Desde cuándo y hasta dónde?

Desde cuándo y hasta dónde?

Kendra Priamo

21/05/2023

Vamos a empezar por el inicio, es difícil recordar todo lo que ha pasado, pero podemos narrar varias historias importantes a lo largo de estos cuatro años. Tenía yo tan solo veintitrés años cuando todo comenzó, apenas había terminado la universidad, siempre destaqué en todas mis materias, pero cuando acabas por fin esta etapa y sales a vivir la realidad, es muy decepcionante, poco o nada importa todo el esfuerzo, el reconocimiento y todo lo que has logrado hasta ese punto, al menos fui de esos casos, por lo que no pude conseguir prácticas rápidamente. Con ayuda de las influencias de un docente, que sentía mucha simpatía por mí, pude tener conseguir una entrevista en una empresa importante del rubro energético, y logré quedarme con uno de los puestos de pasantes que ofrecían,  la duración de este programa eran doce meses. Empecé muy emocionada esta nueva etapa de mi vida, tenía que mudarme de ciudad y así lo hice, no fue muy difícil adaptarme, pero sí dejar a mi familia y mi novio. Además de ello es sabido que estas empresas tienen campamentos donde uno debe vivir  jornadas en régimen, en mi caso era una semana de trabajo por una de descanso, ya en este mundo aprendí muchas cosas profesionalmente, el área donde pertenecía era muy interesante, y honestamente aprendes a compartir momentos con personas muy importantes. Tuve mucha suerte de encontrar amigos, a decir verdad yo no soy precisamente la persona más social, y ayudó mucho el hecho de que al ser una empresa muy grande, el bagaje de personalidades abría muchas oportunidades de congeniar con jóvenes de mi edad.

Transcurrieron los primeros meses, en los que trabajaba muy duro y me divertía mucho por las noches, ya que había muchos ambientes de esparcimiento en este campamento, pero en los días libres cuando regresaba a la ciudad donde me había mudado , me sentía muy sola, no tenía amistades, y eran días en los que solo dormía y comía. Además, la situación con mi novio no era mejor, yo lo extrañaba mucho y él a mí, era algo difícil nuestra relación, y la distancia lo único que hace es aumentar la expectativa, las inseguridades, desconfianza y celos. Cuando podía viajaba a verme, estaba por algunos días y se regresaba a casa en nuestra ciudad natal. 

Llegó fin de año, a ese momento yo estaba a la mitad del temporal de mis prácticas, ya tenía veinticuatro años recién cumplidos, festividad que pasé en el trabajo y fue muy ameno, pero bueno lo importante… empezaba a conocer muchas personas, y durante esta pasantía por áreas lo conocí, cuando lo vi por primera vez me llamó mucho la atención, honestamente me cautivó, ya había visto  muchachos guapos, pero usualmente eran practicantes como yo, él se veía muy joven y claramente su cargo era otro, me lo presentaron formalmente, nos saludamos y en ese momento vi su pequeño detalle, un anillo de oro en el dedo índice, así que simplemente suspiré en mi mente y asumí un término de lo que nunca iba  a empezar.

Él por su lado, meses después, durante las noches que compartíamos en su habitación,  me confesó que la primera vez que nos cruzamos, una extraña sensación lo flechó, durante la hora del almuerzo, en la que yo compartía con algunos colegas suyos; él menciona que cuando se sentó junto a nosotros, se perdió en mis ojos, supongo que es a lo que se refieren como «quedar prendado»… no soy una persona presuntuosa, pero creo que mis ojos son mi mayor atractivo. Yo no recuerdo que aquella fuera la primera vez que nos veíamos. Estuve tres meses en el área en la que trabajaba, y era muy atento conmigo, yo me daba cuenta que me observaba mucho, ponía especial consideración y dedicación a enseñarme todo en cuanto a su trabajo, e incluso me permitió conocer muchas áreas restringidas para poder ver todo el proceso de sus deberes. Era imposible no quedar cautivada con esa sonrisa perfecta, con ese hermoso cabello ondulado, sus coqueteos, la manera de tratarme pero hasta entonces era todo a lo que podía aspirar.

Semanas después acabó mi pasantía por su área de trabajo y tenía que volver a la mía, cabe resaltar en este punto que nuestras áreas de trabajo estaban a gran distancia, era un viaje de media hora en carro para llegar, por lo que ya era imposible volver a vernos, sin embargo se quedó con mi número de móvil y por azares del destino otra área me reclutó para culminar allí los siguientes cinco meses, yo me sentía fascinada por la oportunidad, así como el premio bonus de cercanía que me brindaba de ver al «muñeco» de cabello rizado, sobrenombre con el que después lo bauticé.

Casualmente su habitación quedaba en la misma sección que la mía, en realidad era muy similar a un hotel, habitaciones a ambos lados de un largo pasadizo, pero la suya era la primera del lado derecho, mientras la mía estaba del mismo lado pero llegando al final de la corrida. Una noche regresando de mi habitual recorrido por las salas de baile y pingpong, me quedé conversando a la entrada del pasillo con dos compañeros practicantes, uno de ellos confidente mío, al cual le había comentado de mi situación sentimental. Por esos días había terminado mi relación por un tema de presuntas mentiras e infidelidad, estaba algo acongojada y trataban de subirme el ánimo, cuando un cansado joven pasa por allí y se detiene junto a nosotros, era él, que aunque se acercó muy seriamente, al llegar nos mostró su inmejorable sonrisa, nos saludó y muy especialmente a mí, la congoja desapareció por completo, y entonces empieza una charla muy amena de nuestro paso por su área, cuando esta se torna más intensa y empiezan las preguntas incómodas, directo a la yugular, me pregunta si tengo novio o algo parecido, yo me sonrojo y no logro responder con rapidez, cuando mi estimado amigo le responde que no, que ahora solo tenía amigos, yo pensaba decir que era complicado, pero creo que ya no cabía más información a su respuesta; pude ver como sus ojos se abrieron mientras intentaba continuar con la misma actitud de flirteo y burla, luego de tener la información que deseaba, se despide de nosotros y pasa la puerta que separaba el pasadizo de habitaciones con la entrada en la que nos encontrábamos nosotros; estuve por unos minutos más y me despedí de mis compañeros, ya que su sección era mucho más lejana.

Me dispongo a ir a mi habitación entrando con mucho cuidado de no hacer bulla, ya que es una zona de descanso, y se abre la primera puerta de la derecha, esa fue la ocasión donde supe que era su habitación, era él. Yo no ingreso y él al darse cuenta sale a su puerta para conversar, ahora y por primera vez completamente solos y él muy nervioso inicia una conversación que me pareció algo extraña, yo aún me dirigía a él con respeto de superior, y me hace una petición de unas muestras muy comunes con las que yo trabajaba, para mí era muy gracioso que tan corrientes muestras lo entusiasmaran tanto, me dijo que eran muy especiales para él y que le gustaría que pueda etiquetarlas, ya que eso era propio de mi lugar de trabajo, le digo que sí, se las recibo y me despido con la consigna de avisarle apenas las tuviera listas, no voy a negar, mi corazón latía a mil por hora cuando tuvimos ese encuentro pero soy muy buena disimulando mis estados de ánimo, mientras él era todo lo contrario, pero no sería la única vez en la que lo vería así de nervioso, yo no puedo explicar las sensaciones en mi cuerpo, sabía que no era posible, pero cada vez que lo veía algo en mí activaba todas mis hormonas de felicidad, cualesquiera que sean, como cuando niño recibes en Navidad exactamente lo que querías, jamás me había sucedido y yo pensé que era un simple gusto, pero esto…. esto era completamente diferente.


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