Cielo, que bien me conoces, te ahogas completamente y desbordas tu vaso cuando mi propio corazón no quiere gastar agua, que la sed es canija, que no me quiero morir seco; pero que bien me conoces, callas al momento de mentir y te ocultas de mi vista, cansada, resquebrajada y silenciosa.
Cantaras conmigo al oscurecer y reflejarás mis ojos en tu Luna, mi cartera vomitará alcohol y fumara como tú fumas a la tierra, la arena se cansará de no moverse, el reloj dormirá en aquella estrella que jamás podré tocar.
-Despierta, es hora de trabajar.
Mis ojos abren en par, con enorme peso, con sueño maldito y cansancio por no querer ver; y mi pecho se da cuenta de su respirar.
-Mentiroso, tú ya no respiras, apenas y jalas mi aliento, moribundo y patético mueres lentamente.
Pero mientes en mis manos, escupes tus estrellas, la mayoría muertas tiempo atrás, con tanta sinceridad me mientes. No me quedo atrás, mis estrellas murieron, y mi brillo es un fantasma contaminado en egoísmo.
-Yo no tengo fantasmas, mi luz no engaña, jamás dije que fuera a tiempo real, no estoy en niveles bajos, no te acompaño.
Bien que me conoces, bien que sabes mi pesar, magníficas tus nubes, que reflejan tu rostro ¿cuándo dejaste de verme con ellas?¿Cuándo empezaste a ignorarme y quitarme la sombra? ¿cuándo dejaste de quererme?
-Jamás dejé de hacerlo.
OPINIONES Y COMENTARIOS