En el crepúsculo se esconde el fin de nuestro beso,
ese maleficio que es a la vez bendición, una paradoja.
No quedo consternado por tus palabras inigualables,
sino fascinado, cautivado por tu oratoria impecable.

No puedo resistirme a la seducción de tu cabello dorado,
que se desliza como hilos de seda en el mar salado.
¿Cómo pude ser tan ingenuo, tan ciego ante tu encanto?
Tus labios, fuego y hielo, un tormento que arde por dentro.

Tomemos este verso y tejámoslo mejor,
una melodía que capture el fulgor de nuestro amor.
Enlazando las palabras, afinando cada rima,
pintaremos la imagen más profunda de nuestra vida.

Basta de nostalgias y desolación en este crepúsculo oscuro,
encontremos juntos la luz y rompamos el conjuro.
Dejemos que nuestros besos se incendien en el cielo,
que nuestra complicidad sea el refugio de este anhelo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS