“Lo lleva unido al pie, como un equilibrista unido va a la muerte,

lo esconde -no se ve-, le infunde magia y vida y luego lo devuelve,
y se escapa, lo engaña, lo deja, lo quiere,
y el balón le persigue, le cela, le hiere,
y se juntan y danzan y grita la gente,
y se abrazan y ruedan por entre las redes,
¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!”

Alfredo Zitarrosa (Garrincha)



En la madrugada del 19 de Enero de 1983, una última botella caída de la mesa. Con ello se terminaba de extinguir la luz de una estrella en plena decadencia. Desde que se había que tenido que separar de su más incondicional amor, la pelota. Su alma en el campo de juego quedó, aunque su vida apagada, siguió a un vertiginoso y frenético ritmo, hasta apagarse del todo. Manoel Francisco Dos Santos, más conocido como Garrincha, moriría a la madrugada siguiente de aquella última botella, en un hospital estatal de Río de Janeiro, a la edad de 49 años años. Garrincha, fue un artista que alegró al pueblo Brasilero con esas infinitas pinceladas de su pierna izquierda y esa velocidad de pájaro, que tan libre se sentía para crear a su gusto su obra maestra.

Subestimado hasta el más puro de los hartazgos. Que sus piernas eran chuecas, que una era mas larga que la otra, que era “un débil mental que no podía jugar en forma colectiva” -como alguna vez lo llamó algún psicólogo del plantel del Brasil del 58- para ir al mundial donde deslumbró al nórdico país junto a un muy joven Pelé. Una de las grandes anécdotas de ese mundial; paseando con algunos compañeros, se compró una de esas radios de la época. Cuando la probó, se quejaba “porque hablaba en Sueco”. Se le rieron el resto del mundial. Con la misma inocencia que cuando terminó la final con Suecia, no entendía nada porque sus compañeros lloraban de alegría por el primer logro de la historia. Sin entender los innumerables llantos se le ocurrió preguntar “¿cuándo jugamos el partido de vuelta?

Garrincha siempre tuvo esa ingenuidad de un niño. La que Picasso, alguna vez dijo: “cada niño es un artista, el problema es permanecer artista una vez que se cree”.Como buen artista que era, le costaba seguir las rutinas y las disciplinas. Tuvo cuatro mujeres y catorce hijos. En el Brasil clasista y racista, se lo dejó de lado de las estampas, por no ser un «ejemplo» como Pelé. El amor incondicional que le tiene todo brasileño llega a cierta altura, que hasta el mismo Cristo Redentor de Río de Janeiro, se sienta algo pequeño.

Cuando murió en Enero de 1983, lo velaron en el Maracaná; Aquel coloso de mal recuerdo donde las cataratas de llantos y eternas tristezas, nunca olvidaron aquella tarde negra donde su carnaval fue enmudecido. Fue el símbolo que devolvió la alegría. Nunca le peso ponerse un equipo al hombro. Tampoco era realmente consciente, o no le interesaba el real valor de lo que estaba en juego. El quería jugar siempre, y más para su “Brasil querido”o Botafogo.

En el mundial de Chile en el 62, Pelé al segundo partido cayó lesionado. Era el fin, sin “el Rey” no había chances. Como un grande que ama el desafío, elevo a un mas la vara del equipo, y se lo puso al hombro desde el segundo partido hasta la Semifinal con Chile (4-2). Aquel mundial de Chile fue la máxima expresión de su arte. Cuando volvió a Río, era el ídolo nacional del pueblo.

En su máximo esplendor, con otra artista de su talla tuvo un muy largo romance: “Elza Soares”. con ella vivió un desbordado volcán de pasión, en el cual nunca faltaron los golpes, las amenazas y el exilio en los 70 cuando ambos fueron deportados y acusados de “Comunistas”. En el exilio, su tristeza por estar fuera de Río se hizo notoria, ya que no jugaba más y estaba fuera de su querido Brasil. Justo él, que había sido el bombero que había apagado la eterna tristeza. Sentir la ingratitud de ser expulsarlo de su Naturaleza, lo devastó al punto que se sentía una bolsa de carne y huesos caminante, por una Roma que consideraba muy aburrida. Lo único que le hacia sentir satisfacción de verdad, era tomarse algo para recordar al verdadero amor de su vida que hacía rato había tenido que dejar forzosamente, el fútbol.

Lentamente se fue consumiendo en una sombra de su pasado. Intentó reemplazar a la redonda, por una «manipuladora» de vidrio trasparente y dorada. Hicieron todo lo posible por sacarlo de ese a la deriva, pero prefirió ahogarse en él, antes que vivir una vida vacía sin «ella”. Como si al pintor le hubieran cortado las manos, o la soprano se hubiera quedado sin vos, Ver que la pelota seguía rodando sin el, lo devastaba, y mas verla gozando en pies ajenos.

Fuego y pasión en cualquier cancha el derrapo, en una eterna alegría de niños que solo quieren divertirse. La pelota seguirá rodando, sobre las eternas y doradas arenas de las playas de Río de Janeiro, que siempre evocaran su eterno romance con su gran artista del pueblo. A 35 años de la muerte del artista y del último Romántico.

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