No siempre uno amanece feliz. A veces, y realmente a veces, uno debe refugiarse en recuerdos por culpa de los perturbados sueños que se acobijaron con nosotros la noche anterior.
Se debe a pesadillas, que conoce nuestro subconsciente. Sentir las piernas entumecidas, paralizadas por el estupor de la furia alegoría.
Estas noches, las presencias ancestrales, han visitado mi cama. Con centellas de imágenes, alertando un por venir oscuro.
Las palabras, son mis aliadas, mis compañeras. La soledad nocturna, asombroso por su espanto, me tiene desconcertada.
Pero los Domingos, uno amanece, intentando ser feliz.
OPINIONES Y COMENTARIOS