El Anchimallen de Don Eusebio

El Anchimallen de Don Eusebio

Tres de enero del año 2001, una tarde con mucho calor, estaba Juanito junto a su abuelo don Aurelio conversaban sentados en una pequeña rivera del rio Curaco, sus pies en el agua cristalina y refrescante, don Aurelio le dice a su nieto Juanito:

– Querido nieto, debo contarte algo muy importante: estoy muy enfermo. Te cuento esto porque tú eres el hombre de la casa, y si algo me pasa tú tendrás que cuidar a nuestra familia.

En ese momento el pequeño Juanito quedo impactado por la noticia y solo atinó a llorar. Mientras caían sus lágrimas, con voz temblorosa le preguntó a su abuelo:

– ¿Qué es lo que tiene? ¿Tiene alguna cura?,

El abuelo cabizbajo, con un nudo en la garganta tratando de no llorar, le responde que no sabe lo que tiene, ni tampoco sabe si podrá seguir viviendo. Su nieto Juanito a su corta edad no entendía mucho y volvió a preguntar:

– Abuelito por favor dígame ¿Qué es lo que tiene?

El abuelo le dice con voz baja y mirando hacia el rio:

– Nieto te contare algo, a 6 kilómetros de acá en la entrada de su campo don Eusebio, tiene un Anchimallen. 

El Anchimallen es un protector que él tiene en su campo por si alguien entra sin su permiso. Se dice que si se te aparece el anchimallen se vienen puros malos augurios, ya sea la misma muerte o alguna enfermedad.

Juanito preocupado pregunta:

– ¿Abuelito, tú lo has visto?

A lo que el abuelo responde:

– Si nieto mío, el día de ayer mientras andaba cazando conejos por los campos, crucé al campo de don Eusebio sin darme cuenta, cuando de pronto, vi una luz brillante y al acercarme vi una criatura de forma humana, pero muy pequeña y en ese momento solo se ocurrió ponerme de rodillas y pedir que por favor no me pasara algo malo. La criatura no me dijo nada solo se quedó flotando en frente a mí y después desapareció.

Juanito sintió curiosidad por saber si esto es real y se preguntaba de qué manera podría ayudar a su abuelo. ¿Cómo sabría si era una enfermedad o solo era un mal augurio? En ese momento don Aurelio toma de la mano a su nieto y se van caminando hasta su casa.

Esa noche el Juanito tuvo muchas pesadillas relacionadas con aquella criatura que el abuelo le había contado y al día siguiente toma su bicicleta y va al campo de don Eusebio, rodeó el campo completo, pero siempre concentrado de no ingresar. Cuando ya estaba por terminar la vuelta completa al campo vio un pequeño puente de madera, viejo, arruinado por el paso de los años, se detuvo y volvió a casa para estar con su abuelo, y a la hora de la cena le pregunta si por casualidad se acuerda en que parte vio al Anchimallen y el abuelo le cuenta que solo recuerda que estaba oscuro, pero que vio un puente viejo de madera, Juanito recordó el puente que vio durante su paseo y se preguntaba cómo saber si en ese puente estaría el Anchimallen. Y solo una respuesta vino a su mente: solo lo podría saber ingresando al campo sin el permiso del dueño, pero le daba mucho miedo hacerlo.

No quería enfermarse ni menos morir, pero él quería ver la criatura, para pedirle por su abuelo. Durante un mes, todas las tardes después del colegio tomaba su bicicleta e iba a ver aquel puente, pero el Anchimallen no aparecía. Entonces se dio cuenta de algo: su abuelo vio el Anchimallen en la noche, quizás por eso es que no lo veía. Entonces, una noche salió sin que su madre ni su abuelo se dieran cuenta, Juanito tenía mucho miedo, sus manos le temblaba, pero llegó al puente donde, supuestamente, estaba escondido el Anchimallen, se acercó lo que más pudo sin pasar el cerco que divide el campo con la calle, y allí estuvo por dos horas hasta que el frio lo venció y se fue a su casa. Cuando estaba muy cerca su casa, cantaron los Queltehués y ladraron sus perros, lo que lo alertó de que alguien más andaba cerca de su casa. Juanito con voz baja y temblorosa le dice a sus perros, que guarden silencio, los perros le hicieron caso y se callaron, pero solo por un momento, y nuevamente comenzaron a ladrar, esta vez con más fuerza. El niño, al entrar a su casa, vio a su abuelo sentado en la escalera, con un huevo en su mano, Juanito le alumbra la cara con su linterna y ve que su abuelo estaba dormido, de igual manera le pide el huevo y el abuelo se lo entrega, lo toma del brazo y lo acompaña a su cama, al acostarlo el abuelo le toma el brazo y le pregunta donde había estado. Juanito le dice que había escuchado ruido afuera y salió a ver que era.

Al día siguiente, Juanito compartió todo el día con su abuelo, caminaron, rieron, durmieron siesta y en la noche Juanito no quiso ir al puente a ver si estaba el Anchimallen.

Cinco días después, mientras dormía, Juanito siente un frio que empieza desde los pies hasta las manos,trata de arroparse pero no encuentra nada a su alrededor, todo está oscuro y en silencio, siente un olor menta quemada, su estómago comienza apretarse, no podía abrir los ojos y de pronto su boca se cerró tan fuerte que sintió que sus dientes se desintegraron.

Al despertar en la mañana, mira a su alrededor, a su derecha ve un pequeño riachuelo, a su izquierda solo bosque y sobre el unas tablas viejas, trató de pedir ayuda pero no le salió la voz, al levantarse sintió que flotaba y se elevaba y desde ahí pudo ver que estaba en el puente viejo en el cual su abuelo vio al Anchimallen. Pasó un rato tratando de entender qué pasó ¿Se había convertido en un Anchimallen?, se preguntaba Juanito. Se quedó acurrucado pensando, cuando de pronto llega el Anchimallen y se comunica con Juanito, pero mediante una conversación mental, ninguno de los dos pronuncia palabra alguna. Juanito le pregunta que ha pasado, por qué él está convertido en esa cosa, el Anchimallen le contesta:

– Has logrado tu objetivo. ¿Querías hablar conmigo para pedir por tu abuelo? Bien, hoy estas frente a mí. Y te contaré lo que pasó y como puedes arreglarlo: tu abuelo ingresó a este campo sin autorización de su dueño, pero para que tú lo salves de la enfermedad que yo le he dado, debes alimentarme cada día, hasta el día que tu abuelo ya deje esta vida de forma natural.

Juanito responde:

– Está bien, haré lo que tú me dices. Ahora, ¿cómo puedo regresar a mi casa?

El Anchimallen le contesta:

– Solo duérmete y despertaras en tu casa.

El niño cierra sus ojos quedándose dormido al instante, al abrirlos de nuevo está en su cama y ha amanecido. Se levanta, la casa está sola, sale a la calle y grita en búsqueda de familia, pero nadie responde hasta después de dos horas cuando llega su madre con el abuelo y ambos lo abrazan y le preguntan dónde se había metido. Juanito contesta que se había perdido en el bosque, su mama llorando lo abraza y su abuelo con lágrimas en sus ojos le da un beso en mejilla y le dice:

– Nieto mío, no sé qué habrás hecho, pero siento que me has salvado la vida.

El niño lo abraza y le pide que le prometa jamás dejarlo solo, el abuelo asiente y le promete siempre estar con él.

Desde ese día, Juanito va al puente viejo a dejarle comida al anchimallen, llevándole galletas, pan, harina tostada y distintos tipos de comida típicas de campo.

Cristian Danilo Díaz Villar. 

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