Unos días después de mi encuentro con Manon, me invadió un sentimiento de soledad. Fue como si de golpe, la gente más cercana a mí estuviera viviendo a una velocidad diferente a la que lo hacía yo.

Noté que las relaciones que tenían las personas que conocía se iban haciendo más fuertes mientras las que tenían conmigo se debilitaban.

Por otro lado me di cuenta que, aun poseyendo un cuarto de siglo sobre mis espaldas, aun no estaba preparado para seguir la vida que se nos estaba siendo implantado. Estaba en un punto de inflexión, y mientras una parte de mi decía que pusiera todas mis fuerzas para alcanzar el ritmo de vida de los demás, otra me apoyaba en que me dejara de estupideces y viera como el mundo se daba una hostia a 100 kilómetros mientras yo me paraba en un banco a fumarme un cigarro, tranquilo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS