«El amor que no fue»

Ella no me amó…

amó la forma en que quería ser amada,

amó su reflejo en mis ojos rotos,

amó su propia idea de amor,

pero no a mí.

Traía un manual bajo el brazo,

lleno de reglas, condiciones,

castigos disfrazados de exigencias,

y si fallaba aunque diera el alma

era yo el verdugo de sus emociones.

Mis errores…

una lista interminable que lanzaba como cuchillos,

día tras día, mes tras mes,

como si amar fuera cobrar facturas,

como si el perdón solo existiera para lo que dolía a ella.

Los suyos…

silencios que se tragaban la verdad,

omisiones que esquivaban cualquier disculpa,

y si me atrevía a mostrarle el espejo,

huía por la tangente, cambiando de tema,

como quien tapa una herida con pintura.

Ella me quiso ver tras rejas,

y no habló cuando el barro cubría mi nombre.

No limpió la sangre que ella misma manchó,

sólo se alejó…

con su vestido limpio y su conciencia intacta.

Me deseó el mal con sonrisas finas,

con palabras dulces y actos crueles.

Y aún así…

su belleza sigue intacta,

como una flor venenosa

que aún perfuma la memoria.

Pero ya no existe para mí.

Se volvió sombra sin cuerpo,

ruido sin eco,

presencia que ya no duele,

sólo enseña.

Hoy camino libre.

Y sé que su amor era para ella,

su necesidad de ser amada, más fuerte que su capacidad de amar.

No vio mi esencia, no la quiso ver.

Quería amor… pero no darlo.

Quería todo, pero no compartirse.

Quería salvarse… usando mi sacrificio.

Y yo, que la amé con el alma abierta,

terminé habitando su interior…

el lugar más oscuro que conocí.