El arte de volar.

El arte de volar.

Emiliano

12/08/2020

Siempre quise volar. De pequeño veía a los pájaros emprender vuelo y algo en mi interior, algo pequeño, se removía y latía con fuerza como si un diminuto reloj me empezará a hacer tic tac en la panza. No sé explicarlo mejor pero si puedo decir que era una sensación linda, cálida. Así me imagino que se sienten los gatos cuando ronronean. Se sentía bien de la misma forma que se siente bien tirarse en el pasto y quedarse sin hacer más que ver las estrellas o sentarse en la arena y ver la inmensidad del mar.

Pero lamentablemente así como me gustaría volar tanto es el miedo que le tengo a las alturas. Irónicamente, mientras más alto estoy peor me siento, y por lo tanto, jamás podré pilotar un avión. Por mucho tiempo eso me dió bronca. Me molestaba. La impotencia de no poder hacer nada para que se me pasará el malestar como tampoco para que me dejará de gustar todo lo relacionando con volar me producía una enorme irritación en mi fuero interno.

Finalmente me resigné. Entendí que la vida seguía a pesar de que había cosas que no estaban destinadas a uno. Probablemente haya sido mi primer gran decepción. Y así viví hasta que descubrí algo que puede ser incluso mejor. Descubrí que escribir, aunque al principio es un tedio y uno se siente un completo inútil, después de un pequeño esfuerzo es igual a volar. Hay un punto después del titubeo inicial. Un instante mágico dónde el tiempo se borra y las palabras ya no se piensan, salen solas. Y los dedos no dan abasto con todo lo que uno quiere decir y las horas pasan. Yo creo que es ahí cuando empieza a levitar. Y si uno se esfuerza y es constante, si uno lucha contra el miedo a seguir, porque a veces y sobre todo en las cosas lindas en las que uno se involucra el miedo al fracaso y a tantas otras cosas están al acecho. Solo entonces puedo asegurar que uno está en camino de aprender del bello arte de volar.

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