CUANDO LA PACIENCIA SE TERMINÓ

CUANDO LA PACIENCIA SE TERMINÓ

Elba era la encargada de una tienda de abarrotes, en la que atendía personalmente a los compradores. Sin embargo, su exigencia y el mal carácter de sus clientes le provocaron estrés, dolores estomacales y un pésimo humor. Por lo que pensó en una solución a los problemas que le generaban sus neuróticos clientes.

Lo primero fue instalar un punching bag, para que pudieran descargar su coraje dando golpes a este adminiculo. También construyó un área para que las personas pudieran tomar un té de manzanilla con miel, y se relajaran. Mandó poner un sonido ambiental con música chill out y jazz ligero, tipo elevador. Montó un espacio llamado «superofertas» al frente del negocio, y los fines de semana, regalaba galletitas a sus clientes. Por último, contrató a un psicólogo, para las personas que estuvieran a punto de agredir físicamente a quien fuera. Su plan era loable y creía que su vida mejoraría notablemente. Pero su idea, falló.

Muchos de sus clientes no vieron la figura plástica para golpear, y otros pasaban de largo. Muchos, le reclamaron que no hubiera azúcar para su bebida. La música colocada se perdía en los tumultos citadinos y la obsesión de los clientes con sus teléfonos «inteligentes». Y su espacio de superofertas, sirvió solo para reclamar por los productos, por que eran malos y que parecía solo quería desecharlos con alguna ganancia. Sus galletas eran tiradas a la basura, por no ser de buena calidad, dura consistencia y de escaso sabor. Y su psicólogo, fue golpeado por pedirle a un cliente que le platicara sobre su esposa.

Elba olvidó algo fundamental, la fuente del problema. El mal comportamiento de sus compradores provenía de las circunstancias y vida de cada persona, y su despreocupación por querer estar en armonía y paz.

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