«De la ciencia a la poética I»

«De la ciencia a la poética I»

Horacio Ramírez

18/01/2025

(Microensayo) La ciencia lo tiene todo metódicamente claro, por lo que es, en su forma de crear realidad, una disciplina mental bastante acotada y de escaso vuelo. Logra y nos hace conocer las maravillas del Universo y consigue, muchas veces, que amemos más al Cosmos gracias a lo que un telescopio, una fórmula o un microscopio nos hacen entender… pero es eso: un método, un medio, una herramienta… no puede ser un fin en sí misma. No vale por ella sino por lo que logra. Es una forma de la experiencia que sólo es tal si es comunicada, esto es: no puede permanecer en su naturaleza sin desaparecer como herramienta. Se muestra, eso sí, como una potencia intelectual humana increíblemente fructífera que deja muy bien parado al Hombre… un antropoide capaz de dilucidar el funcionamiento de una supernova o de un átomo, es algo realmente extraordinario que logró el planeta Tierra con su propia materia devenida en viva… pero el que se queda con la gloria, el mérito, es el Hombre y no su herramienta intelectual… la ciencia predica del Hombre y no al revés… un zapato bien remendado predica del zapatero que lo remendó y no a la inversa, por lo que el mundo de los científicos y el de los zapateros remendones se terminan pareciendo demasiado. Deberíamos, en todo caso, dejar de abominar acerca de otras estancias del Hombre, como lo son el misticismo, la religiosidad, la intuición, etc. por quedar sólo en favor de la aspirina, el cohete interplanetario o una seguramente imposible GTU (Gran Teoría Unificadora), propia de quien cree un poco demasiado en lo que percibe como realidad en tanto que categoría estética.
Como especie, somos científicos, pero también somos seres de religiosidad, de intuición, de misticismo… somos un enredo coherente, un caleidoscopio maravilloso de inteligencias dispares aunadas en esa riqueza inconcebible que es el Hombre… y cada compartimento que identificamos en nuestra vida anímica está indisolublemente ligado a todos los demás… Por esto -por nuestra riqueza asombrosa-, es que debemos permitirnos tolerar que un zapatero remendón nos diga que Dios sí juega a los dados (y que lo hace con dados cargados), mientras que un físico teórico de renombre mundial nos diga todo lo contrario… Es que no se contradicen: son dos formas de entender y decir lo infinito -y eterno- en el Hombre.
El Universo es un poeta y no un científico. (Imagen propia, en IA).

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