Que les dejamos a los niños, estrellas rotas, crisantemos con aroma a olvido. Hay cuerpos que jamás fueron descubiertos, cenizas de amor y balas que jamás se olvidan. Pero de tanto odio, Dios dejo que nacieran de nuevo los cielos y las rosas frescas que nacen en los camellones. Para que sigamos de pie luchando por la vida.
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