Ciberbullying en las redes sociales en Latinoamérica en los últimos diez año
La gravedad del ciberbullying radica en la facilidad con la que los agresores pueden actuar de manera anónima y rápida. Los escolares, que están en una etapa crucial de desarrollo emocional y social, son especialmente vulnerables a estos ataques. Asimismo, el Diario El Peruano (03/09/2023) nos menciona que, el Ciberacoso, Retos Virales y Sextorsión reveló que el 61% de los niños y adolescentes aseguró haber sufrido ciberbullying, un 23% participó en retos virales, en tanto que un 12% fue víctima de grooming (acoso de un pederasta) y un 4% de sextorsión (chantaje de ciberdelincuente). Por ello, consideramos que es una forma de violencia que daña gravemente el desarrollo emocional y social de los escolares, perpetuando un ambiente de miedo e inseguridad en las redes sociales. Buscamos hacer reflexionar a los escolares sobre el daño que causa el ciberbullying..
En cuanto a la definición del cyberbullying, Cortés et al. (2021) “señalan que es un tipo de acoso en línea motivado por emociones negativas, como celos y envidia, manifestándose en acciones para humillar y dañar emocionalmente a las víctimas”. Asimismo, este fenómeno se agrava por el anonimato y la disponibilidad continua de las plataformas digitales, lo que dificulta su control y aumenta su impacto psicológico; Por consiguiente, los acosadores muestran falta de empatía; mientras que, los observadores suelen sentir compasión hacia las víctimas. El estudio resalta la necesidad de educar a los adolescentes en el uso de herramientas de bloqueo y denuncia en las plataformas digitales. Para terminar, nos menciona la necesidad de que padres, educadores y autoridades brinden el apoyo necesario, para ayudar a los jóvenes a gestionar sus conflictos, de forma saludable con el apoyo para manejar los conflictos.
En cuanto a las causas del cyberbullying, Neyra (2021) manifiesta como acoso cibernético que a menudo es anónimo y puede tener graves efectos en la salud mental de las víctimas, baja autoestima, problemas emocionales, falta de empatía; etc. Asimismo, factores como la supervisión parental insuficiente y entornos familiares conflictivos, destacan como causas significativas. Para combatir este problema, es esencial adoptar un enfoque integral que involucre tanto la educación como la participación familiar, promoviendo un uso responsable de la tecnología y una cultura de empatía y respeto, que puedan fortalecer el bienestar de los jóvenes y crear un entorno escolar seguro y positivo.
En relación con las consecuencias, Garaigordobil (2011) y Smith (2015) resaltan que el ciberacoso provoca un efecto devastador en las víctimas, provocando daños psicológicos como ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas, situaciones que se intensifican debido al aislamiento social y el rechazo. En términos éticos, esto constituye una seria infracción a la dignidad humana, que se simplifica debido al anonimato y la ausencia de culpabilidad de los perpetradores. Estamos convencidos de que es imprescindible implementar acciones para salvaguardar a los jóvenes, que son particularmente susceptibles a un problema que impacta su crecimiento social y educativo. La tecnología incrementa el perjuicio al facilitar la propagación veloz de contenido perjudicial, generando cuestionamientos acerca de por qué el ciberacoso continúa siendo tan común y si las respuestas legales y sociales son suficientemente eficaces y si existen respuestas jurídicas y sociales.
Se considera como alternativa de solución, según Granados et al. (2017) “destaca la importancia del rol del docente en la prevención del ciberbullying, subrayando que este debe actualizarse en herramientas digitales y colaborar con otros maestros en estrategias preventivas”. Por ejemplo, La Formación Basada en Competencias (FBC) permite al docente adaptarse al entorno cambiante, promoviendo habilidades para un uso responsable de la tecnología y un ambiente de respeto. Se recomienda la actualización continua de los maestros y la promoción de valores éticos, que se necesitan para interactuar en entornos digitales seguros,
Otra opción de respuesta son los programas de educación como «Por una cultura de la legalidad» y «Contra la violencia, eduquemos para la paz», ambos promueven valores como el respeto, la coexistencia pacífica y el manejo emocional en los jóvenes, ayudando a evitar situaciones como el ciberacoso (Ortega et al, 2005). Estas medidas son cruciales; dado que el ciberacoso demanda una estrategia multidimensional que incluya tanto la intervención educativa como el respaldo familiar y social. Es crucial la puesta en marcha de programas de prevención y la generación de espacios seguros en internet. No obstante, se plantea la interrogante de si los jóvenes están obteniendo una educación apropiada y si las redes sociales están desempeñando eficazmente su función de prevención. El progreso tecnológico requiere una adaptación continua de estrategias conocidas.
Se considera como otra alternativa de solución según Alba Cortes (2020) Nos menciona que el ciberacoso, más allá de ser un problema tecnológico, está intrínsecamente ligado al entorno escolar y social. Por ejemplo, Los programas de intervención, como el proyecto Cibermanagerses, han mostrado que los estudiantes pueden desempeñar un rol positivo al actuar como mentores para el uso seguro de Internet. Además, el modelo PRECEDER-PROCEDER, implementado en Australia, resalta la importancia de adaptar las estrategias a las condiciones locales y de involucrar activamente a todos los actores. Este enfoque ve el ciberacoso como un problema compartido y promueve soluciones colaborativas, adaptadas a las necesidades específicas de cada comunidad escolar, con el fin de hacerlas más eficaces y duraderas.
Finalmente, estamos en contra del ciberbullying, ya que lo consideramos una forma de violencia que afecta profundamente el desarrollo emocional y social de los estudiantes. Este acoso no solo deteriora la autoestima y el bienestar de quienes lo sufren, sino que también contribuye a crear un entorno de miedo e inseguridad en las redes sociales, las cuales deberían ser espacios seguros y positivos para el aprendizaje y la interacción entre los jóvenes. Por otro lado, creemos que la importancia del rol de los docentes en la prevención del ciberbullying a través de la formación continua en competencias tecnológicas y en valores. Es decir, se sugiere que los educadores no solo deben estar al día en herramientas digitales, sino también ser guías proactivos en la promoción de un ambiente escolar seguro y de respeto en línea.
Vivimos en un mundo donde la conexión digital se ha convertido en una extensión de nuestra vida diaria. Las redes sociales facilitan la comunicación y el aprendizaje, pero también han dado lugar al ciberbullying, un acoso digital que afecta principalmente a los jóvenes, dejando profundas secuelas emocionales. Este problema, amplificado por el anonimato y la vitalización, destaca la importancia de reflexionar sobre nuestras acciones en línea y su impacto. Como sociedad, debemos promover un uso responsable de las plataformas, educar en valores como la empatía y garantizar mecanismos de apoyo, transformando el entorno digital en un espacio seguro y positivo.
Referencias
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