EL CAZADOR ATRAPADO
El pueblo de Pampatar
está muy alborotado,
porque se han puesto a contar
todo lo que le ha pasado,
a un señor capitalino
alto y bastante delgado,
que llegó con mucha fama
de hombre especializado,
en lo que es electricidad
en carros nuevos y usados.
Su costumbre de galán
y macho emperifollado,
lo llevó a conocer gente
de todos esos poblados,
pero una vez el hombrecito
según me lo han comentado,
se fue a comer fosforera
por allá por el mercado.
Pidió paticas guisadas
de cangrejos colorados
y ocho docenas de ostras
con limoncitos picados;
un tazón de chipichipi
y guacucos rebozados,
calamares al ajillo
y langostinos rosados.
Se bebió cinco cervezas
después del abre bocado
y al comerse todo eso
que le habían preparado,
se mandó por ese buche
el caldo bien sazonado
y una botella de brandy
que lo puso alebrestado.
Ya montado en su cacharro
pasando por un poblado,
se le atravesó una dama
con los labios muy pintados,
enseñándole las piernas
para verlo alborotado.
Se imaginó el caballero
que su suerte había llegado,
se acomodó en el hombrillo
atendiendo aquel llamado;
ahí mismo invitó a la diva
a que viajara a su lado,
buscaron rumbo a la playa
hacia un muelle desolado.
Se miraban a los ojos
como dos enamorados,
besos iban y venían
a un ritmo desesperado,
le prometió matrimonio
un poco precipitado
y así pasaron la noche
solitos y apechugados,
hasta que llegó el momento
que era el menos esperado.
¡Se le apareció Mandinga!
que escondido había estado,
le dijo muerto de risa
cuando lo miró asustado,
caíste en una trampa
que yo te había preparado,
por andar de cazador
ahora quedaste atrapado,
cumplirás la penitencia
a la que estás sentenciado.
Ya tienes de compañera
la diabla que te ha tocado
y oye bien lo que te espera
pajarito desplumado,
desde ahora en adelante
serás hombre dominado,
dormirás en la batea
tu cuarto estará cerrado,
y comerás en la calle
sólo huevos sancochados.
Te darán por ese lomo
como nunca te habían dado,
puede ser un silletazo
o algún palo encaramado,
que recorrerá tu espalda
si te encuentras descuidado;
no hallarás como zafarte
de donde estás amarrado,
pero si quieres cuidarte
de lo que te has encontrado,
duerme con un ojo abierto
y con el otro cerrado.
AUTOR: LUIS GRAFF ROJAS.
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