por Inmaculada Mora
Sentir sus labios abrasadores devorándome la comisura de la boca, me devolvió a la realidad. Él era mi enemigo. Me estaba prohibido amarle.
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por Inmaculada Mora
Sentir sus labios abrasadores devorándome la comisura de la boca, me devolvió a la realidad. Él era mi enemigo. Me estaba prohibido amarle.
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