Mi guerrero

Amor de mi vida,

No te esperé al principio.

Confieso que no era el momento.

Tenía miedo, dudas,

me sentía perdida.

Pero apenas supe que vivías dentro de mí,

todo cambió.

Te amé.

Te soñé.

Y empecé a construir un mundo con tu nombre en cada rincón.

Llegaste al mundo como un suspiro fuerte,

pequeño y valiente,

como si el cielo mismo te hubiera enviado

a enseñarme el amor más puro en la forma más frágil.

Fuiste un guerrero.

25 días a mi lado.

25 días respirando con ayuda,

peleando en silencio,

y hablándome sin palabras cada vez que abrías los ojos.

Yo te veía…

Tan chiquito,

tan hermoso,

tan lleno de vida aunque el cuerpo luchara por sostenerte.

Y yo te hablaba bajito,

te cantaba sin voz,

te prometía que, si te quedabas,

yo haría del mundo un lugar seguro para ti.

Pero un día te fuiste.

Calladamente,

sin ruido,

como el aire que deja de moverse.

Y desde entonces, el tiempo se partió en dos:

Antes de ti,

y después de ti.

No hay un solo día que no te piense,

no hay taza de café que no me lleve de vuelta a ese hospital,

a esas horas mirándote,

a esos suspiros contados,

a esa esperanza que no se rendía.

Te amé desde que te supe,

te amé más cuando te tuve,

y te sigo amando, hijo mío,

aunque no estés en mis brazos,

aunque solo me quede el recuerdo de tu lucha y tu luz.

Gracias por elegirme.

Gracias por enseñarme que soy más fuerte de lo que creía.

Y perdón si no fue suficiente.

Perdón si no pude retenerte.

Pero sí sé que te amé.

Con cada fibra, con cada oración,

con todo lo que soy.

Descansa, mi cielo.

Yo aquí,

te sigo nombrando en voz baja

y amándote en cada amanecer.

Con todo mi amor,

mamá

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS