Dos millares de estrellas contigo.

Dos millares de estrellas contigo.

Estando acostado sobre los tablones ah cinco metros del suelo, pensé:

– ¿Me pregunto si ella también estará viendo esto? – echándome a dormir tapado únicamente con mi casaca que servía de abrigo.

– ¿Parejas destinadas a estar juntas? jaja, por favor, Andrea ¿Aun crees en los cuentos de hadas?

Amanece y todo está tranquilo. Otro día en la ciudad de los ´´muertos´´ donde nadie sabe nada de nadie, como era de esperarse de estas zonas las relaciones interpersonales entre vecinos que normalmente varían desde un gesto asertivo para responder al saludo de unos buenos días, hasta una conversación entera del día a día de cada participante de la charla, completamente, no se dan. Tal vez sea porque los vecinos no se llevan bien del todo, pero, abiertamente podría decir que no es incómoda para nada, para una persona que prefiere el silencio de las calles, libros y música lo-fi abreviado de low fidelity es un enfoque de producción en el que predomina el uso de medios anticuados o de baja fidelidad de grabación, a veces como una mera decisión estética, básicamente música ambiental.

Son las 5 a.m. aún estoy recostado en mi cama y como de costumbre nadie esta despierto, las calles vacías, el silbido de alguno que otro canario, la escena más clásica que puedes encontrar en un libro de drama romántico. Prendo mi celular y conecto los auriculares y escucho a Kudasai, una banda del género lo-fi, me dirijo a un Cajón escondido debajo de mi ropero y saco un cigarrillo de la cajetilla marca Andrressi, mientras miro el amanecer, el ambiente generado por el tabaco, la música y el amanecer hace que el tiempo entre en pausa, los sonidos que experimento y el humeo creciente del cigarrillo hace que simplemente vea, con detalle, que en ese momento todo va despacio, un momento perfecto de relajo…

Arrojo el cigarrillo al tacho, no me preocupa que mi madre lo descubra ella casi nunca entra a mi cuarto. Voy directamente a la sala, solo pasaron quince minutos, enciendo el televisor de la sala para después ir a la cocina por un vaso de agua.

– ¿Parejas destinadas a estar juntas?, jaja por favor, Andrea… – frente a mí se encontraba el popular programa llamado A las 5 con Andrea.

– Es cierto, ayer mi madre apago la tv en este canal – exclame.

A decir verdad era la primera vez que veía uno de esos programas: discriminado, racial y de poco contenido útil, un programa de farándula, ¿Como si a alguien le importara la vida privada de los actores?, – Es verdad muchas personas miran este programa, aun no entiendo porque… – decidido a cambiar de canal, busque rápidamente el control pero antes de poder apretar el botón, el tema que tocaban justamente a esa hora era especial, posiblemente, no, en definitiva era el momento adecuado para expulsar los sentimientos que sentía en ese momento.

-Tal vez solo por hoy… – exclame aun con disgusto.

-Es verdad Fernando, según leyendas orientales “Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper”. La milenaria leyenda oriental intenta echarle un poco de luz al misterio de las almas gemelas-

– ¿Almas gemelas? Y la tuya Andrea, aun no llega – claras risas forzadas – en mi caso desearía que sea una mujer rubia y de ojos azu… – apago el televisor bruscamente.

-Pero que estupidez …-

Hoy es lunes por lo que debería de alistarme para ir al colegio, dos horas pasaron en un instante entre el desayuno, revisar mis tareas y la ducha que me di, eventualmente tendría que alistarme para marchar hacia la escuela, pero pensamientos como ´mejor me hubiera cambiado de colegio´ retumbaba en mi cabeza. Poder evitarla era mi mayor preocupación en ese instante, a esa mujer, la mujer que me rechazó frente a todo su salón entre risas y murmullos. Definitivamente no quería encontrármela, a ella y a todos los que estaban presentes ahí, aunque en este punto es muy simple pensar que la noticia ya llego hasta los oídos del director, el chisme y las burlas avanzan muy rápido.

Sin darme cuenta y entre pensamientos inútiles se había hecho realmente tarde – maldita sea voy a llegar tarde otra vez – agarre mi mochila y unas cuantas monedas – Mamá, ¡Voy saliendo! – no hay respuesta.

Camino por esas calles desoladas y con la hora evidentemente por encima de la normal para llegar temprano a la escuela, la entrada es a las 8:00 a.m. y voy con 10 minutos de retraso decidí ir despacio – Porque me levanto tan temprano para llegar tarde, soy un idiota – intento pensar en una excusa para el director, el Gran Freezer como lo llamábamos apodo que le dio una amiga de mí mismo grado, justificando que básicamente era un enano y con una calva en el medio de su cabeza dejando un poco de pelo a los costados y obviamente su autoridad como director. Cuando ya me estaba acercando a la escuela exactamente a tres cuadras por una de las esquinas, mira si es el destino o esta ciudad es chica, era ella, Mayra.

Media un poco más de un metro con sesenta, su piel era de color ligeramente canela. Tenía el pelo lacio que se tornaba ligeramente ondulado en las puntas, su cara no era muy triangular, unos ojos coquetos de color marrón claro, un lunar pequeño debajo del ojo izquierdo, su nariz era pequeña y sus labios no tan carnosos, pero con la sensación de tener una suavidad incomparable, unos lentes color negro que vistos desde lejos posiblemente sean solo para llamar la atención, un rostro angelical carente de maquillaje. Su cuello era delgado y largo los hombros pequeños y tenía la casaca puesta, como siempre la llevaba, abierta hasta el escote sus pechos eran lo esperado de una adolescente de 17 años, tenía las caderas como una Amazona, fácilmente podría llevar babeando a los del tercer año. Pero algo era distinto, traía el cabello recortados hasta los hombros, la semana pasada lo tenía largo, sus piernas eran delgadas, frágiles y largas para terminar tenia los pies pequeños, dulces.

– Pero que carajos – susurre y me quede atónito, era la primera vez que la veía tan de cerca y para empeorar la situación era en ella en quien llevaba pensando todo el fin de semana hasta hoy.

-Oh…- dio un pequeño salto en su lugar – hola, ¿Qué tal? – ella me estaba mirando fijamente y yo solo estaba parado ahí, con un gran temor y vergüenza evidente. Dentro de mi cabeza se me cruzaban mil ideas, evitarla o confrontarla mi subconsciente se encontraba en un debate eterno que transcurrió en segundos.

Cogí el suficiente valor como para devolverle el saludo – hola, ¿Có-como estas? – mis palabras se trababan, era muy evidente mi nerviosismo – ¿vamos a la escuela juntos?, después de todo somos los más tardones, jajaja- su sonrisa trae paz al corazón.

-Oye sobre lo del viernes…- mi mirada aún era baja, íbamos a un paso lento, cuando toco ese tema, sabía que tenía que responderle y dejar a atrás ese estúpido temor, pero no era tan sencillo.

-Lo siento, solo olvídalo, Mayra –

-Jajaja- su risa era fuertemente delicada – lo siento, es que me sorprendió que tú me enviaras una carta, ¿No es esa una forma de la década pasada? – entrecerró los ojos, alzo su mano a la altura de la boca y giro en dirección hacia mí con una sonrisa cristalina.

-Te dije que no lo pienses demasiado- estaba controlando muy bien mis emociones frente a otros como siempre lo hacía, pero estaba a punto de derramar el vaso y salir huyendo.

Ciertamente el hecho de escribir una carta para declarar mis sentimientos no fue obra originalmente mía, pero que avanzo en forma que crecía mis sentimientos por Mayra, mi gran querido amigo Dennis, dichoso personaje que hizo estallar la guerra interna que conllevo. Es al que le debo la confesión:

¨ Necesito hablar contigo, es un tema realmente delicado. Por favor

acepta esta nota estaré en tu salón al finalizar las clases.

Hasta entonces. ¨

-Cuervo.

Llegamos a la estación de coches de la escuela y a lo lejos un hombrecillo, parado bien al saco, una vista penetrante y con los brazos cruzados, nos esperaba parado tras las varillas de metal de la entrada principal a la escuela, apuramos el paso para encontrarnos de lleno con él.

– ¿Y? los escucho – aun manteniendo la serenidad el gran emperador hacia su entrada.

-Lo siento Christopher, se me hizo tarde.

Era evidente que su serenidad se había acabado – ¡Llámame, señor director dentro de la escuela! – Christopher era un buen amigo de mi padre y familia hace ya muchos años por lo que muchas veces trataba con el de forma normal no tan formal. – ¿Y usted señorita? – Mayra se quedó completamente callada -Esta bien, después vaya a mi despacho, tenemos que hablar de ese tema – de nuevo dirigió su mirada hacia mí.

-Este bien perdón, no volverá a pasar- dentro de mi pensaba que solo debía decirle las palabras que él quería escuchar para que me dejara ir de una vez.

-Siempre dices lo mismo, prometes y simplemente lo ignoras, si este comportamiento sigue igual tendré que llamar a tu padre- se me paralizo el cuerpo por unos segundos

– Esta bien, pasa de una vez a tu salón-

Me fui sin de despedirme de Mayra, por fin el momento incomodo había cesado, corrí por las gradas que conectaban la primaria con la secundaria, el primer lugar al que fui a parar fue a los lavaderos, en ese momento no pensaba en lo absoluto de que era lo que tenían que hablar Mayra y el director estaba más preocupado en como entrar desapercibido en el salón.

Había ya concluido la primera hora y comenzado la segunda por lo que los salones ya habían entrado en calma, saque mi agenda para ver mi horario – Maldición – tocaba curso de biología con la profesora Martínez, entre todos los profesores, la profesora Martínez.

Una profesora serena, con el pecho abrumador y una cara devora emociones, que le venían muy encima los modales, siempre exigía un saludo antes de entrar a su clase y si llegabas tarde pedía una razón, no estúpida, del porque aún no te expulsan del colegio no sin antes darte una charla sobre las personas impuntuales e inmaduras. Definitivamente nada agradable para un adolescente común de 16 años.

Decidido a no entrar hasta pasada la segunda hora, por encima de las gradas que conectaban los dos pisos de secundaria que dividían tercero y cuarto respectivamente, unos ojos grandes ojos abiertos como plato me traspasaban hasta la intimidad.

-Valla, jovencito, acaso planeas saltarte las clases- era el profesor de letras D-Mac un profesor enorme de un metro noventa con los ojos más redondos que podrías ver.

– En lo absoluto profesor- manteniendo la compostura – solo refregaba mi cara, ahora me dirijo a mi salón.

-Bien te espero- se quedó parado allí hasta que moviera mi cuerpo y subiera esas pesadas gradas.

La entrada del salón estaba a un metro y al costado los intimidadores ojos del profesor D-Mac de nuevo sostenía un debate interno.

-Bueno está claro que ya todos saben que paso, después de todo tenemos a Carla en nuestro salón- repetía en mi subconsciente. No tenía más opciones que tocar la puerta.

-Buenos días, profesora Martínez, puedo pasar –

Levanto su cabeza de su escritorio cuando se encontraba revisando unos libros, se acomodó los lentes con el dedo meñique y me miro, como si esperara mi aparición – oh, miren a ese muchacho impuntual e irresponsable, todo lo que no deben a aspirar ser en un futuro jóvenes, la puntualidad va sobre todo, ser puntual y responsable te pueden llevar a la sima, los minutos perdidos a causa de su impuntualidad no se los devolverá nadie, recuerden eso- se jactaba frente a todo el salón mientras me usaba como ejemplo de basura de sociedad -Y bien… ¿Por qué aun no lo expulsan del colegio? –

-Lo siento, se me hi…- me detuvo en seco – eh, pare ahí… no tengo tiempo para sus tontas escusas, pase y dígame su número de lista-

-Vieja histérica – susurre para un lado. Vi a todos mirándome fijamente, en mi cabeza llegaban comentarios de todo tipo,

– Mira, pobre… –

– ¿Es él? –

– Miren como regresa el perro-

Tal vez solo sea mi imaginación por el miedo que tenía, mis mejillas se volvieron rojas y entre a todos mis compañeros lo vi, a él, a Dennis sentado reservándome un lugar con una sonrisa de oreja a oreja y llamándome con la mano alegremente. Di zancadas grandes hasta alcanzar el lugar, me senté Y acomodé mis cosas, lo vi directamente a los ojos.

– ¿Se lo has contado? – mi voz era ronca

-Hola que tal, jajaja que cuentas, vamos no hay quien no se entere después de pertenecer al grupo de rechazados por ella-

-Eres un desgraciado-

La hora de Biología termino como de costumbre -Todos de pie- nuestro brigadier alzó la voz cuando sonó la campana y la maestra debía de retirarse. Creo que solo yo era el que malinterpretaba todo.

Llegada la hora del refrigerio un susto, tras un sorpresivo saludo, seguido de preguntas incesantes llego a mi mesa, era Margaret quien tras escuchar los rumores; esparcidos por Dennis, no dudo en hacerme preguntas que más se iban del lado de la comedia. – ¿Te divierte alimentar tu pequeño ego? – estaba enojado y frustrado para nada incomodo como lo estaba al principio de las preguntas de Margaret.

– ¡¿Qué te pasa?! – dio un salto de sorpresa en su mismo lugar tras ver mi rostro molesto y escuchar mi voz fría y cortante. – Solo te digo que era imposible que aceptara salir contigo, jajaja, deberías saberlo. Después de todo solo se conocieron durante cuánto… ¿Un mes? –

Ella estaba en lo correcto no había pasado más de un mes desde que fuimos al campamento los dos grados superiores de secundaria, dos días y tres noches a las montañas de Calicho, o así debía ser. Una zona verdosa con un bosque enorme y con ninguna conexión a Internet. Era un ambiente perfecto para alguien como yo, pero la oposición creciente por mis compañeras de clase, justificando que viven en un mundo tecnológico y que alejarlos de ello en sí, sería algo muy perjudicial para ellos, fue que el director accedió a recortar el periodo de estancia a dos noches y un día. Aunque sospecho que fue más para evitarse enfrentamientos con los padres de familia que consentían demasiado los caprichos de sus hijos, al punto de generar protestas.

Partimos en el atardecer era mediados de agosto y el clima era seco y frio, la escuela logro conseguir dos buces que transportarían a cuarto y quinto. Dennis y yo llegamos quince minutos antes de lo acordado al punto de encuentro, no fue mucha mi sorpresa al ver a pocos alumnos temprano ya que muchos querían un viaje a la playa en vez de ir a las montañas. El sonido de un pito nos asustó, era la tutora de mi salón.

-Muy bien, formen fila de a dos para poderlos contar y de una vez abordar el bus- Ariana gritaba eso una y otra vez para generar orden. Dennis y yo fuimos los primeros en formar la fila, por ende, teníamos el privilegio de elegir los mejores asientos.

– ¡Oigan! – Margaret se acercaba corriendo con una casaca en la mano, llevaba puesta una blusa blanca, dejando al descubierto un poco sus hombros pálidos y que además se extendía hasta sus caderas y unos leggins color verde oliva -No se olviden de separar los asientos de atrás, ¡De atrás! – Dennis se la quedo viendo correr por unos segundos, sabía que a él le gustaba Margaret desde que cursábamos el primer grado de secundaria – Eh, Galán ¿Subimos ya? – le di un codazo suave a la altura de la cadera. Me miro confundido, sonrojado y molesto para luego soltar un pequeño suspiro y subir al bus. Como lo dijo Margaret, nos alojamos en los asientos de atrás, eran cuatro asientos, decidí tomar el que estaba a un asiento del de la otra ventana para dejar a Dennis en una situación incómoda al costado de Margaret, era solo para mi propia diversión.

Los tres ya nos habíamos convertido en grandes amigos desde segundo, sabía que para Dennis sería muy difícil cortar ese lazo para llevarlo al romance y me angustiaba un poco. El viaje de una hora y media fue como lo pronostique divertida para mi e incómoda para Dennis, su molestia hacia mí era evidente y eso me causaba aún más gracia. Llegamos a la zona aproximadamente a las 7:30 p.m. después de caminar durante media hora desde el paradero del bus. Al llegar, Ariana grito – Bien, armen sus carpas y asegúrense de llegar antes de las nueve a la cena que estará a cargo de los docentes esta noche- la zona estaba dividida entre hombres y mujeres y al medio una fogata que disminuía un poco cada minuto.

Nuestro grupo, conformado por Dennis y dos compañeros más de mi sección no tardó mucho en hacer la carpa y teníamos tiempo de sobra después de acomodar todo. Salimos a explorar el lugar, hacia frio y caminábamos en busca de un lugar acogedor fuera de las carpas para pasar el rato.

-Creo que le diré que me gusta esta noche- estábamos sentados en un montículo de tierra y pasto.

-Lo dices en serio, no te creo nada- reí al momento de escuchar las palabras de Dennis que sonaban muy sinceras – ¿Por qué ahora?, digo estamos en un viaje para olvidarnos de los problemas, verdad. –

– Estas equivocado, tiene que ser hoy a ella le encanta el cielo estrellado como el de esta noche, lo sé, siempre lo supe. No sabes cuánto estuve esperando para hacer esto – lo mire a la cara y sus ojos parecían muy serios a las palabras que decía y me quede asombrado, era la primera vez que lo veía tan serio en algo, bostece y cerré los ojos un momento, asentí para responder – Y que estas esperando, crack. –

Me miro con la serenidad que tenía en el momento, parecía un toro indomable. Se levanto y sin decir palabra fue a buscarla.

-Eh…- alargo el sonido mientras recuesto mi cuerpo entero en el pequeño montículo de pasto -Espero que todo le vaya bien. –

A espaldas de los docentes gran mayoría de estudiantes habían llevado equipos electrónicos y yo no era la excepción. Por el temor que sentía a ser descubierto decidí llevar únicamente un reproductor MP3 con forma de pelota del tamaño del puño de un niño de nueve años y unos auriculares.

-Creo que es el momento adecuado para escuchar una de Soulitune, Stories and a turntable- estaba pensando en sacar uno de los cigarros que tenía bien escondidos dentro de mis pantalones, el ambiente era genial. Un momento perfecto para dejar atrás todo.

– ¿Es hermoso no crees? – A mi costado una voz no tan aguda y con un poco de suavidad, retumbaba en mis oídos. – Lo es verdad, las estrellas – una sonrisa pura y tranquila, visible por la poca luz que emitía la luna y que quedaba grabada en mi mente, recupere la compostura casi de inmediato – Disculpa, ¿Quién eres? – me miro con asombro y volvió a sonreír- ¿Cómo, no me conoces? Me llamo Mayra y estoy en quinto.

– ¿Se supone que porque te llames Mayra tenga que conocerte? digo, no es que muchos anden diciendo: Buenas soy tal. Y ya de lleno sabes toda su vida- No entendía muy bien de lo que yo mismo hablaba.

– ¿Qué? jajajaja, pero de que estas hablando. Eres un poco… jajajaja- Se sentó a mi costado, dejando caer su cabello largo junto a una fragancia pacífica y tranquila se sujetó de las piernas y alzo la mirada para poder ver ese cielo del que ya me habían hablado varias personas – De verdad que es hermoso- insistió una vez más.

Me quedé viendo la silueta de su cara durante unos segundos más, pude visualizar un pequeño punto negro debajo de su ojo izquierdo. Sabía que no debía verla tanto, pero mis ojos no me respondían – ¿Tengo algo en la cara? – subí la mirada y me encontré con unos grandes ojos caramelo que me miraban de lleno, me petrifiqué – No, no es nada. Mas bien creo que tienes razón, se ve muchas estrellas hoy es como si fueran uno o dos millares de estrellas-

– ¿Dos millares de estrellas contigo? jajaja. Es broma- Me miraba conteniendo la risa, me quede callado.

Nos quedamos ambos en silencio, creo que tal vez ella esperaba a que yo rompiera el hielo, pero no tenía interés en hacerlo. La música me sacaba de ese momento y mi mirada se perdía hacia la nada. Sentí de pronto una mano que se acercaba a mi oído izquierdo y me arrancaba de mi mundo, Mayra me había quitado uno de los auriculares.

– ¿Qué es lo que escuchas? – Mi corazón se aceleraba cada vez más, era no imposible hacerlo ya que la tenia justo a diez centímetros de mis ojos

– Música relajante – Le respondí evitando sus grandes ojos.

-Oh…- Se puso el auricular izquierdo y se sentó aún más cerca de mí, se quedó en silencio.

Estaba evidentemente incomodo e inseguro, tenerla tan de cerca y poder oler la fragancia caramelo que emanaba era realmente problemático para un adolescente promedio virgen. 

Bueno – me acomode y entrecerré los ojos. Decidí darle un discurso largo sobre el género de música que escuchaba – Pertenece al género… – De pronto sentí que mis labios no se movían y se volvían húmedos, sentía un bulto suave encima de mis piernas y la fragancia de Mayra más cerca de lo usual; con temor, decidí abrir los ojos lentamente. Mayra estaba encima de mí, rodeando mi cuello con sus brazos con los ojos cerrados. Entendí, entonces, que en ese momento recibía mi primer beso.

Podía distinguir el sabor a tabaco con filtro de menta, el beso no duro más de diez segundos, pero se me hacía difícil asimilar el momento, mi cabeza y cuerpo estaban calientes.

No me di cuenta cuando había terminado, aún estaba inmóvil, escuche entonces una risa burlona que provenía de mi derecha Mayra estaba riéndose – Perdón por cortar tu explicación es solo que ya me tengo que ir, nos están llamando para la fogata- continuo, giró para marcharse y alcance a oír – No sabes nada mal – diciendo eso y dejándome con más de una duda, ella se fue.

No entendía nada, mi cabeza estaba llena de preguntas, decidí no darle más rollo al asunto. Aunque evidentemente era el tema en el que iba a seguir pensando durante un tiempo.

Habían hecho un círculo enorme de troncos, la verdad era un lugar visiblemente acogedor, la fogata estaba justo en medio y daba espacio para que te sentaras más cerca de esta. Estaba buscando a Dennis con la mirada, tenía que contarle urgentemente lo que me había pasado, necesitaba descargar todas mis dudas. A lo lejos pude observar a Dennis e inmediatamente, como reflejo, levante mi mano para hacerle una seña, cuando fui acercándome un poco más, vi a Margaret sentada a su costado los dos estaban avergonzados y se sentía un ambiente romántico, no falto el quien gritara: -¡Vivan los novios!- generando un coro creciente como de ambulancias se trataran. Los profesores se reían, uno que otro alumno se ponía celoso pero, para mí fue un signo de admiración y respeto estaba feliz por él. Entendí entonces que no podía contar con él en ese momento, era su día sabía que no tendría cabeza para nada más.

La cena fue de lo más espectacular, los profesores hicieron un gran trabajo. Cuando termino, Ariana se me acerco.

-Veo que a tu amigo no le fue nada mal-

– Sí, estoy contento por el-

– Y también pude ver que a ti tampoco te va nada mal, dime ¿Fue tu primer beso?- Tenia una gran sonrisa en su cara.

Mi respiración de nuevo se volvió a agitar – Profesora como sabe eso – mi cara estaba hirviendo.

-Jajaja, la juventud de ahora es muy predecible- Se dio la vuelta y se fue a las carpas de los profesores.

Todos los alumnos estaban en sus carpas, cuando llegué a la mía, de lejos, pude escuchar las incesantes preguntas que le hacían a Dennis sobre como logro conquistarla y sabía que si entraba en ese momento él se refugiaría en mi esperando protección, quería que lo molestaran un poco más solo por propio placer. Cuando por fin decidí entrar todos estaban sentados y Dennis estaba furioso, podía leer en sus ojos un, ¿Dónde estabas? Era realmente muy divertido. Después de seguir insistiéndole y sin tener respuesta alguna, Ramón y José se echaron a dormir. La carpa era grande así que no había problema si hablabas en voz baja.

-Por fin se echaron a dormir- dijo Dennis – No puedo creer que lo haya logrado, siento que aún estoy en los sueños que siempre tuve con este día-

– ¿Todo bien en casa Dennis?- me puse serio.

– Cállate basura, jajaja, ya enserio- me miro de lleno como si esperara que le preguntara como lo hizo.

No tenía cabeza para pensar en lo de Dennis, estaba ocupado pensando y recordando ese momento, me sentía incómodo y a la vez muy feliz, sentía que Dennis balbuceaba cosas pero no le prestaba atención. El aroma de tabaco aún estaba pegado a mi camisa, aunque leve. Se me ocurrió entonces la idea más estúpida para el momento.

– Le gustara los de marca Andrezzi-

-¿De que estas hablando?- Dennis estaba con una cara de confusión.

-Bueno, como te iba contando quede para hablar con ella mañana a las 6 a.m. No sé si pueda dormir- sus ojos brillaban – Bueno fue así como paso, aún sigo temblando.

-Ya veo, me alegro por ti- la verdad no le había prestado atención en nada de lo que dijo.

-¿Solo eso me vas a decir?-

-Mmhh… pues, lo logro señor- puse mi mejor cara como en la película de Megamente.

Había entendido directamente la referencia y me siguió el juego, después de una y otra broma nos recostamos, cada uno tenía cosas en las que pensar y yo no sabía en que momento contarle a Dennis lo de ese día.

-Levántense dormilonas, es hora de desayunar- Ariana y su rutina tan temida comenzaba, el despertar a un grupo de jóvenes a las 7 a.m. después de saber que evidentemente muchos durmieron pasadas la 1 de la madrugada, no es lo más alentador posible, ella lo sabía, y era lo que le causaba más placer. Después de su rutina de calentamiento y estiramiento de los músculos. Nos dirigimos de nuevo a la fogata donde aún había retazos de carbón ardiendo con un fuego tranquilo y calmado. Dennis no estaba y recordaba lo poco que pude entender ayer, supuse que ya debería estar de regreso.

Me acomode en alguno de los troncos que aun estaban disponibles, guarde un sitio para Dennis y tenia ganas confusas de ver a Mayra ya que no se presento a la cena. Sin darme cuenta Dennis estaba sentado a mi costado, tenia una cara soñolienta por los ejercicios muy aparte de pasar en vela. 

-Hola, ¿No te dueles los brazos? – su cara estaba repleta de dolor – 

-La verdad es que no me duele, creo que fue bueno hacerlo de cierto modo

-Ahh… di lo que quieras, no seas detergente y espacial y admite de una vez que si te duelen.

-Bueno, lo que digas.

Nos quedamos un rato mas viendo como poco a poco el ardor del carbón se consumía.

-Oye, me  encontré con ella como acordamos a las 6 a.m pero, creo que no estoy listo para manejar una relación con ella, hemos sido muy buenos amigos y me es difícil tratarla de distinta manera ahora.

-¿De qué estas hablando?

-No lo se, es solo que siento que cuando hablo con ella es muy forzado y no me gusta sentir eso.

-Hombre, no te alteres, ni siquiera van un día saliendo. Estas cosas pasan por lo que tienen todo el tiempo del mundo para experimentar juntos, supongo.

Nos quedamos en silencio hasta escuchar el silbido fuerte de Ariana para la visita a las cataratas del lugar.

-Bien, todos cojan las cosas necesarias para un chapuzón y cubrirse del sol. nos vamos en 10 minutos.

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