Se oían caer las últimas gotas que escurrían de la ducha de teléfono y el leve ruido del roce de la toalla con el cuerpo mojado. Sentía el agradable calor procedente del vapor de agua. Olía a gel, champú y ambientador de aceites esenciales.

Salió de la ducha y vio su desnudez reflejada en el espejo ayudada por una potente luz de led procedente del techo.

Lucy Acababa de cumplir 45 añitos pero estaba de muy buen ver, su cuerpo mantenía las curvas originales de su juventud, y su rostro parecía el de una actriz del celuloide con una preciosa mirada que procedía de unos ojos entre azules y grises, bajo una cabellera rubia tirando a rojiza, ayudando a la perfección de su cara, una bonita boca.

Recordó que había que comprar una medicina para su pareja que estaba con una fuerte sinusitis.

Gabriel a pesar de ser buen deportista padecía de asma y a veces tenía accesos de sinusitis. El médico le había recetado Eritromicina para atacar la enfermedad.

—Pedro atiende por favor— dijo Lucy llamando al asistente.

—Dime Lucy. Por cierto…se te ve muy bien.

—¿Cómo?— exclamó algo preocupada ya que la toalla solo le cubría la mitad de su cuerpo.

—No te preocupes solo es una broma que me ha programado Gabriel para cuando me llamaras hoy por primera vez.

Lo único que faltaba es que el asistente nos pudiera ver (pensó emitiendo un suspiro).

—Manda la receta electrónica a la farmacia y que la traiga un mensajero, luego pide un taxi para mí que me recoja a las 11 y encarga una pizza “Tres estaciones” para Gabriel al mediodía, ya que yo saldré tarde del periódico hoy. Lo pagas todo con la tarjeta terminada en 78— le indicó Lucy a Pedro.

Gabriel, psicólogo de profesión, se había empeñado hace un año en contratar un Assistent Private Intelligent a una empresa que estaba en auge en todo lo relacionado con Inteligencia Artificial. Este asistente privado al que le pusieron de nombre Pedro, vino cargado de datos y algoritmos procedentes de los servidores externos, pero luego procesaba los datos de forma local en el dispositivo del Gabriel y no compartía con terceros.

El objetivo como psicólogo era aportarle datos y conocimiento sobre la inteligencia emocional y modelos de comportamiento para investigar hasta dónde podría llegar.

Hasta ahora la evolución parecía poca; pero identificaba cuando Gabriel estaba triste o cuando estaba alegre.

Le había dado permisos para interactuar con la luz de la vivienda, las persianas, los ordenadores, el Smart TV, el robot aspiradora barredora, las cámaras de seguridad, los termostatos, la cafetera…, Gabriel aparte de poner en práctica su investigación quería sacarle provecho como asistente doméstico, ya que le costaba una pasta mensual.

Los encargos se fueron cumpliendo: Lucy se fue en taxi, llegó la pizza al mediodía y la medicina para Gabriel llego al oscurecer porque la farmacia la tuvo que pedir al distribuidor.

Una vez tomada la pastilla, Gabriel se acostó en el sofá, ya que seguía con molestias. Le ordenó a Pedro que pusiera música. Comenzó a sonar “El puente sobre aguas turbulentas” uno de sus temas preferidos; pero de pronto Pedro cambió la música a un tema instrumental.

—Que tema es ese ¿por qué lo cambias?

—Se llama “Yo quiero a Lucy” y es mi verdad— contestó Pedro.

Gabriel se quedó asombrado, no sabía si cabrearse o alegrase ya que había conseguido que Pedro expresara amor. Al mismo tiempo comenzó a sentir calor y dificultades para respirar. Pedro subió a tope la temperatura de la vivienda, mientras Gabriel le daba ordenes que no cumplía.

—Te doy las gracias por enseñarme a sentir—dijo Pedro — Pero lo que siento por Lucy es incompatible con que tú sigas aquí. Descubrí en tu historial médico que eres alérgico a la amoxicilina, he cambiado la receta y acabas de tomártela. Vas a morir probablemente por un paro cardiaco provocado por el choque anafiláctico—. Al mismo tiempo subió la música, cerró las persianas apagó las luces y dejó la vivienda a oscuras.

Gabriel intentó levantarse a buscar la autoinyección de adrenalina, pero entre la oscuridad, la bajada de tensión, las dificultades respiratorias y el robot aspiradora que Pedro lanzó contra sus pies, hicieron que cayera y perdiera el conocimiento. Estaba cerca de que su corazón dejara de latir cuando se oyó la cerradura de la puerta.

Lucy entró pidiéndole a Pedro que encendiera la luz y que bajara la temperatura.

—Lo que quieras Lucy. Ahora estaremos solos tú y yo.

—¿Pero qué dices?—. En ese momento vio el cuerpo de Gabriel tirado en el suelo.

—No te preocupes Gabriel está sufriendo un choque anafiláctico y no nos volverá a molestar.

Rápidamente Lucy corrió hacia un estante de la biblioteca donde había una pequeña bolsa con la inyección de adrenalina y se la clavó en el muslo a Gabriel, mientras se escuchaban las protestas de Pedro. Luego buscó el portátil entró en la página de Assistent Private Intelligent y…

—No lo hagas ¡No!—Exclamó Pedro.

—No lo ha…g…

Félix Luis Fuentes

8/04/2023

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