El camino de la depresión

Agobiante, abrazador, desesperante. Así empezó a convertirse en una pesada carga. La espina del ayer incrustada en el alma hacía que los sueños agonizaran en la hoguera, se desvanecían sin dejar cenizas. No hay tiempo de comprender lo que sucede, inmerso en la depresión olvidamos existir. Mientras los mortales avanzan nos estancamos en un lúgubre camino, lleno de voces, lleno de tragedia, lleno de maldición. Olvidamos que el tiempo infinito nos traspasa el alma con sus estocadas mortales y nos arrodillamos a la orilla del camino, ya sin fuerzas deseando que el abismo se abra y nos abrace para siempre. Pero hay una divinidad Suprema, un Creador, un Hacedor que su trabajo más perfecto lo hizo en mi. Sin merecerlo apareció de la nada con una fuerza irresistible me puso de pie y me animó a seguir. Desde ese día no he descansado sigo mi camino muy largo y mientras caminaba los andrajos se convirtieron en galas y con una palabra me devolvió la vida. Y ahora sigo no me detendré hasta completar la misión sin dejar de verle, pues no he conocido mejor Sanador que El Altísimo.

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