Después de mucho tiempo Mariza se siente realizada. Su esposo por fin se animó a tomar el crucero de aquel catálogo de viajes “Voyage” que le entregó su madre con la mirada de “a ver si el mequetrefe de tu marido tiene agallas como para pagarte un viaje de estos”.

Estos diez años de vivir sin conocer a nadie, en esta casa tan aislada, con visitas tan esporádicas, me pone de muy mal talante, ¿Adolfo? Claro, él trabaja. Y ver la casa del vecino en la siguiente loma y para qué, los sonidos guturales de este lenguaje, medio lenguaje, de dónde habrá salido, de alguna caverna. De veras, este idioma es tan complicado, ni sus letras son normales y eso de empezar por donde se termina; y por más esfuerzo que exponga para preguntar “¿A qué hora viene el autobús?”, nadie me entiende.

Sí, me dijo que sería solo por un año, pero mírame, estoy aquí y ya van diez. Él se va a la oficina para venir con el nudo de la corbata suelta y la camisa abierta, apenas sonríe a esta perra que tanto le salta de algarabía… “Ay amor, este día estuvo largo, y sácame a la Clara de encima que me araña el pantalón”, le hago caso pensando “¿No se da cuenta que estoy todo el día con este bicho?”.

Pero este momento glorioso llegó,

  • Amor, en mi maletín están los tickets para el crucero, dime si están bien para confirmarlos”.

Clara tranquila en las piernas de Adolfo mientras que este abre las cartas para enterarse de las cuentas por pagar. Sigo pensando “¿Qué le vera a ese bicho tan feo, que tanto la acaricia?” y será que nunca tuve perros en la casa de mis padres, solo gatos.

  • ¿Adolfo? Las fechas están perfectas, confírmalas tal como están, están perfectas”.

Ahora es tiempo de organizarse, vamos a pagar todas las cuentas y ver a dónde la llevamos a la Clara. Pensándolo bien, Rengifo que la cuide, si fue quien le consiguió este trabajo de porquería, que le cueste algo.

Cómo pasa el tiempo, ya mañana salimos en el autobús rumbo al puerto. Tengo todo el día para terminar los últimos arreglos. ¿Dónde dejé mi lista? No importa, para eso tengo la cabeza.

Adolfo se pasó de lindo, este crucero está lindísimo, y la suite está fabulosa, con ventana panorámica, la cama “super queen, con balcón francés, cuarto de baño, sala de estar y dormitorio separado, champagne y bebidas en el mini-bar, cesta de frutas frescas, mejor no sigo. Le haré una cena con mis propias manos, sí, ese pastel que brilla y huele tan bien.

  • Qué linda mesa, mi amor, esta sorpresa no me la esperaba, y tú… te ves preciosa”.

Sí, hoy lo veo hasta peinado a mi Adolfo y que no se fije mucho en su Ipad que lo usé como recetario. El pastel quedo regio, esa página awebada de internet me salvó la película, pero ese Ipad se me manchó con huevo.

  • Mira lo que hice, sentémonos”.

Ahora, le bajo un poco la música, pero no mucho sino escuchamos a la Clara que de rato en rato se queja desde el sótano y ahora más que lo sintió al Adolfo.

  • Mi amor, está riquísimo, has cocinado una maravilla… Te cuento que Rengifo no dijo nada de quedarse con la Clara por las tres semanas, solo me dijo – me la dejas en la puerta y yo la recojo- él tiene que viajar en auto a Al-dahi y lo va a ser en seis horas solo por la perrita”,

para algo sirvió ese baboso, arrastrado y metido. ¡Ah! No tengo que olvidarme de esa perra… qué bien le queda la especie a ese animal… sí, la perra en el sótano de la casa… no olvidarse.

  • Mi amor te quiero enseñar algo, ¿Dónde está mi iPad?

¡Uy! Ahora se jodió todo.

  • Mi amor, en la cocina, me ayudó mucho con la receta del pastel, pero la mancha de huevo se lo quito”.

Muy temprano, el cielo recién aclara y los pájaros excitados cantan al nuevo día…

  • Mariza, apúrate que se nos va el autobús, ya llega el taxi”.

Cómo es esto, con el taxi llegamos a la estación del autobús y ese autobús nos traslada en tres horas al puerto. Me quedé hasta tarde tratando de sacar la mancha de clara de huevo del estuche del iPad y sí salió. Qué alivio.

  • “El taxi llegó”,

qué fuerte se le ve a mi marido cargando las maletas. Qué rudo, está como para morderlo, pero será mejor que revise las ventanas y desconectar los aparatos de la cocina y la sala.

  • “Mariza, mi amor, ya vámonos, sino no llegamos al autobús”,

este carajo que no me apure más.

  • “Si mi amor, solo regreso por mi bolso y ya estamos”.

El taxi partió, mi Adolfo lo apuraba mientras revisaba los tickets en mi bolso.

De pronto, Adolfo como poseído por alguna fuerza sobrenatural y los ojos sobresaltados preguntó

  • “¿Y sacaste a la Clara?”,

entre mi pensaba “Qué se habrá creído, si me acosté tarde solo por sacarle esa mancha a ese aparato que ni lo uso”, pero la cordura puede más,

  • “Mi amor, no te preocupes si la saqué”,

se recompuso y me besó tiernamente.

Quien iba a pensar, esta suite está idéntica como en la foto, el servicio de esta primera cena estuvo supremo. Que se prepare Adolfo que esta noche lo haré “King” sobre la “super queen”, qué emoción y esta noche es la primera de muchas. Serán las tres semanas más excitantes de mi vida.

No hubiera imaginado lo inmenso que puede verse el mar y en esta mañana el sol brilla aún más.

Y Clara sobrevivió…

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