En estos días estoy viajando todas las mañanas a mi lugar de trabajo, cosa que era muy pesada al inicio, pues tengo que madrugar y recorrer en moto una hora y media de camino para llegar hasta ese sitio, pero bueno, con el paso de los meses ya me he ido acostumbrando a ese trajinar cotidiano. Hoy lunes salí de mi casa muy temprano, eran como las cinco y cuarenta cuando inicié el recorrido, y en ese andar solitario acompañado solo por el frio de una brisa indomable, que se posaba en mis ojos haciéndolos lagrimar se me acercaban muchos pensamientos necios, y en medio de ese poco de voces silenciosas venía reflexionando sobre la esencia del aprendizaje y no lograba salirme de ese tema, de ese tratar de entender tal proceso humano que nos permite engrandecer nuestra personalidad.
Al compás del movimiento de las llantas y coordinado con el acelerador de la moto, mis inquietudes revoloteaban y constantemente me preguntaba ¿Qué es lo que hay dentro de mí que se acciona para capturar lo que hay fuera de mi? ¿Qué es lo que me dirige hacia eso que quiero saber? ¿Qué es lo que se acciona allá adentro, allá en lo más profundo de lo humano que me invita hacia eso que quiero conocer? Y en ese yo mismo de mi mismidad, muchas veces me di cuenta que no iba ahí, que estaba en otro lado, que mi cuerpo iba sin conductor a alta velocidad en la moto, el velocímetro marcaba los noventa y cinco kilómetros por hora, por eso entonces me volví de nuevo a mi corporalidad, logrando así la conciencia de nuevo. En ese momento de ir y venir de mí mismo en lo mental, reaccioné, fijé mi mirada al cuentakilómetros de la moto y ya iban cuarenta y siete kilómetros recorridos, cuando de nuevo levanto la mirada en esa mañana gris oscura, veo muchas luces de color roja de carros y motos que estaban detenidos a orillas de la vía. Fue así que me di cuenta que estaba la carretera bloqueada, por lo que no podía continuar con mi recorrido, por eso bajé la velocidad y fui andando lentamente hasta encontrar un espacio donde ubicarme, luego de unos cuantos metros me detuve en medio de dos carros. Cuando ya estaba seguro de que no había movimiento de estos automóviles saqué entonces mi pequeña libreta y anoté la fecha de esta problemática que es muy frecuente en esta vía que conduce al municipio de Tierralta.
Era agosto veintidós del año 2022 y de la misma forma inicié a relatar este cuento, después de algunos instantes de estar parado ahí, pude llegar a la conclusión de que hay una sola forma de aprender que está compuesta por varias funciones de las condiciones humanas, pero hay diversas circunstancias de aprendizajes, por eso influye lo social, lo cultural y hay a la vez un impulso dentro de lo humano que consigue convertirse en una fuerza consciente que permite este proceso vital de la estructura corporal. Esa fuerza es el yo mismo, es el involucramiento de mis condiciones humanas que en medio de la necesidad biológica y fisiológica hace evocar un caudal humano que desemboca en el espacio exterior, para de esta forma lograr el saber de eso en lo que se vive en el momento. Ahí, en medio de la soledad individual, me quedé dando vueltas sobre mi propia mente sentado sobre mi moto esperando a ver que sucedía con el problema del bloqueo, sin duda en ese lapso de tiempo en el que estuve ahí parado, sucedieron muchas cosas, pues había mucha gente en carro, en motos y en bicicletas que se dirigían a sus acciones laborales cotidianas, todos estos estaban esperando a ver el desarrollo de la situación.
Mientras estaba ahí, durante cuatro horas aproximadamente, me pude fijar que los ayudantes y choferes de transporte público se intercambiaban pasajeros, no se daban por vencidos y se pasaban de un lugar a otro de a pies para llegar a acuerdos, es decir, los que estaban de un lado le pasaban los pasajeros a los del otro lado y viceversa, logrando concluir así sus debidos recorridos. Mientras esto sucedía, los que estábamos en moto o en carro particular no podíamos hacer nada, pues las motos no tenían ninguna posibilidad de pasar, pero bueno, yo no tenía la culpa de eso. Después de un rato fui a la tienda a preguntar por datos, pero no, no había, en la tienda no vendían eso, es entonces que me devolví a mi moto y de nuevo me subí en ella a seguir pensando y esperando que abrieran. Estando acomodado de nuevo, se me acercó una muchacha y me dice: “señor, tengo galletas de limón, panocha y café”. Yo solo le contesté diciendo: véndame un café, pues iba un poco soñoliento por la levantada muy de madrugada, fue así que la joven me despachó el café que le pedí. Después de algunos minutos se me acabó el café y me dije: se acabó el café mamá y estoy queriendo más, pero bueno, ya no compraría otro. Solo de nuevo me refundí en mi soledad con la esperanza de que abrieran la vía, pero que va, no había la más mínima intención de que lo hicieran. Después de algún tiempo me dijeron que había una casa donde vendían datos y pude comprar, un muchacho me dijo que en ese lugar si vendían paquetes todo incluido. El mismo joven me preguntó ¿Quieres pasar? Yo también le pregunté ¿Cómo es la cosa? Y me dijo: por allá atrás hay un cruce, pero hay que pagar, yo solo me eché a reír y le dije: ¿A dónde salgo? Entonces me dijo: a Tres Palmas, menos mal yo ya conocía un poco el camino y al llegar a Tres Palmas me encontraría con el río Betancí y de ahí en adelante no sé si había camino para continuar, por lo que entonces decidí mejor quedarme sentado en mi moto a esperar.
En esa casa que me indicaron pude ir a comprar la recarga y al regreso me senté de nuevo en el largo cojín negro de mi moto y otra vez me fui a la soledad de mi mismidad, pues aún seguía preguntándome en cómo se desarrolla el aprendizaje en nuestra humanidad, de cómo somos capaces de pensar, de analizar, de reflexionar y otros procesos cognitivos que se dan en este mundo interno del que muy poco conocemos. Luego, con el paso lento de las horas, me di cuenta que la vía no la abrirían, porque esa problemática es vieja ahí en ese lugar y la gente estaba resuelta a no abrir hasta que le dieran solución definitiva a tal situación, luego me fijé en unos muchachos que estaban ahí, hablando y riéndose llenos de alegría, en el momento creí que eran profesores como yo, pero no, no eran, ellos al parecer eran vendedores o trabajadores de almacenes, pues su conversación en todo el tiempo que estuve ahí giró sobre las ventas de diferentes productos, sobre mercancías, devoluciones, cambios y ganancias etc; todo lo hablaban relacionado a ese campo de la economía, a ese camino de las ventas y la comercialización.
Cada persona y cada grupo habla de lo que hace, de lo que trabaja y de lo que le gusta, por eso ese grupo de vendedores hablaba de lo que hacían en su cotidianidad. Un poco más allá estaba otro grupo de muchachos y hombres adultos que hablaban de concurso, de pruebas matemáticas, de decretos, de casos, de exámenes, en fin, diálogos que evidenciaban su labor, pues ellos reflejaban que eran docentes de distintas áreas, un poco más alejados estaba otro grupo de profes con bolsos a sus espaldas hablando de balones, de ejercicios físicos, de carreras atléticas, de baloncesto, de futbol y de rutinas deportivas, claramente evidenciando su labor como docentes de educación física. Todos estos diálogos que podía escuchar en estas cuatro horas me acercaban y me alborotaban más mis pensamientos, como dicen por ahí, molestaban los chichones de manera intensa, entonces me decía, cada quien se ubica en lo que le gusta, en lo que le atrae, en lo que le llama la atención, pero las dudas y mis inquietudes seguían fluyendo y entonces me preguntaba ¿Cómo alguien logra ubicarse en lo que hace? Son muchos interrogantes que surgen y eso me inquieta bastante porque trabajo en el campo educativo y estas cosas son necesarias conocerlas para poder profundizar más en mi forma de enseñar y poder descubrir en los educandos sus fortalezas con las cuales cada uno pueda lograr sus metas.
Luego de un tiempo miré la hora en mi celular y ya eran casi las diez de la mañana, faltaban algunos minutos, fue entonces que pensé que ya era demasiado tarde para seguir avanzando hacia el lugar donde laboro, por eso llamé para avisar que me devolvería, pues al parecer no iban a abrir esa vía en todo el día, porque aún a esa hora no había llegado nadie que representara a alguna institución de la administración municipal para dialogar con la comunidad. Así que prendí mi moto y me devolví sobre el cuerpo moreno de una vía asfaltada, coloreada por la suave mañana que aparentaba lluviosa y mientras regresaba mi mente no dejaba el tema en cuestión, es decir, no dejaba de pensar en cómo se logra pensar, en cómo se logran los diferentes conocimientos que se obtienen en la vida. De esta manera he podido desarrollar una serie de cuestionamientos que cada día juegan en mi mente, buscando respuesta a lo humano que logra la conciencia o la cognición para desarrollar el aprendizaje, pero al pasar los días no hay respuesta de mi parte que llene mis propias expectativas, fue así de esta forma cómo duré cuatro horas a bordo de mí mismo entre manejar, pensar, observar y analizar el proceso del aprendizaje, cosa de la que no me arrepiento, pues voy acercándome poco a poco hacia ese desarrollo de las condiciones humanas que logran esa riqueza mental en una personalidad. No fue un tiempo perdido, más bien fue un tiempo provechoso para mejorar, en fin, fueron cuatro horas a bordo de mi soledad.
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