Hoy no pude dormir, el sonar de las manecillas del reloj era muy fuerte, la luz que entraba por mi ventana parecía ser emitida por el mismísimo reflector que lanza la Batiseñal, aunque simplemente era la luz del poste que adorna la calle.
Miraba el techo esperando caer dormido, noches atrás me había funcionado, aunque ahora las noches se habían convertido en años. Volteé a ver la luz recargada sobre mi ventana, pasó tan solo un parpadear de ojos cuando sentí su regresó, pensé por fin haberlo dejado atrás hace un par de meses, pero volvió, él volvió.
Las manecillas empezaron a sonar tan fuerte como si cada segundo que pasara, una sirena se encendiera, imaginar que la luz del poste era la Batiseñal dejó de ser divertido, bajo las sabanas se empezó a prender un horno que me hacía sudar y los latidos de mi corazón se hicieron presentes haciendo retumbar cada centímetro de mi cuerpo. Lo vi directo a la cara y él devolvió la mirada hacia mí, no tenía ningún remordimiento en hacerme los días y las noches un castigo.
¿Por qué? – le pregunté con voz firme – ¿Por qué me haces sufrir de esta manera?, ¿Cuándo vas a acabar con esto?
Él decidió callar, nunca he escuchado una sola palabra salir de su boca; lo único que podía distinguir son los murmullos que emite al aparecer. Siempre escoge los peores momentos, él no tiene horarios y mucho menos el más mínimo sentido de aprecio por mi vida. Hoy me va a oír, va a responder cada una de mis preguntas puntualmente y si no lo hace jalaré del gatillo, no conozco su debilidad, pero hoy intentaré amenazarlo con el arma que escondo en algún rincón de mi alcoba.
No recuerdo con claridad su primera aparición en mi vida, no recuerdo la primera noche que sus murmullos encendieron las sirenas que van al unisonó con las manecillas del reloj y anteceden al horno que se prende bajo las sabanas; recuerdo que su presencia en mi vida siempre fue disgustante, nunca me brindó un solo momento alegre, momentos memorables que me hacen querer vomitar fueron su mejor regalo.
Le apunté con el arma directo a la cabeza y pregunté nuevamente – ¿Por qué?, ¿Por qué sigues aquí y me haces creer que ya no volverás? –Afirmé– Creí que por fin habías desparecido aquella noche que desperté en el hospital, cada que vuelves me quitas los últimos gramos de humanidad que me quedan.
¿Realmente eres algo sin mí? – Respondió por primera vez en años de conocernos – ¿Cada que me voy sientes calma o es una mentira que te compras a ti mismo? Me necesitas en tu vida, me necesitas y aún no te das cuenta, eres un estúpido.
Tu ausencia me ha brindado los únicos momentos agradables de mi vida, sin ti estoy completo y contigo sólo siento mi cuerpo caer en pedazos – Nunca había sostenido un par de palabras con tanta seguridad como hasta ahora – Así que hoy se acaba esto, fui muy condescendiente contigo la última vez, pero hoy será la excepción.
Si acabas conmigo vas a acabar contigo mismo, aún no te has dado cuenta, sin mí corres peligro, sin el sentido de alerta que te brindo tu vida hubiera acabado hace mucho – Pensé que su respuesta acababa ahí, pero él aún tenía una sola cosa más por decirme antes de volver a callar para siempre – Hoy no pienso hablar más, te voy a demostrar que sin mí no eres nada.
El sonar de las manecillas cesó, el horno se apagó, la luz de afuera ya no me encandilaba y mi corazón dejó de hacerme sentir un sismo por dentro, él se había ido, por fin.
Silencio, silencio era lo único perceptible en la habitación, era hora de dormir, él se había ido. Cerré los ojos, sentí calma, di un respiro y al terminar con el aire que quedaba en mis pulmones lo último que pude escuchar fue el chillido del gatillo rozando con el metal mientras tiraba de el.
Parece ser que tenía razón, sin él no soy nada, debí haberlo entendido aquella vez que su interminable silencio me retó a tomar 15 pastillas para dormir, pero ahora no hay vuelta atrás; jalé el gatillo, él no estuvo ahí para advertirme del peligro y ahora el aire se pintó de negro, el ruido de mis pensamientos se volvió mutismo y el dolor ahora pasó a ser un desvanecido recuerdo de lo que fue mi vida.
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