Cuando el Mal se abra camino

Cuando el Mal se abra camino

Cuando a destiempo el día se vuelva noche y la oscuridad envuelva el mundo, cuando el firmamento se oscurezca y por su ausencia brillen las estrellas, cuando los árboles se desnuden y las hojas revoloteen arrastradas por la gélida brisa de un mundo sombrío, cuando el canto de las aves cese, las bestias se refugien en sus madrigueras y el silencio inunde el mundo, será entonces y solo entonces cuando los muros del Abismo caigan y de sus brechas broten el fuego y la sangre, el dolor y el sufrimiento que alimentan la prisión de Dios.

Será entonces y solo entonces cuando el Prisionero Mayor, acabe con los centinelas de luz, apostados allí por orden del Magnánimo, y su camino se verá libre de obstáculo capaz de frenar su horrendo avance.

En el mundo de los vivos, la aparición de las grandes huestes lideradas por el Ángel Caído será precedida por el brillo del fuego y de la sangre, que arrasarán el mundo conocido y por conocer hasta reducirlo a cenizas, entonces las huestes aparecerán con el placer de la muerte brillando en sus ojos.

Será este el fin de un mundo. Y Dios con menor esfuerzo del que le supone pestañear, acabará con el Fin del Mundo, como quien apaga la titilante llama de una vela, con la vista de aquel que ve morir su propia creación, y su búsqueda de la perfección continuará durante la eternidad de su propio mundo.

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