Desde que soy chico que hablar o contarle a un papel sobre mi día a día que me ayuda a no enloquecer por así decirlo, es cómo mi botón para desconectar del mundo. Siempre me hizo bien el hecho de sacar todas las mierdas, los problemas, mis sentimientos, mis mambos, mis preguntas, mis preguntas. Nunca necesité un psicólogo, para ir a contarle las cosas porque me auto abastecía de alguna manera escribiendo y leyéndome. Antes arranqué con ésto porque necesitaba que alguien me lea, que alguien esté al pendiente de lo que escriba o que alguien lo esté para escucharme.

Toda mi vida fuí de necesitar a alguien, ya sea una novia, una amiga, una mina para ponerla, alguien, creí que lo que decía necesitaba ser escuchado, todo lo que hacía necesitaba ser visto, siempre buscando una aprobación o llamar la atención. Y hoy me di cuenta, de lo ridículo que suena todo ésto, necesitar llamar la atención porque sino nadie se fija en mi, necesitar contar mis problemas para que me vean cómo un dolido ya sea de la sociedad o de ciertas situaciones cotidianas. Creí que sólo por el hecho de tener alguien al lado nunca iba a estar sólo.

Tuve una novia y era muy dependiente de ella, a tal punto que cuándo se esfumó pensé que el mundo se me venía abajo, que no había motivación para levantarme, ir al gimnasio, estudiar, trabajar, jugar, perdurar en la vida por más tiempo, es uno de mis grandes problemas que día a día intento curtir y que no vuelvan a suceder nunca más en mi vida. Ya que el hecho de necesitar a alguien si o sí me aterra porque cada quién llega a mi vida lo veo cómo alguien especial y no lo termina siendo nunca.

No sé si tenga la vara demasiado alta, o me rodeo de gente que no me termina de llenar, no lo sabré nunca.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS