La ciudad seguía siendo la misma, pero todo había cambiado. Ella caminaba por las calles que una vez habían sido su hogar, pero ahora se sentían vacías y desconocidas.
Se detuvo frente a la cafeteria donde habían pasado horas hablando y riendo. Donde habían compartido sus sueños y sus miedos. Donde se habían enamorado.
Ella se preguntaba si él alguna vez pensaba en ella. Si él también recordaba aquellas risas y aquellos besos.
Pero no importaba. Lo que importaba era que ella había aprendido a dejar ir. A dejar ir el dolor. A dejar ir el pasado.
Y aunque los ecos del pasado seguían resonando en su corazón, ella sabía que estaba lista para seguir adelante. Para encontrar un nuevo amor, una nueva pasión.
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