Aquella cálida mañana de primavera, cuando entré en aquel lugar no esperando encontrar nada, apareciste. Nos cruzamos la mirada sin conocernos pero yo podía sentir como te conocía de hace tiempo, sentí una extraña conexión contigo. Fue ahí cuando entendí que mi alma había estado dormida y no había despertado hasta aquel momento en el que noté como el brillo de tus ojos se clavaban en los mios, atravesando la superficie de mi piel llegando a aquella zona donde nadie había llegado antes. Podía experimentar la magia circulando por mis venas, alcanzando cada rincón de mi cuerpo, iluminando mis tinieblas y convirtiendo mi yo en un universo que nunca para de expandirse. Pude sentir tu energía combinándose con la mía. Tu alma envolviendo mi alma. La primavera sí que había llegado, no sólo por fuera si no también por dentro.
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