Hoy es un dia mas, si un dia mas en el que las semanas se van completando, asi tambien los meses, y con ellos los años. Todavia recuerdo el dolor con el que me toco despedirte.
Fue ahi donde empece a transitar el tan temido «duelo». Que palabra tan profunda y tenebrosa.
En principio cuando me toco verte partir, si así me es mas agradable decirlo, morir me suena terrible. Esa madrugada de aquel 24 de agosto del 2022, sentí como mi corazón se desgarro, si se rompió.
Llore hasta no tener lagrimas, solo te acaricie y le pedí a dios que te reciba y te de el descansó que necesitabas después de tanto sufrimiento causado por ese maldito cáncer.
Fueron 3 años de pelea, te vi luchar incansablemente, rendirte no estaba en tus planes, vivir si lo estaba pero no era el plan divino de dios, el te necesitaba.
Aquella noche consciente siempre de toda la situación recuerdo la frase «me queda poco mija» y a mi mi corazón desgarraba abriendo heridas incurables.
Incurables si porque aun al recordarlas vuelven a sangrar mis heridas.
Ese día sentí que al dejarte en ese cementerio, parte mía partió con vos, no quería dejarte ahí solo, quería gritar hasta quedarme sin voz, quería terminar de vaciarme, porque ya nada me importaba, aunque tenia tanto por lo que tener que seguir mi madre, tu compañera de toda la vida 50 años juntos, como remediaba ese dolor.
Mi hija que con solo 6 años como le hacia entender que su abuelito ya no estaría en su casita, y tampoco en ese hospital donde lo visitaba frecuentemente hasta que cierto estado lo permitió.
Eran demasiadas cosas pesando sobre mi mochila que estaba repleta de tantas otras. Pasaron 3 días en los que no dormí solo existía. Donde me toco dar la peor noticia a mi hijita, y acompañarla en ese dolor, donde su pregunta era ¿porqué el, porqué diosito se lo llevo? solo pude responderle antes de romper en un llanto que hay preguntas que no tienen respuestas y que la vida es muy injusta a veces.
Pasado el tiempo el tan temido duelo en mi hizo estragos, genero tormentas de las que aún me cuesta salir. Tuve que pasar procesos muy difíciles donde esas tormentas generaron problemas de salud, ansiedad, depresión, ataques de pánico entre otros.
En todo momento tu ausencia, desgarra y duele. Extraño todo de vos, el llegar y verte sentado en tu sillón antiguo con tus piernas cruzadas una sobre la otra, con tu pucho en el dedo y después de unas charlas, esperar esos mates ricos espumosos, al cual le ponías el azúcar justo para darle ese gusto inigualable. Extraño sentarnos al solcito y ponerme a cargosearte, aunque se que te encantaba.
Extraño tu manera de solucionar todo de manera rápida y eficiente, te extraño total y completamente. Serian innumerables las cosas por las que te necesito a mi lado.
Hoy a casi dos años de tu partida, no hay mejor terapia para mi que esta, desahogar mi pecho lleno de angustia en letras.
Siempre escuche la frase » No se supera una perdida, solo se aprende a vivir con ese dolor» hoy reconozco que es una cruda verdad.
No puedo superar tu muerte papá, solo estoy tratando de aprender a vivir y amigarme con este dolor.
Peñalva María Valentina 31 Mayo 2024
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