Crisis emocional: El impacto silencioso del COVID-19 en la salud mental
de los peruanos
Autores:
- Romani Samaniego Carlos Enrique.
- Mejia Perea Alexandra Mutsumy.
- Chunga Tenorio Dylan Giuseppe Martin.
La crisis sanitaria generada por la COVID-19 ha dejado una huella indeleble en la salud mental de los peruanos, evidenciando su impacto significativo en el bienestar emocional. Los datos disponibles revelan un aumento considerable en trastornos como la ansiedad y la depresión; estudios indican que el 45% de la población ha experimentado algún tipo de malestar psicológico durante este periodo (Ministerio de Salud, 2021). Este deterioro ha sido profundo, con múltiples factores que han influido en el empeoramiento de la situación, lo cual pone de manifiesto la necesidad urgente de priorizar este aspecto. En este sentido, el contexto actual exige una reflexión colectiva sobre cómo la sociedad puede responder de manera efectiva a estos desafíos. A través de este artículo, buscamos concientizar al público sobre la importancia de prevenir problemas psicológicos en tiempos de incertidumbre, promoviendo así una reflexión sobre cómo mejorar en nuestra comunidad.
La emergencia sanitaria intensificó varios síntomas psicológicos por miedo al contagio y otros temores. Existieron dos factores importantes que desencadenaron un desequilibrio, ya que sobrepasaron la capacidad de gestión de las emociones. Estos están directamente relacionados con el fallecimiento de familiares y con la inestabilidad laboral (Rivera, 2023). Tenemos la certeza de que la coyuntura desencadenó una inmensa inquietud en diversos sectores, intensificando también síntomas como insomnio, irritabilidad y dificultades de concentración. Constatamos que la falta de información y previsibilidad agravó la vulnerabilidad de quienes ya habían sufrido pérdidas previas. En consecuencia, es natural temer por la salud y el trabajo en periodos de contingencia, pero es vital implementar estrategias para gestionar nuestras conductas y fomentar un ambiente de confianza. De este modo, surge una interrogante: ¿hemos tomado conciencia del impacto de nuestras acciones en la estabilidad cognitiva y la de quienes nos rodean?
El aislamiento social impuesto durante la época de confinamiento limitó el acceso a evaluar la calidad mental, lo que exacerbó los síntomas de angustia y depresión en una gran parte de la población peruana, evidenciando así la fragilidad y la urgencia de destinar recursos y tecnologías que aseguren su disponibilidad en momentos de crisis. Coincidimos con el estudio realizado por Huarcaya-Victoria (2020), el cual resalta las limitaciones de acceso al asesoramiento terapéutico necesario para enfrentar estas dificultades. Observamos que esta situación complicó el tratamiento y la recuperación de quienes padecían trastornos mentales, mientras que aquellos con síntomas más leves, al no contar con atención adecuada, vieron cómo sus problemas se intensificaron rápidamente. Estimamos que la sanidad se vio gravemente afectada por la crisis, ya que el confinamiento expuso las debilidades del sistema en el Perú, resaltando la falta de asistencia psicológica continua y la limitada disponibilidad de apoyo psicosocial y terapias regulares. Sugerimos que, ante este contexto, se resalte la falta de atención cognitiva, la cual, al igual que la física, requiere una intervención urgente. Esto nos impulsa a reflexionar sobre la urgencia de invertir en tecnologías y herramientas que mejoren el acceso a apoyo emocional y psicosocial, garantizando que la población pueda contar con estos recursos durante momentos de crisis.
El estrés que experimentaron los cuidadores durante esta situación no solo afectó su bienestar conductual, sino también la armonía familiar y el desarrollo afectivo de sus hijos. Por esta razón, defendemos la idea de Nóblega, tal como se cita en Elharake y Samji (2022), quien sostiene que la integridad psicológica de padres y cuidadores se vio comprometida por diversas circunstancias, como los cambios en la dinámica familiar y la presión de equilibrar el trabajo con el cuidado y la educación de los niños. De la misma manera, afirmamos que los factores intensificados generaron efectos que impactaron en la toma de decisiones. Cuidar a un niño implica no solo tiempo y dedicación, sino también manejar la tensión adicional de la educación en casa y adaptarse a cambios constantes en la rutina. Este contexto nos lleva a reflexionar sobre cómo la emergencia afectó gravemente la economía, el empleo y la salud, evidenciando una falta de atención adecuada por parte del estado peruano. Sin duda alguna, una mejor planificación al declarar el estado de emergencia y aplicar el confinamiento podría haber salvado más vidas. Dado todo lo anterior, nos lleva a cuestionarnos: ¿Está el Perú realmente preparado para enfrentar otra emergencia de esta magnitud?
La capacidad emocional de los padres tiene un impacto directo en la crianza, y la administración pública de nuestro país no ha brindado el apoyo necesario para que puedan gestionar su estrés. Por ende, cuando los mismos presentan preocupación o depresión, puede dificultar la atención adecuada que requieren los menores y, en casos extremos, derivar en actitudes maltratantes hacia ellos (Pérez y Menéndez, 2014, citado en Carrillo, 2021). De ahí que, insistimos en la idea de que promover una conexión sólida durante estos tiempos puede ayudar a conservar el balance familiar. Este punto ayuda a prevenir malentendidos y fomenta un entorno familiar positivo a través de dinámicas constructivas. Más bien, aseguramos que no todos, especialmente los cuidadores, están preparados para enfrentar una crisis de tal magnitud. Lamentablemente, la baja necesidad de formar campañas de prevención. Es así que este escenario revela la falta de atención y las limitadas acciones del estado peruano, lo que nos lleva a cuestionar ¿está realmente el estado comprometido con el bienestar mental de sus ciudadanos?
El aumento de patologías durante la contingencia sanitaria resalta la necesidad urgente de transformar la percepción cultural sobre el bienestar integral y de ofrecer recursos adecuados para su atención. Entre los factores más afectados, se identificaron tres de las condiciones más comunes, las cuales impactaron en diversos aspectos de la vida: desórdenes del sueño, de ansiedad y del ánimo. Esta ausencia de medidas efectivas en la civilización pone en riesgo el desarrollo de contratiempos (Ballena et al., 2021). No obstante, nos consta que las familias peruanas han enfrentado estos desafíos con resiliencia; sin embargo, el bienestar psicológico sigue percibiéndose como un tema secundario o tabú, lo que refleja la escasez de recursos formales y la necesidad de un cambio cultural. Suponemos que, más allá de mejorar los servicios, es fundamental transformar la manera en que las familias comprenden y valoran la búsqueda de ayuda profesional, promoviendo espacios de confianza y apoyo en los hogares, libres de estigma. En este contexto, la Organización de Salud Pública y el Ministerio de Educación (MINEDU) deben colaborar para integrar la salud mental en el sistema educativo y los servicios sanitarios, fomentando una cultura que priorice la plenitud mental desde los primeros años de vida.
La situación actual ha agudizado las desigualdades en la atención médica entre las áreas metropolitanas y rurales del Perú, profundizando las condiciones de precariedad y exclusión social. Inicialmente, durante este período crítico, la respuesta del sistema se concentró en las áreas urbanas y en los hospitales, dejando de lado las zonas rurales y el bienestar social de la población. La falta de una estrategia adecuada para estas regiones provocó una saturación de los hospitales, afectando tanto la calidad como la cantidad de la atención sanitaria (Castro y Villena, 2021). Estamos seguros de que esta situación reveló importantes desigualdades en tres departamentos específicos, lo que colocó a los pobladores en un mayor riesgo de su propia integridad. Igualmente, la falta de financiamiento, sumada a una infraestructura deficiente, empeoró el problema, especialmente en Ayacucho, Apurímac y Arequipa, lo que refleja una grave omisión en la planificación de las políticas. Contemplamos que la falta de atención a las zonas alejadas no es simplemente una manifestación de desigualdad estructural, sino también una clara señal de la ausencia de un verdadero compromiso político para garantizar que todas las personas, independientemente de su ubicación, tengan acceso a los servicios de salud. Recalcamos que, es determinante que las entidades responsables tomen medidas concretas. Esto nos conduce a interrogarnos: ¿es la insuficiencia de presupuesto el principal obstáculo para una atención deficiente en las zonas rurales de Perú, o se trata de una cuestión de mala gestión y falta de priorización política?
A pesar de las estrategias planteadas, la falta de coordinación entre instituciones ha impedido una gestión efectiva de la salud mental durante este periodo. Villanueva et al. (2020) señalan que, aunque el MINSA ha propuesto diversas estrategias para fortalecer el PNA, hasta la fecha no se evidencia una respuesta efectiva en los establecimientos, ya que el número de personas con coronavirus moderado o severo sigue aumentando. Estamos de acuerdo en que, ante este panorama, se recomienda a la población buscar espacios en el entorno familiar para compartir emociones y mitigar así los efectos negativos del contexto. La responsabilidad de enfrentar este problema no recae solo en los profesionales médicos, sino también en organizaciones públicas, instituciones educativas, comunidades y redes de apoyo social. De hecho, la ausencia de una estrategia articulada entre la entidad de salud nacional, los gobiernos regionales, EsSalud y el sector privado limita significativamente la capacidad para ofrecer una atención integral, oportuna y eficiente a la población. Esta falta de coordinación y continuidad, exacerbada por la organización independiente de los servicios, dificulta especialmente la gestión eficaz y oportuna de la salud, es ahí donde surge una pregunta importante: ¿cómo podemos garantizar un apoyo justo y efectivo para todos?
La emergencia sanitaria amplificó los desajustes en el acceso a servicios de salud entre las áreas urbanas, periurbanas y rurales del Perú, perpetuando la pobreza y la vulnerabilidad. Esto concuerda con lo señalado por el Grupo de Seguimiento Concertado a las Políticas de Salud de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza (MCLCP, 2022), que indica que la pandemia ha agudizado las desigualdades, profundizando la brecha en el acceso a los servicios. Las disparidades existentes afectan el desarrollo económico, social y emocional, mientras que la falta de atención integral en zonas con pocos recursos agrava el riesgo de enfermedades mentales, evidenciando una situación crítica. Destacamos que existen marcadas disparidades en las zonas periurbanas y rurales, donde la insuficiente infraestructura y la falta de atención médica adecuada pone en riesgo a los peruanos más vulnerables. Desde nuestra perspectiva, esto no solo pone de manifiesto una emergencia, sino también una grave injusticia social, resaltando la falta de equidad en el acceso a los recursos y servicios esenciales para la población. Es crucial fomentar la colaboración entre el Estado y otros actores sociales para cerrar estas brechas y garantizar el acceso equitativo a la atención clínica, educación y oportunidades económicas, asegurando que todos los ciudadanos, independientemente de su ubicación o género, puedan recuperarse y prosperar. Proponemos un compromiso genuino en la búsqueda de soluciones, ya que la equidad en el acceso a servicios no debería ser solo un ideal, sino una realidad alcanzable. Esto nos lleva a reflexionar: ¿cómo podemos garantizar que, a través de una colaboración efectiva, la atención médica y los recursos económicos se distribuyan de manera equitativa entre las diferentes regiones del Perú?
En conclusión, durante este período crítico, se evidenciaron factores que impactaron significativamente en nuestra salud psiquiátrica. La coyuntura expuso y amplificó las desigualdades en el acceso a la atención psicológica, afectando de manera desigual a diversas comunidades. Esto subraya la urgente necesidad de transformar la percepción cultural sobre este tema y garantizar recursos adecuados para ofrecer una atención integral. Además, la importancia de una coordinación efectiva entre las instituciones de salud para gestionar posibles futuras crisis. Aunque este periodo ha revelado las grietas en la atención psicológica en el país, también presenta una oportunidad para replantear nuestras prioridades y reconocer la ansiedad como una cuestión fundamental. La recuperación física es crucial, pero estamos convencidos de que el verdadero progreso se alcanzará solo cuando se dé la misma atención a la salud mental. Consideramos que este desafío no es solo responsabilidad del sistema de salud, sino de toda la sociedad. Es momento de reflexionar y protegernos, no solo como respuesta a la crisis, sino como un compromiso continuo con el bienestar de todos.
Referencias
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Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza (febrero, 2022). Recomendaciones al gobierno nacional frente al impacto de la covid-19 y la urgencia de continuar con el fortalecimiento del sistema de salud a partir de la atención primaria y el primer nivel de atención https://www.mesadeconcertacion.org.pe/noticias/mesa-nacional/mesa-de-concertacion-plantean-nuevas-recomendaciones-para-el- fortalecimiento-del-sistema-de-salud-frente-al-covid-19
Nóblega, M., Bartra, R., Conde, G., Guimet, M., Nuñez del Prado, J., Uchuya, D., & Retiz, O. (2024). Salud mental de niños y cuidadores y factores asociados durante la pandemia de COVID-19. Revista De Psicología, 42(2), 737-771. https://doi.org/10.18800/psico.202402.004
Rivera Feijoo, J.F. (2023). Impacto de la covid-19 en la salud mental en el Perú. Revista Iberoamericana De Bioética, (21), 1 – 18. https://doi.org/10.14422/rib.i21.y2023.004
Villanueva-Carrasco, R., Domínguez Samamés, R., Salazar De La Cruz, M., & Cuba-Fuentes, M. S. (2020). Respuesta del primer nivel de atención de salud del Perú a la pandemia COVID-19. Anales De La Facultad De Medicina,
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