Dulzura y Color.

Dulzura y Color.

A

08/09/2020

Es dulce, simple, no es algo demasiado compuesto por distintos olores, es tan delicado su aroma como la piel de un bebé, suave, como si solo quisiera rozar en nariz, como si lo único que le interesara a ese dulce aroma fuera tranquilizarme, esos pétalos, tan secos pero que no pierden su aroma, su brillo, su característica, y con solo olerlos basta, para caer en su encanto, y quedar relajado.

Cierro los ojos, y recuerdo su sonrisa, su risa, su mirada tímida, pero también decisiva, esa valentía que siempre me mostró, esos momentos que pasé junto a ella, como se enrojecían sus mejillas al enojarse por cada tontería mía, o como nunca le gustaba que le hablara de su enfermedad.

Recuerdo como de pequeño me alistaba, me cuidaba, siempre tan protectora conmigo. Recuerdo aquella vez, que le hable de la primera chica que me gusto, recuerdo como solo sonrió, y luego amenazo con quitarme los juguetes si me ponía a pensar en niñas a tan corta edad, recuerdo como se río la primera vez que intente ayudarle en la cocina, y me oculte tras ella al ver el huevo crujir por el aceite. Recuerdo como su perfume, ella siempre se lo hizo sola, con estos mismos pétalos, los remojaba, y luego de unas horas, usaba el agua aromatizada como su aroma especial.

Recuerdo que una vez en el colegio me pidieron llevar flores para la virgen, yo era un niño de a penas 7 años, no me había acordado de eso, hasta que, en la mañana, ella entró a mi habitación, molesta, con las mejillas coloradas, los ojos rojos por el cansancio, y el cabello un poco desordenado.

  • ¿Cuándo pensabas decirme?

Fue lo que me dijo, yo no tenía ni idea de lo que hablaba, por lo que no respondí, ella solo tomo un respiro, y de su perfume, saco delicadamente unos cuantos pétalos, con ellos hizo una pequeña rosa, que luego la envolvió con papel, no teníamos recursos suficientes para llevarlo en una caja, o algo especial, por lo que llegue al colegio; recuerdo que mis compañeros se rieron, pero aun así, nunca me había sentido tan feliz de llevar algo tan especial de mi madre como esos pétalos, se podría decir que era uno de los tesoros más cuidados de ella.

Los volví a oler, y sentí como cada parte de mi cuerpo volvía a relajarse, como cada musculo dejaba de estar tenso, como ese aroma, tan dulce y suave, hizo que unas cuantas lagrimas se acumularan en mis ojos. Miré al techo, intentando evitar que salgan, pero al parpadear, su imagen apareció, y su voz pronunció

“llorar no está mal, cariño”

Las lagrimas salieron, y por primera vez en mucho tiempo, eran lagrimas de tranquilidad, sentía tristeza por no estar con ella, pero me sentía bien, porque por primera vez, estaba seguro, que ella estaba bien, con sus pétalos y aroma especial, esparciendo dulzura y color a los demás.

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