I
Dos caminos iguales, pero tan diferentes a
la vez, por uno debo ir para encontrar mi
destino; cada uno con diferentes
situaciones, uno de ellos, lleno de arcoíris,
mariposas, alegría y amor; y otro, lleno de
tormentas, huracanes, relámpagos y aguas
agitadas. Escucho críticas, me persiguen
palabras maliciosas, pues la elección de mi
camino está hecha, todos me desprecian.
II
Pese a todo entré, quejidos salen de mis
reclamos a la vez, “no les concierne el
camino que yo escogí, si por relámpagos o
espinos tengo que pasar, seré yo la que
tenga que cruzar por aquel camino, no
cambiaré mi decisión”. Inicio la travesía, la
primera tormenta he de sufrir, odio y
tristeza consigo, lastimada me siento, más
no me aflijo.
III
Por el vidrio brillante de mis ojos gotas
amargas caen, mi alma se parte en dos,
frágil como un cristal soy, y débil como una
rosa me he convertido; preguntas me
retumban, ¿por qué lo elegí? Yo he de decir
“débil me he vuelto, fuerte quiero volver a
ser”. Continúo mi camino, gotas cristalinas
caen, resbalan por mi cuerpo, me queman
como ácido, quema mi piel al descubierto,
me siento indefensa, el dolor me invade.
IV
Al fijar mi vista al frente, una corriente de
agua con una textura de nube me invita a
nadar, me desprendo de mis ataduras,
ingreso al agua, comienzo a desplazarme
por las corrientes del agua tranquila y
silenciosamente me pongo a flotar, cierro
mis ojos, quiero descansar; me hundo,
siento ahogarme, siento como el agua se
introduce por mis fosas nasales, como entra
por mi garganta; debo moverme, debo
tocar tierra. Al llegar a la orilla se escucha
en el silencio mi agitada respiración.
V
Duros recuerdos inundan mis
pensamientos, los quiero olvidar, debo
seguir mi camino, debo enfrentarlos. En un
pequeño espacio lleno de colores un árbol
enorme descansa tan amigable; corro, lo
escalo, hasta llegar a sus ramas; cierro los
ojos para descansar, siento un ardor en mi
brazo, al abrir mis ojos encuentro la rama
del árbol rodeada de un rojo carmesí, gotas
rojas recorren el entorno de mi brazo.
Desgraviada corro sin mirar atrás.
VI
Mi camino largo e infinito continúa,
estruendos suenan, una luz aparece en el
horizonte, un rayo con tanta potencia y
brillo pasa seguido de otros, de repente
empiezan a azotar contra la arenosa
imagen del suelo, los temblores surgen, y en
medio de todo me encuentro yo, mis
piernas tiemblan, gotas de sudor caen. YA
NO PUEDO MAS.
VII
Una larga, ancha y enorme hoja me cubre
protegiéndome de los relámpagos, evitando
más daño; al terminar la tormenta, la brisa
se lleva la hoja, con profundas heridas me
quedo, por los afilados pinchos de esa hoja.
Me cubro las profundas heridas mientras
respiro profundamente, teniendo en cuenta
cada suceso que me lastiman, miro el largo
camino, este es apena el comienzo. Rendida
caigo de rodillas, afiladas piedras me
reciben, me pongo a llorar.
VIII
Algo resplandeciente se eleva, mi mirada se
dirige a aquel resplandor, noto una
burbuja deslizándose por las piedras
afiladas, ignoro el dolor y corro
desesperada hasta alcanzarla, me protejo
en ella ayudándome para cruzar el camino
de vidrios rotos, al terminar de cruzar ese
camino un fragmento de vidrio tan cortante
revienta la burbuja, ésta desaparece
haciéndome caer abruptamente al filo del
camino de vidrios.
IX
Al ponerme de pie, un irritante y punzante
dolor siento en los pies, estoy descalza,
busco mis zapatos, los encuentro al otro
lado del agua, ignoro cada herida y camino
sin parar, sufriendo cada vez más, sin
ayuda y con lágrimas en los ojos espero
aquel manto que me protegió de los males y
que se alejó por un suceso de su vida.
X
Sigo el camino, me encuentro con dos
caminos más, uno de ellos me ofrece la luz
resplandeciente, mi burbuja invencible; y
en el otro se encuentra la voz retumbante,
el árbol y la hoja, recordándome que quizás
ya no resista, que debo quedarme a la
mitad del camino, cerrar mis ojos y
dejarme caer, como la débil flor en la que
me convertí DENTRO DE LA
OSCURIDAD.
…………
MTABSIN
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