Allí estaba, tranquila serena como la noche estrellada. Su tranquilidad era tan hermosa y deslumbrante que el viento soplaba suave para no interrumpirla. Una mariposa se detuvo en su vuelo para que su aletear no la despertara y se quedó allí admirando su belleza. Su piel era de un blanco marfil. Se alcanzaban a ver sus bellos pequeños que revoloteaban con el viento como una ladera cubierta de verde pasto.
De ella emanaba un aroma a primavera, primavera cálida y suave como los brazos de una madre. Sus labios rojos y brillantes como una manzana. ¡Su rostro, o Dios! su rostro era el de un ángel, del cual se desprendía una cabellera brillante que brotaba como un manantial de oro, larga ondulada bifurcada como un riachuelo. Había una leve sonrisa que si la mirabas fijamente te transportaba hasta tu niñez, a esos momentos hermosos que nunca esperas olvidar. Pero sus ojos estaban cerrados y yo quería saber ¿por qué, por qué no se abren?De pronto, estoy llorando mis lágrimas mojaban sus brazos como el agua a las rocas en un rio. Mis manos la apretaban tan fuerte que me dolían. Yo quería que despertara, quería decirle que me mirara porque de esa manera podría yo, seguir viviendo, gritaba fuerte, pero en silencio, un silencio que hacia retumbar el cielo. Silencio que escucharon las aves y volaron lejos, asustadas.Le preguntaba sollozando porqué me ignoraba, ¡cuán grande había sido mi afrenta hacia ella! Mi corazón la amaba, mi alma la amaba, mi cuerpo la…; Cada pisada que ella daba dejaba un destello de amor tan grande y brillante como una estrella cuya luz perdura por años aún después de su muerte. Entonces ¿por qué me ignoras?, ¡despierta! dime que sientes lo mismo que yo, si no es así, mi amor alcanzará para los dos.Sin darme cuenta, siento a alguien a mi lado, lentamente giro mi cabeza y veo a una persona adulta, con ropa negra y bien vestida, pero, triste, opaco, vacío como el impetuoso abismo sepulcral. Sus ojos estaban cargados de lágrimas, lágrimas de dolor, un dolor tan inmenso que se sentía como una tormenta, como un tornado arrasador de todo indicio de alegría. Su nariz estaba enrojecida y sus labios temblaban como si tuviera frio. Había llorado e intentaba no seguirlo haciendo. De pronto toco mi brazo con una calidez tal que me tranquilice. Camine hacia donde me guiaba esquivando personas abriendo camino hasta llevarme a una silla pálida y fría, allí me sentó. No entendía que pasaba por qué tantas personas, por qué tanta tristeza.El trató de retirarse, inmediatamente le tomé la mano de prisa por miedo a quedarme solo entre tantas personas. El la apretó suavemente, me miro e hizo un gesto de seguridad y tranquilidad. Entendí que quería que me quedara allí y que regresaría, Así lo hice.No podía razonar, no podía pensar. Nuevamente gritaba en silencio Dios que pesadilla es esta, que me pasa por qué tantas personas.El viejo regresó y trajo consigo una bebida para tranquilizarme se sentó a mi lado tomo aire y lo expulso, luego tomo mis manos me miro y me dijo: Tranquilo yo soy su padre, tú eres su amigo la quisiste y te quiso yo la ame y la amo, pero se ha ido y jamás la volveremos a ver. Ya no estará más con nosotros, no veremos más su risa, pero la recordaremos, no veremos más sus ojos, pero los sentiremos, no veremos más su rostro, pero estará grabado como un retrato en nuestro corazón, no envejecerá con nosotros, pero nosotros envejeceremos recordándola.Hijo ve a tu casa llévate lo mejor y recuerda todo cuanto viviste a su lado, ella te amara en silencio yo por el contrario me quedaré aquí para devolvérsela a la tierra y por siempre vivir de su recuerdo muriendo lentamente por su ausencia.¡Al ir partiendo el viejo cayó al suelo gritando hija, hija! Cuanto dolor. Señor por qué me la quitaste.
OPINIONES Y COMENTARIOS