Cansado, el rechoncho oficial inspector, a quien las botas le apretaban, el correaje le marcaba la cintura y a quien el revolver se le hacía ligerísimo, vio cómo al destacamento llegaba un patrullero. Pudo ver por la puerta trasera que esposado bajaba, todo ensangrentado, el hijo del ferretero.
-¿Qué pasó? ¿Qué hace este muchacho lleno de sangre?
El cabo le comentó la situación:
-Este es un asesino, lo agarramos con las manos en la masa, con un indigno capador nomás, degollando a Pérez, el bolichero. Hay muchísimo trabajo para hacer en la escena, es algo bestial lo que le hizo a ese pobre cristiano.
El oficial inspector conocía de toda la vida a Eraclio Somoza, hijo del ferretero del pueblo, Teodoro Somoza, un viejo compañero de aventuras de la infancia, de la conscripción y de copas. Lo pasó a interrogar, aturdido todavía por la situación, y le dijo:
–No puedo creer lo que me dicen. No puedo creer que entre mis brazos, no puedo creer que comí en la misma mesa, no puedo creer que haya tomado tantos mates, tantas copas, que tenga tantos recuerdos, no puedo creer que el hijo de mi mejor amigo, haya matado sin compasión al viejo que tantas veces le llenó la copa. No me siento en poder de siquiera encerrarte con sumario, te voy a hacer fusilar.
Eraclio, con lágrimas salpicando la pilcha ensangrentada, no pudo atinar a decir más que estas palabras aflautadas y cortadas en tajos:
–¿Cómo le explico, oficial? ¿Cómo le digo que, en una forma que lo entienda, lo hice por amor?
–¿POR AMOR? ¿Cómo, bajo el manto de la Virgen, las leyes que nos rigen y tu propia sanidad mental vas a cometer semejante crimen por amor?
–Déjeme arrancar mi testimonio, después disponga si me fusila o no.
–A ver, entonces, carnicero, qué tenés para contar?
–Con la hija del Tuerto Baigorria tengo una amistad hermosa, que casi roza el amor. Un día, yo me fui a una farra en otros pagos, y cuando volví me recibe llorando de una forma realmente aterradora, como llora el niño que vio al mismo Diablo. Como buen cristiano, quise darle consuelo, y le pregunté qué pasó.
Sus palabras rompieron algo adentro mío. me cegué muchísimo, manoteé el facón y me dispuse.
Ella me dijo:
–No lo hagas, Dios lo va a castigar.
Y me pidió que le diera mi cuchillo. Lo que ella no sabía es que siempre ando con el capador escondido en la rastra. Entonces yo fui al boliche de Pérez, le pedí una botella de ginebra. Tomé un trago, me paré, me metí atrás del mostrador y se la partí en la cabeza. Saqué el capador, y bueno, esa parte de la historia ya la sabe.
El oficial inspector, confundido y enojado todavía, le preguntó:
–¿Y la china que te dijo?
Somoza, que pensó que no iba a llorar nunca, mucho menos en frente de un milico, se quebró como una rama.
De su boca jadeante, manchadas con su aliento a tabaco, conjuró estas cuatro palabras:
–Eraclio… P-Pérez me violó.
Al oficial las botas le quedaron grandes, el correaje se le caía, y la pistola le pesaba: lloró como un bebé al escuchar esa frase.
–Eraclito querido, Lo que hiciste no tiene perdón, pero porque fue un bien al mundo. Hiciste lo que nosotros no pudimos, y aunque te tengo que encerrar, porque es mi obligación, tenés que saber que sos la persona más apta para nuestro trabajo del destacamento.
–No me niego a mi condena -dijo Eraclio- y hasta diría que la tomo contento, porque aunque maté, le di paz a mi corazón y por sobre todo al de ella.
Eraclio Somoza fue ejecutado por homicidio en primer grado, pese a las apelaciones de los abogados, el testimonio de la víctima de la violación, y la propia oposición de los milicos del destacamento.
No se atrevieron ni el cabo ni el sargento a hacerla efectiva, y Eraclio decidió tomar el asunto en sus manos, volándose la cabeza, no sin antes perjuriar por última vez al pulpero desgraciado que le arruinó la vida a la luz de sus ojos.
El oficial inspector volvió a su oficina, le otorgó un franco al cabo, y cuando este se retiró, por vez primera en 20 años, se armó un cigarrillo. Junto con el humo que adornaba la soledad de su oficina, se llevaba el viento las palabras del muchacho:
–¿Cómo le explico oficial? ¿Cómo le explico que, en una forma que lo entienda, lo hice por amor?
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