Malgasto de melancolía que se desliza entre mis dedos, donde flota una pequeña dosis de whisky. Pienso en ello. Son la cebada, levadura, madera y agua son sus ingredientes. Yo pienso que son el esfuerzo y el abatimiento, con su toque final de ilusión. Esa misma, que hace a miles de gotas de agua, en aperiencia idénticas pero desconocidas, a caer sin remedio hacia dos piedras de hielo. Naturaleza transformada para deslizar falsas promesas en forma de barra. Otra noche más, destinado a lágrimas de felicidad momentáneas en forma de esperanzas, que se agotan desde que restablezco la consciencia. Aparece ella, el brillo personificado, la llave maestra de todos los candados que he construido. Sí, se llena la estancia de color, y por momentos; todo cobra sentido. ¿Será ella otra alma extraviada? ¿Buscará la quimera entre cubos de hielo? Lo cierto es que, las butacas de distancia, son escalones escarpados hacia el cielo. Así es, los picos más altos siempre tienen caras recónditas y arriesgadas. ¿Seré montañista por una noche? ¿O me conoformaré con otra insignifancia? - Disculpe caballero, ¿le sirvo otra? (...) - Ehm, si... ya sabe, lo de siempre. Dos piedras de hielo en una copa de whisy.
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