De los golpes que te da la vida, aprendes a caminar herido, solo por la leve obligación de llegar hasta el final. De aquellos golpes que te suelen noquear, aprendes a convivir con el dolor y respetarlo, en todas sus dimensiones.
De los golpes que te da la vida, aprendes que hay más gente a tu lado, y que debes caminar despacio; de esos golpes despiadados, aprendes a llorar en silencio, para ti, y no para llamar la atención, sino para aprender.
De los golpes que te da la vida, comprendes que pelear no es tan importante, pero resistir es primordial. De los golpes que te dan justo en el corazón, aceptas que el amor lastima, te agota, y hasta te mata, pero jamás te resistes a él.
Sebastián Torres C.
18/12/20
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