Mi cuerpo se marchita mientras el deseo vive,
lastima.
La piel hierve de ganas
y se quema con el frío de tu ausencia.
Temo casi siempre perder el control,
traicionar la esperanza
y la promesa de un amor.
El deseo es como fuego,
y en mi sangre
recorre cada pliego de mi piel.
Me enciende,
y no es suficiente para incinerar.
¿Alguien me podría ayudar?
—
Y si la oscuridad de esta noche
se hiciera cómplice,
sólo falta soltar la rienda
y correr al precipicio:
¿libertad o cárcel?
—
Necesito estar con alguien esta noche.
Quiero entregarme.
El deseo, por completo, me invade.
Imagino
y quiero sentirme en otra piel.
Que las caricias abunden sin cordura,
entregarnos hasta estar agotados…
¿Y despertar gastado en otros brazos?
De alguien.
—
¡A mí mismo me engaño,
intentando brindar alivio!
¿Al fuego y al frío?
En mi mente se crean escenarios
y de inmediato
saca de control estas manos.
No siempre es suficiente
con la soledad.
Sólo una noche basta
para perder o ganar.
Ya lo sabes…
entonces, ¿por qué callar?
Es como un volcán en erupción,
a punto de explotar
en esta piel.
El gusto quedará mejor,
con alguien.
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