesús Gabriel Huaranga Rojas

¿Somos conscientes de las diferentes formas de violencia que se han manifestado en el ciberespacio durante los últimos cinco años? En este tiempo, la violencia en los espacios digitales ha evolucionado, adoptando diversas formas como el ciberbullying, el acoso en redes sociales, los discursos de odio y la desinformación. Aunque estas agresiones ocurren en el ámbito virtual, sus efectos son profundamente reales, afectando la salud mental, emocional y social de quienes las sufren. Además, la facilidad para difundir contenidos agresivos o perjudiciales amplifica su impacto y deja a muchas personas vulnerables ante este tipo de violencia. Por lo tanto, reflexionar sobre estas expresiones es clave para concientizar a la sociedad acerca del impacto de la violencia en el ciberespacio en los últimos años, promoviendo así un entorno digital más seguro donde se protejan los derechos de todos.

La omnipresencia y el anonimato en Internet facilitan la divulgación de información con fines perjudiciales. En otras palabras, la violencia en las redes se da, principalmente, por dos características fundamentales del internet: su interconexión a nivel global y la diversidad de elementos que ofrece (García et al., 2022). Estas características permiten que una persona pueda agredir a otra en cualquier lugar y momento, bastando solo con una conexión en línea. Esto resulta peligroso, ya que una vez que se sube nueva «información», sin importar su origen, esta permanece y puede ser utilizada para causar daño. Surge, entonces, la pregunta: ¿acaso el Internet olvida alguna vez? Se debe tener cuidado con la información que se sube y con quién nos comunicamos para evitar los ataques de terceros anónimos.

En esta misma línea, encontramos que existen nuevas manifestaciones de acoso en el ciberespacio, afectando principalmente a las mujeres en plataformas sociales. Según Camargo y Díaz (2023), el anonimato que brinda internet facilita que los agresores actúen sin temor a consecuencias inmediatas, lo que refuerza actitudes machistas y despectivas; convirtiéndolas en blanco frecuente de ataques, amenazas y comentarios humillantes, lo que refleja y amplifica los prejuicios de género. La falta de mecanismos regulatorios eficaces y de respuestas adecuadas por parte de las plataformas digitales no solo expone a las víctimas a una mayor vulnerabilidad, sino que también subraya la urgente necesidad de crear espacios digitales seguros, donde todos los usuarios, sin distinción de género, puedan interactuar libremente y sin temor a represalias o agresiones.

Además, otro tipo de violencia digital está en cómo se usan las tecnologías de la información para confundir o manipular a la población sobre la realidad de una nación. Valentines-Álvarez y Rincón (2022) describen esta paradoja: la “sociedad del conocimiento” también puede volverse una “sociedad de la ignorancia,” donde la red, en lugar de informar, se convierte en una herramienta para sembrar dudas y distracción, sirviendo a los intereses de quienes tienen el poder, tanto públicos como privados. A través de este control de la narrativa, aquellos con mayor influencia mediática moldean la percepción pública, presentando información que parece auténtica pero que en realidad oculta o distorsiona la verdad. Esta manipulación representa una forma de violencia digital que puede beneficiar a ciertos sectores, pero perjudica seriamente a otros. Esto plantea una pregunta importante ¿somos también responsables, indirectamente, al haber dado poder a quienes ahora controlan y manipulan la información en su propio beneficio?

Este aumento en la violencia digital se hizo aún más evidente con el uso intensivo de las redes sociales durante la pandemia de COVID-19, cuando el ciberacoso se disparó y las autoridades intentaron contrarrestar esta tendencia mediante campañas de sensibilización. Sin embargo, el impacto de estas iniciativas fue limitado, ya que, según estudios recientes como los de Muñoz-Zapata y Osorio-Franco (2024), de ese modo las plataformas se convirtieron en herramientas eficaces para que los agresores llevarán a cabo sus ataques de manera impune. Por ejemplo, en el caso de Colombia, a pesar de los esfuerzos por promover campañas de concientización y encuestas para generar conciencia, los resultados mostraron que las mujeres siguen siendo especialmente vulnerables en estos entornos. Esto plantea una cuestión crítica: ¿hasta qué punto están respondiendo las autoridades con medidas concretas y efectivas para proteger a las mujeres del creciente peligro de la violencia digital?

Esta problemática nos lleva a cuestionar la eficacia de los métodos tradicionales para abordar los conflictos en el entorno digital, ya que se han quedado rezagados frente a la rapidez y el volumen de interacciones en las redes sociales. Flores et al. (2020), expresan que mientras aumenta la interacción entre los usuarios, las tensiones también se intensifican, y esto rebasa la capacidad de los mecanismos convencionales para gestionar conflictos. Así como ocurrió durante la pandemia, el crecimiento de la actividad en estas plataformas ha generado conflictos que requieren una regulación más específica. Sin embargo, es fundamental encontrar un punto de equilibrio, donde los abusos puedan ser controlados sin sacrificar la libertad de expresión. Es decir, demasiada regulación puede sofocar el debate, mientras que la falta de límites permite excesos y abusos. Por lo tanto, surge una interrogante urgente, ¿es posible sancionar conductas en el entorno digital sin comprometer el derecho a expresarse libremente?

Si bien, es importante recalcar el poder con el cuentan las personas conectadas de compartir información, también se debe mencionar la diferencia entre la libertad de informar y divulgar información perjudicial; puesto que, el manejo apropiado de divulgación de información puede ser una forma de combatir fuego con fuego en el mismo campo de juego y con las mismas reglas como lo manifestaron Santos y Nascimento (2023). Por lo tanto, es lo más adecuado el no compartir contenido que puede perjudicar a otros; pero, si no se maneja de manera adecuada en el futuro la información estará lo suficientemente filtrada que ya ni siquiera cumplirá su función de forma eficaz. Es correcto proteger a las personas de la difamación y de los prejuicios, aunque queda la interrogante ¿qué se considera información perjudicial?, ¿la información es ofensiva o es ofensivo informar?

Entonces, una educación estratégica orientada en competencias digitales y que establezca un grado de separación entre lo público y privado ayudará a prevenir la violencia cibernética como aseguran Expósito y Rodríguez (2020). Esta necesidad de una educación digital para empoderar a las personas y prevenir problemas futuros plantea un sólido cuestionamiento ¿cómo se puede educar de manera efectiva a las personas para que identifiquen y eviten la violencia cibernética en un entorno digital que constantemente refuerza estas dinámicas negativas?

Adicionalmente, se deben actualizar constantemente las medidas de protección de seguridad en los espacios digitales, concientizar a las personas de estas medidas e informar los riesgos que existen al subir datos en el ciberespacio; puesto que, los ciberataques también se actualizan y se incrementan como aseguran Martínez y Ávila-Pesantez (2021). Las redes sociales son vulnerables a ciberataques, lo que subraya la necesidad de mejorar la defensa y concienciar a los usuarios; sin embargo, la desconfianza y preocupación por la privacidad puede influir en la capacidad de las personas en tomar estas medidas de protección por voluntad propia. Lo que reitera la importancia de implementar protección, aunque no esté solicitada. ¿Estamos haciendo lo suficiente para salvaguardar nuestra información personal?

En síntesis, en el último lustro se manifiestan distintas formas de agresión en el espacio digital; puesto que, la omnipresencia y el anonimato en Internet han facilitado la propagación de información dañina, exacerbando fenómenos como la violencia de género, el ciberacoso y también se ha convertido en una herramienta de manipulación, especialmente durante la pandemia donde las campañas de concientización resultaron ineficaces; subrayando la necesidad de nuevas estrategias que regulen la información digital y equilibre la libertad de expresión. Por eso es esencial promover una cultura de uso responsable de la información y desarrollar la educación digital para prevenir la violencia cibernética, priorizando la actualización constante de la seguridad en redes sociales y la concientización sobre la protección de la privacidad. Sin embargo, este espacio se ha convertido en otra vida; en otras palabras, no podemos darnos el lujo de estar desconectados, así como no podemos darnos el lujo de no respirar, pero es crucial aprender a “sobrevivir”, ya que sin esas habilidades estamos desprotegidos en un nuevo mundo en constante evolución.

Referencias

Camargo M. y Diaz S. (2023). Las redes sociales y su utilización en la violencia digital contra las mujeres en Colombia. Revista Tejidos sociales, 5(1).1-14. https://scholar.google.es/scholar?q=related:wpx_FxuExOoJ:scholar.google.com/&hl=es&as_sdt=0,5#d=gs_qabs&t=1724739069239&u=%23p%3DH_cLbWBIQxgJ

Expósito Aguirre, O., y Rodríguez, J. C. (2021). #EntreRedes 3.0: Programa de prevención de la ciber-violencia de género en adolescentes. Know and Share Psychology, 1(3), 15-19. https://doi.org/10.25115/kasp.v1i3.3684.

Flores Ledesma, K.N., González-Díaz, R.R. y Lobo Contreras, E.E. (2020). Estrategia alternativa para la resolución de conflictos en las redes sociales digitales. Revista CIID. https://orcid.org/0000-0002-9088-582

García Andrés A., Giusti Minotre F. y Jimenez Mata S. (2022). Adolescencia y violencia de género en línea: revisión comparativa entre Costa Rica, México y España. Sociedad e Infancias, 6(2), 165-177. https://doi.org/10.5209/soci.83596

Martínez Cherrez, W. E. y Ávila-Pesantez, D. F. (2021). Ciberseguridad en las redes sociales: una revisión teórica. Revista UNIANDES Episteme, 8(2), 211-234. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8298208

Muños-Zapata D. y Osorio-Franco J. (2024). Redes sociales como escenarios para la visibilización de las violencias basadas en género durante la pandemia de covid-19 en Colombia. Salud Colectiva 20 (e4601). 1-11 https://doi.org/10.18294/sc.2024.4601

Santos Ribeiro, J. C. y Nascimento Oliveira, M. M. (2023). ASPECTOS PSICOSSOCIAIS, PLATAFORMAS DIGITAIS E ENFRENTAMENTO DO CYBERBULLYING: OLHARES SOBRE UM FENÔMENO DE VIOLÊNCIA CONTEMPORÂNEA. PSOCIAL, 9(1), 1-14. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=672375605009

Valentines-Alvarez, J. y Rincón, A. F. (2022). ¿Revolución 4.0? Piedras y algoritmos en las protestas en Colombia (apuntes emergentes para un análisis sobre tecnología, política y violencia). Controversia
(218), 179–216. https://doi.org/10.54118/controver.vi218.1251

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