Para que lo veas y me creas, voy a llevarte algo de estas tierras: aves de grandes colas –cometas matinales–, más plumas que carne; monos raquíticos que maduran en los árboles; ratas gigantes con antifaz, a los que los nativos llaman mapach; manos amputadas, transformadas en arañas, a quién sabe qué ogros que no deseamos encontrar; mariposas que en las noches vuelven a los cuentos de hadas; leopardos enanos, tortugas de carapacho blando y escarabajos más grandes que el asombro que van a causarte.
Pero cómo llevarte el sol que aquí brilla como un dios, o la transparencia de la región.
Cómo llevarte el verde que rumora constantemente, el constante constante verde.
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