Soledad

Encerrado en cuatro paredes, o en varios duplos de cuatro, básicamente encerrado en una casa, pero no encerrado como tal, tengo llave y maneras para ir y venir, pero existe aún este hábito de solo ir a ciertos lugares, no ir más allá o no dar la vuelta para llegar al comienzo, para volver a iniciar, digo el adjetivo «encerrado» porque me parece acertado cuanto menos, un sentimiento que me abraza en cada momento, no solo en mi casa, sino también en las calles, autobuses, lugares en concreto, inclusive con las personas me siento encerrado y que no sé si realmente me siento muerto o parcialmente vivo, tengo este mal hábito de estar solo y puede ser considerado mal habito si la persona que intenta estar sola se conocen, creo que el significado que le damos a ese mal habito de quedarnos solos, es compatible si únicamente estamos rodeados de gente, puede ser este banal párrafo un intento de justificación, aunque más una justificación es como una advertencia del simple hecho de lo rápido que me puedo quedar solo y sin ningún ánimo después de conocer a alguien.

He generado malos hábitos conforme han pasado estos últimos años, diría que he mejorado en algunos factores, pero no es algo significativo, creo que podría considerar mi proceso de acción como una burocracia sin sentido, al final del día no significo nada. Una muerte de mi sensibilidad por rapidez y sentimiento instantáneo.

Soledad, todo el mundo tiene miedo de quedarse solo, de sentirse solos, pero ¿se puede realmente recriminar ese miedo y decirles en la cara que maduren?, sería un tanto ególatra y prepotente decirle a las personas que lo superen y aprendan a vivir solos, aunque hay muchos tipos de soledad, hay colores como personas; es decir, está el sentimiento, la manera de sentirlo, ya sea constante, esporádica, lenta, rápida, etc. después de pasar por tantos tipos de soledad, puedo llegar a decir que es cómoda y, en consecuencia es vertiginoso el miedo y tristeza que puede llegar a generar. Cómoda en el sentido de que uno está reflexionando, es una sensación rara, como si estuviera en paz, pero al existir tanta paz olvidas el movimiento, olvidas que a veces la gente llora, que la gente quiere ser escuchada y cuando te lo reclaman en la cara piensas que es una petición egoísta, se están burlando de tu orgullo cuando te piden más sentimiento, más horas habladas, un «no me dejes» ¿suena inmaduro? Sí, claro que sí, pero al mismo tiempo te está hablando a tu subconsciente, te está diciendo si me pides atención, yo también te la doy e incontables veces dejamos pasar de lado eso, como si fuera algo más del montón, una página mal rayada y fea que la podemos pasar, pero las páginas se nos acaban, la tinta se nos escurre y el libro se nos daña, llegamos a pensar que nadie nos merece, pero sabemos que en el fondo de todo eso no es así, es más.  ¡Es al revés! No nos merecemos a esas personas simples, piden atención, cariño, comprensión, benditos, sean los que sin tantos rodeos nos exijan cosas tan necesarias y para otros tan superfluos, seres tan sentimentales y sensibles, nos comemos la cabeza al pensar que estando en soledad crecemos y en parte hay una cierta cantidad de verdad en ello, pero la soledad al principio puede ser amiga y con el pasar del tiempo empezamos a depender de ella, nos aislamos que en materia es peor que estar solos, un ser tóxico cubierto de grandes masas de alejamiento, nos convertimos en personas amargadas que no son capaces de disfrutar un poco de la vida. Yo me he vuelto un amargado en esencia.

Ese tintineo de la barra vertical, que te incita y te desafía a escribir algo, es un llamado a un lugar en el que me siento cómodo, como un erudito, tengo las manos frente al teclado y no se me ocurre nada, una espera en donde no se espera nada, escribir me salva del aburrimiento, mata mi energía almacenada inútilmente y me lleva a un estado en el que no me siento solo, es algo interesante de percibir, cuando escribo se desencadena una cadena de acciones complejas, solemos atribuir la acción de escribir al cerebro, pero no considero así, de hecho, son las manos, mis manos que dan el primer disparo al vacío, a la penumbra, me está señalando a mí en cada momento y diciéndome que si voy a seguir escribiendo, soy yo contra yo ¿hay algo que puedas escribir para sorprenderme?, ¿cuánto tiempo te llevo pensar esa fútil frase?, ¿cuánto tienes que escribir para poder decir lo que piensas?, ¿por qué pensar se te hace más fácil que accionar?

Esta escritura son juegos de tiros con mi ego, tratando de llegar a algún lado en el espacio-tiempo, es un momento en el que no me sienta solo, un lugar en el que no me sienta como un extranjero, un foráneo. Pero no lo veo como un problema y las personas creo que nunca han buscado la palabra soledad, solamente se convirtió en un convenio social en el que todo el mundo está de acuerdo de que la soledad o sentirse solo va compaginando con la melancolía, tristeza, desapego, etc. Cuando el significado real no es así, es más, el significado es esperanzador y tranquilizante, cuanto menos -«cualidad de estar sin nadie más»– esa palabra «cualidad» es muy importante, es un rasgo y una parte de nosotros, de nuestra naturaleza, así como, nuestros instintos nos piden estar en un grupo hay otros instintos que nos piden soledad, no son tan fáciles de encajar con las personas, hay veces que el rango de adaptabilidad a la soledad varía de persona en persona. 

Sabiendo esto no busco que te redimas y abandones a tus cercanos, sería hasta denunciable, pero solo te pido que cuando te sientas solo, en este vasto universo, rodeado de materia y mucho más donde nuestra vista empieza a imaginar y te sientas pequeño, cuando veas esa montaña y te dé vértigo de solo verla, que te dé miedo levantarte en silencio, cuando solamente abras la boca para comer, cuando vayas en ese autobús y estés cansado, que solamente quieras un respiro de todo, cuando veas esa oscuridad al apagar la última luz de la casa, cuando te sientes en la cabecera de la cama y te encorves para pensar, cuando sientas que no eres nada y que la vida se te escapa de las manos, no estás solo, nunca lo has estado, estás aislado, cuando sientas que no eres nada, lo eres, en esencia lo eres, como tú y yo, cierra los ojos y quiero que pienses en la nada, relájate, no te tomará mucho tiempo y cuando materialices tú nada, donde todo de ti va a parar allí, colócate en el centro. Todo tu orgullo, ira, frustración, etc., todas tus emociones negativas cuando respires profundamente trata de llevarlas a la boca y exhala, no tienes nada. Cuando te quedes meditando y sientas que no perteneces, recuerda en tú nada, eres el que ya ha hecho todo lo que has querido, es tú nada y es tu infinito, en tú nada, mira el horizonte, donde tu vista se acaba y empieza a imaginar.

Miedo

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS