Primera parte
Ya era tarde y lo sabía muy bien. Sabía que era mi fin, fue un segundo donde lo perdí todo, donde vi como mi vida se escapaba ante mis ojos, literalmente. Morí, o me mataron, quizás fue un suicidio. No lo recuerdo. Mis ojos están abiertos pero no logro ver nada. Mis oídos ahora solo eran alimentados por un silencio atroz, terrorífico, muy distinto al de dormir en el desierto solo, ya que no podía oír ni mi propia respiración. Mis manos se sentían pesadas como si tuvieran un cumulo de sangre en ellas que luego se propagó por todo el cuerpo, era físicamente imposible levantarse así, Era como pesar mil kilos pero no sentía el suelo debajo mío. Como flotar congelado, era evidente, mi tacto había desaparecido.
Con el desvanecimiento de mis cinco sentidos ¿qué más podía haber? ¿Qué me podía impulsar hacia…algún lado? Me sentía denso y la inconsciencia se apoderaba aun mas de mi, similar al momento antes de despertarte de una pesadilla, donde el terror y la incapacidad te abruma el cuerpo, donde todo se escapa de tus manos y sos alcanzado por eso que te persigue. Imaginen eso, pero sin despertar esta vez.
Una vez que el dolor por fin se fue y mi conciencia dio su ultima fuerza de voluntad antes de desvanecerse, me sentí curioso, usualmente todos le tendrían pánico al abandonar este mundo y el cuerpo de uno. Abandonar todo lo construido a lo largo de los años, al despegarte de eso que te habías consolidado y afianzado tanto, abandonar todo a lo que te habías aferrado, al morir. Pero yo no, para nada, quizás ya estaba listo para que mi vida acabara, para dejar el mundo del cual no extrañaría, que clase de persona habré sido para pensar de esta forma. No había manera de saberlo, no recordaba nada
Cuando mi consciencia volvió a mí, lo primero que sentí fue un abrumador mareo y una frenética presión a mí alrededor, como si mi cuerpo fuera comprimido por algo muy fuerte que me impedía moverme a mi voluntad. Luego comenzé a escuchar un ruido constante, era un jadeo de varias personas, se escuchaban hombres y mujeres, era gracioso ya que se asimilaba a una discusión entre bebes. Aun no podía oler ni sentir gusto alguno, mis ojos se abren para empezar a parpadear a la velocidad de las alas de un colibrí, era casi imposible ver, sin mencionar que la luz enceguecía mi vista, haciendo que vea aun más borroso. Luego de unos segundos de enfoque veo con claridad mis pies arrastrándose por el suelo, a veces flotaban, la presión a mí alrededor se hacía más fuerte cuando esto pasaba, alcanzo a levantar la cabeza lentamente para ver cómo era mi entorno, pero estaba muy debilitado para hacer un movimiento firme, luego de varios intentos, a pesar de que mis ojos aún deliraban y se cerraban aleatoriamente o se iban hacia arriba como si fuese a perder la conciencia de nuevo.
Finalmente logro distinguir que estaba en una multitud de gente que caminaba toda comprimida, tanto que yo estaba siendo arrastrado como un caminante más, solo que sin usar los pies, iba a la par de ellos. Confundido, intento frenar mi cuerpo poniendo mis pies firmes, acto inútil ya que mi cuerpo estaba demasiado debilitado, exhausto, solo sentía esa enorme presión, como cuando se corta la circulación de la mano y no puedes moverla, esa es la sensación, solo que invadiendo todo mi cuerpo. Siguiendo la corriente popular, el intentar entender que sucedía aun era una meta inalcanzable por el momento, retomar fuerzas era prioritario. Mis intentos de libertad iban tomando más efecto, arrastraba los pies y lograba forcejear con los brazos, los músculos de mi rostro estaban totalmente sueltos, saliva caía libremente por mi cuello, mis ojos seguían en delirio pero menos constante. Finalmente logro levantar el pie derecho y pisar firmemente, logrando así el impulso que necesito para acomodar el cuerpo y hacer un último forcejeo exitoso, acto seguido el izquierdo lo acompaña.
Estoy caminando, no avanzaba por mi cuenta, sino por el empujón colectivo, pero camino, oigo, y veo, suficiente para extender mi cabeza y ver que sucedía. El destino es lejano e imposible de ver, la multitud detrás parecía no tener fin, estábamos rodeados por arboles oscuros con hojas negras, cubiertos por bruma a tal punto que era difícil ver más allá del bosque, solo seguíamos nuestro estrecho camino, y en cuanto a los que me rodean solo algunos parecían lucidos, algunos moribundos, otros prácticamente en trance. Había gente lastimada, de gravedad, personas corriendo, otros gritaban, otros susurraban, la confusión crecía aun más.
_“¿Qué diablos está pasando?”_ Es lo que quise articular, pero tanto mi mandíbula como mi lengua estaban paralizadas y solo lograron dejar salir un sonido gangoso, inentendible, confuso.
Una mujer que corría se detuvo cerca de mío al escucharme, luego de mirarme con ojos completamente en llanto, me balbuceó algo incomprensible para después terminar en un grito que le rasgaba el fondo de la garganta. Siguió corriendo.
No parecía ser el único con esta confusión, este padecimiento que me afectaba, como si estuviera en decaída física. Supongo que los que corrían son los que entraron en desesperación por haber descubierto la verdad ¿o la impotencia de no saber la misma quizás?
Con mi cabeza tambaleando seguimos caminando unas largas horas, a veces miraba a los arboles, inmóviles, sus copas casi no dejaban ver el cielo. En donde este se asomara, un pilar de luz muy tenue lograba llegar a nosotros y la gente por alguna razón parecía desesperarse para verlo, para no ver algo que no sea a nosotros mismos, o esos malditos arboles sin fin. Los que lo lograban y pasaban por encima de los demás para ver directamente hacia arriba y que la luz les ilumine se veían realmente afectados, algunos hacían leves sonrisas y caían desmayados, otros gritaban hacia ella y querían permanecer ahí, pero la multitud avanzaba, eso era sabido, nadie se detendría jamás.
No tuve oportunidad de ser iluminado en ningún momento, ni tampoco me apetecía acercarme para luchar por ello. Preferí ser espectador y observar a los demás perderse en la locura. Era aterrador a la vista, jamás vi algo tan demencial, la perdida de cordura en repetidas ocasiones una tras otra, solo me hacían esperar no caer ante ella, como muchos de los que observaban.
De repente, veo un ligero sector del camino donde no se veían cabezas caminantes como en el resto del camino, ¡había un pequeño hueco donde no había nadie! Quizás allí podría alzarme y hasta saltar para observar mas allá y tener una mejor perspectiva de todo esto. Mis ojos ya estaban en control, solo faltaba dejar de tambalear para terminar de recuperar toda mi movilidad, ya que seguía caminando con mi cabeza de un lado hacia otro casi colgando, mirando hacia el cielo, con la boca abierta y lengua inmóvil.
Con un impulso logro dirigir mi vista hacia los pies, cerrando mi boca intento mantener la postura, y frusco el ceño, logro caminar lateralmente a los empujones, brazos, cabeza y piernas entumecidas del cansancio y dejando la piel para avanzar hacia ese espacio hasta conseguirlo, cuando estaba por llegar pisé algo enorme, como una cucaracha del tamaño de una sandia, no sabía que era ni tampoco había tiempo para detenerse a observar, pero mi pie se hundió de lleno en ella haciéndola estallar con un ruido asqueroso dejando mi pie húmedo y repleto de algún tipo de sustancia, no le di mayor importancia. Cuando llego finalmente extiendo placenteramente los brazos que habían estado comprimidos por horas, me sentía muy aliviado, pero se nublaba en mi mente ante la confusión que necesitaba ser respondida. La ronda vacía avanzaba al igual que la multitud así que no podía quedarme parado. Por impresión inicial, parecía que la ronda estaba allí debido a que los que formaban el perímetro de dicho circulo vacio eran personas caminando completamente en estado de trance, mi mano pasaba frente a sus ojos y no se desviaban ni por un segundo, como si fueran ciegos. Presté más atención a los rostros de los demás por primera vez, padecían los mismos síntomas que yo, caminaban débilmente, sacudiéndose a los lados, algunos con mirada perdida, somnolienta, como si fueran caminaran dormidos, o más bien…muertos. Otros iban con bocas abiertas jadeando y hablando como aquella chica que corría cerca de mí, esos más que sonámbulos parecían zombis perdidos solos en un mundo sin humanidad. Alcanzo a saltar para ver más allá, noto dos cosas.
Una, no era la única ronda vacía en la caminata, había varias más de diferentes tamaños, así que podía avanzar hacia otra si se llenaba esta. Dos, los arboles estaban llegando a su fin, con un par de saltos más logre ver que era a causa de una pared enorme donde la caminata se adentraba a una cueva. En el último salto, ya innecesario, solo vi personas que parecían querer dar marcha atrás antes de llegar a la cueva, pero la multitud se los impedía.
De repente entra en la ronda donde me encontraba un hombre que estaba delante de mí, cae arrodillado, mirando a la nada, lo esquivo, y veo como avanza la multitud hacia él, inevitablemente es atropellado cayendo al suelo y siendo pisado sin piedad, como si fuese una flor creciendo en una avenida de autos, su cuerpo estaba tan débil y descompuesto que al ser pisado fue como si pisaran una gelatina que estallaba, fue asqueroso, se perdió de mi vista muy rápido entre la multitud. En eso tropiezo con otra persona que se había quedado rezagada y no pudo caminar más. Repetí la experiencia anterior de mucho más cerca y de no ser por haber recuperado mis fuerzas, no me habría levantado a tiempo y sería otro caído pisoteado. No sé que era peor idea, si dejar de caminar o llegar a la cueva donde nadie quiere entrar.
Seguían entrando personas a la ronda, esquivándolas casi por costumbre descubrí que era lo que había pisado hace unos minutos. Me revolvió el estomago, la impotencia mental se iba apoderando cada vez más de mi, pero sigo fuerte, más que otros al menos. A veces pasaban por mi ronda gente corriendo hacia adelante, desesperadas, atropellando todo lo que estaba en su camino, así que debía cuidarme tanto de adelante como por detrás, algo completamente imposible de hacer en el estado que tenía hace unas horas.
Por alguna razón la ronda se estaba achicando, y a veces personas como yo llegaban y se quedaban conmigo caminando sin decir nada, solo mirando hacia adelante, aliviadas, pero duró poco, ya que mi círculo vacio se estaba terminando de poblar. Salté una última vez para ver cuán lejos estaba la ronda más cercana, para mi suerte no era tanto, podía lograrlo, sin perder el tiempo me metí entre la multitud y comencé a avanzar sin reproches, pisé inevitablemente varias personas en el camino, pero la fuerza del envión que alcancé me dio lo que necesitaba para no desistir. Al instante en que logro llegar, casi instantáneamente llega alguien conmigo. Era un hombre mayor, completamente desnudo, no estaba tan deteriorado como el resto, hasta diría que estaba mejor que yo. Caminamos juntos en la ronda sin interactuar, como dos personas que ya sabían que era imposible la comunicación oral allí. Yo no había dejado de fruncir el ceño en todo este rato, estaba decidido a seguir esto hasta el final, y me sentía incomodo el no poder saber de que trataba todo esto, mucho más incomodo me sentí cuando el viejo comenzó a fijar su mirada en mi. Seguíamos caminando dentro de la ronda pero él se acercó un poco, yo lo seguía con mirada periférica, iba a demostrarle que no estaba perdido mentalmente como el resto, solo tenía que esperar el mejor momento para sorprenderlo y generar el impacto que deseaba. Cuando da un paso más lateralmente hacia mí, giro mi cabeza bruscamente hacia él y vacio mis ojos en los suyos. Retrocede, se había impresionado, quizás asustado un poco, aunque su cuerpo no lo reflejaba claramente, sigue caminando a mi paso, viéndonos, fijamente unos segundos. Él sonríe, yo pierdo el interés y vuelvo mi mirada hacia delante, nos acercábamos a la cueva, cuando escucho:
_ Je, que determinación.
Y comenzó a correr hacia adelante, saliendo de la ronda y perdiéndose en la multitud a los pocos segundos.
Escapándose de mi vista. Eufórico, y aturdido, por haber reconocido las palabras, tras unos segundos de realización lo sigo, a toda marcha, salgo de la ronda atropellando no solo a los que estaban en el suelo sino a los que caminaban también, algunos caían desarmados de lo podridos que estaban, otros simplemente de desmontaban solo al estar en mi camino a travesados como si fuesen una pared de cartón. Aún así eran demasiados y sabía que mi estado no era el mejor tampoco a pesar de haberme recuperado, solo era el mismo cuerpo con una mente clara que sabía cómo tensar sus músculos. El aliento se me escapa rápidamente, y alcanzo a ver la nuca del viejo, irse al mismo ritmo o quizás aun mas rápido.
Caminando, siento la presión de la multitud nuevamente, no sé donde podría estar la próxima ronda, había corrido sin pensar en las consecuencias, hasta el cansancio, a duras penas puedo mantenerme de pie así que descanso y dejo que la abundancia de personas me lleve. ¿Cómo diablos pudo hablar? Me lo pregunté el resto del camino, intento modular alguna palabra sin resultado alguno. Mirando las copas de los arboles con mi cabeza inclinada hacia arriba, con mis pies flotando, siendo acarreado por la muchedumbre, intento decir una sola palabra, cualquiera, la que sea…”Ayuda”, “ayuda”, “ayuda”. No había caso.
Pasé por un hueco en la copa de los arboles que dejó entrar un pilar de luz que me ilumina la cara, mientras intentaba balbucear la única palabra que quería articular, me olvidé de eso, con el rostro iluminado por un ligero segundo, sonreí mirando hacia el cielo y veo el techo de la cueva, ya estaba entrando. Volví en mí, con el sueño fruncido, a mi mirada hacia delante, determinante, como había dicho aquel viejo.
Estaba preparado para lo que me esperaba.
Sin saberlo, había visto el cielo por última vez.
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