CUENTO I
Comportamiento de una estrella
A Didi, mi estrella enana.
En el espacio generalmente no se puede diferenciar distancias, es decir, lo que a ojos mortales estaba de una calle en un barrio cualquiera a una plazuela en otro punto distinto de un país sin nombre, para los astros todo estaba al alcance de una mano. Si un grupo de engreídas estrellas autodenominadas a sí mismas constelaciones quería trasladarse de un punto a otro bastaba para ellas hacer un mínimo esfuerzo para estar saludando a Júpiter o llegando a tiempo a la barbacoa de fin de semana en el jardín de Venus.
Todo parecía corto y efímero en el gran espacio, por lo que tras medio millón de años el Sol se empezaba a preguntar a diario porqué su amiga, una de las protoestrellas que residían al este de Júpiter, no la visitaba a menudo.
-Será que le pasó algo?-preguntó el Sol escupiendo un suspiro.
Uno de los cometas que orbitaban por allí la vio decaída y se acercó.
-Soy un cometa. Si desea que le avise puede dejar el recado conmigo, los cometas podemos hacerlo, pasar recados como el cometa que soy es un privilegio.- y como si no hubiera nombrado ya muchas veces lo que era, agregó- ya te había comentado que soy un cometa?
Aunque se veía como un cometa agradable, el Sol dudó. Los cometas se caracterizaban por ser bastante lengua suelta a la hora de entregar recados, no quería que todo el sistema solar, por más halagada que estaba de que lleve su nombre, se enterara de los problemas con su protoestrella. Por lo que rechazó la oferta haciendo que el cometa se entristeciera y desapareciera para estrellarse contra la tierra, lugar favorito de los cometas tristes.
Nada cambió desde su encuentro con aquel cometa. De vez en cuando lograba toparse con Mercurio y la Tierra, pero ellos estaban muy nerviosos como para sentirse a gusto, temían por su pobre ecosistema y el Sol lo entendía a la perfección. Envidiaba a las estrellas, podían pasar junto a los planetas y sus barbacoas para deslumbrarlos con su brillo sin que estos temieran por su vida o les recordaran lo importante que su existencia era. Ojalá tuviera otros amigos Soles, pero era demasiado tímida para hablar con ellos y extrañaba tanto a la protoestrella del este de Júpiter que en definitiva un vacío la inundaría al hablar con ellos.
La protoestrella del este de Júpiter era en aspecto como una estrella común. Solo que ella recién se estaba formando y por eso seguramente brillaría mucho más que todas las demás. Había sido invitada a formar parte de un grupo de constelaciones menores pero rechazó la oferta porque no se sentía lista para criticar a los demás astros como lo hacían sus hermanas. La protoestrella del este de Júpiter soñaba con hacer algo revolucionario, algo como ser la primera en tener su propio espacio en el espacio. Un lugar donde su brillo no pueda ser opacado y sin tener que compartir atención con nadie. Sonaba algo egocéntrico, pero por su naturaleza de estrella se le perdonaba. ¡Incluso fue la primera en hacerse tan famosa por las nebulosas! El Sol y ella se habían conocido tras esta haber asegurado volverse un Sol y tener su propio sistema algún día. Y el Sol, muy a pesar de que todos apretaban los dientes diciendo que era un comentario inflado típico de una futura estrella enana blanca, le creyó.
………………..
Noticias maliciosas comenzaron a esparcirse tiempo después de que la Tierra, usando nuevas palabras como ̈evolución ̈ y ¨curiosidad¨, empezara a hacer alarde de su vida creada dentro de ella. Para ese entonces la relación del Sol y ella se había vuelto bastante buena. Ahora la Tierra le daba los buenos días y se acercaba de vez en cuando para recibir confort del Sol tras descubrir lo mucho que ella era necesaria para sus proyectos a futuro. Pero la fuente principal de los cuchicheos en el espacio no se trataba de ellas entablando una inusual amistad, sino que resultaban ser sobre el Sol. Se había hecho tendencia la noticia de que se pasaba milenios e incluso billones extrañando a una mera protoestrella cercana a Júpiter. Y en un arrebato de vergüenza ante lo que pensaría su amiga si la noticia llegara al este de ese planeta, el Sol entró en negación por medio millón más.
No fue hasta que la Tierra le insistió al Sol a que visitase otros planetas que se animó a ser la que fuera hacia ella. Si la orgullosa protoestrella no se animaba a visitarla, ya era momento de ser quien se adelantara y realizase una sorpresa. Pero aunque utilizaba como excusa hacer una visita a los demás planetas, muy a su pesar tuvo que dialogar un rato con ellos para hacer finta de lo que muchos ya pensaban al verla moverse en el espacio: ¨irá a ver a la protoestrella cercana a Júpiter¨.
–Entonces, me tendrán que disculpar- El Sol optó por cortar la pesada conversación con Marte porque los nervios la comían por dentro. ¿Qué le diría cuando la vea?
-Claro claro, no te preocupes gran Sol, continuaré con lo mío, claro claro.
Con una sensación extraña, el Sol continuó su recorrido llegando al fin a Júpiter bajo la mirada de miles de estrellas de todos los tamaños y clases, todas igual de chismosas y con sus ojos saltones amenazando con salirse de sus cuencas. Al girarse, vio reunidos a varios planetas que parecían haberle seguido el rastro expectantes a cada uno de sus movimientos. Todo el espacio había esperado este momento, incluso a espaldas del Sol se habían organizado celebraciones en el vasto espacio para cuando ese día llegase. Solo le había tardado medio millón de años.
El Sol, acercándose a un grupo de estrellas enanas, preguntó amablemente dónde quedaba el este de Júpiter ignorando el hecho de ser el centro de atención por ser ya una costumbre serlo siempre.
Todo el espacio, hasta el mismísimo Júpiter confuso al estar siempre desactualizado en ese tipo de noticias emocionantes, aguantó la respiración en cuanto el Sol se plantó frente a un grupito de temblorosas protoestrellas al este del planeta. Ninguna tan radiante como la suya a decir verdad.
-Hola…pequeñas..- No queriendo ser descortés o tenebrosa, les sonrió como su naturaleza pudo pero solo ocasionó que algunas comenzaran a hiperventilarse.
-Tú, gran Sol, qué quieres.
-Busco a la protoestrella del este de Júpiter!.- Bramó con valentía el Sol.
El universo empezó a inquietarse de nuevo. Muchos cometas que tan solo iban de paso hicieron un esfuerzo sobrehumano para detenerse o ir más lento para poder presenciar este momento. El Sol y la protoestrella de Júpiter serían la noticia de la eternidad a partir de ahora. Absolutamente nadie se lo quería perder.
La protoestrella más atrevida del grupito dio un paso adelante, escaneó al Sol con la mirada y luego abrió la boca en un gesto que pareció durar todo un vacío hasta por fin decir con un gesto lúgubre.
-No está.
-Que?
-La protoestrella al este de Júpiter…pereció hace medio millón.
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