Domingo 11 de marzo. 12:30 horas. No logro salir de la cama. El cuerpo fatigado y el bochorno del ambiente me encadenan a la cama. 17:30 horas. Como algo, regreso a cama, una Coca-Cola y mi celular me acompañan, pienso que debería aprovechar el tiempo para leer. Imposible, mi libro está sobre una mesa, a dos metros de mi cama y el periódico aún más lejos, en la tienda. Mis cavilaciones se empalman con lapsos de sueño, repasos de la noche anterior, listas de cosas por hacer y vistazos por Instagram.
Me acuerdo que el lunes 5 de marzo soñé con peces y que el martes 6 escribí:
Ayer soñé con peces japoneses. Goldfish. Los metía en una pecera de 80 x 120 cm con 40 cm de anchura. No cabían. Carassius auratus. Guppy. Carpín dorado. Hoy no soñé. Los peces japoneses tienen los ojos grandes. Japón fue el último país en rendirse. Nipón. Whoopi Goldberg. Sol naciente.
Hace tiempo no escribía. Encuentro que mi vida no es lo suficientemente importante para ser contada. Necesito leer más, conocer más, ver más.
Gucci Spring Summer 2018.
El viernes escribí que hacía calor, como hoy, sólo que aquel día llovió. Mi registro meteorológico.
Me acuerdo que el día que soñé con los peces japoneses no quise escribir nada, pues pensaba que las noches siguientes tendría mas sueños y un conjunto más grande para trabajar. No sucedió.
Me acuerdo que las nubes son agua y las ballenas viven en el agua.
¿Cuántas ballenas pesa una nube? O ¿Cuántas nubes pesa una ballena?
Hoy no llueve, el calor continúa. Decidí pausar mi letargo para sentarme a escribir. 19:43 horas. Regreso a él.
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