“CARNE DE CARROÑA”


Puedo sentir mi corazón latir fuertemente, el sudor recorriendo mi cuerpo, el viento caliente por mi rostro, el cansancio de mis piernas pidiéndome, no gritándome con un fuerte dolor que me detenga, pero no lo hago, le exijo que me den un poco mas, mientras recuerdo otros tiempos mas simples, tiempos donde lo teníamos todo y no nos dimos cuenta de ello.

Me detengo por un momento, aun no sé si los he perdido, pero mis piernas ya no aguantan más, me llevo la mano al pecho intentando calmar el dolor que siento, inhalo una gran bocanada de aire tratando de recuperar el poco aliento que me queda, siento como ese aire caliente entra por mi nariz llenando mis pulmones, mientras grandes oleadas de sudor bañan mi cuerpo en un esfuerzo desesperado por refrescarme. Intento echar a correr nuevamente pero mis piernas me fallan, caigo apresuradamente al suelo, hago intentos infructuosos por frenar la caída con mis brazos, pero mi mentón se estremece al sentir el dolor del golpe al tocar con mucha rudeza el caliente asfalto que hace unos momentos estaba bajo mis pies, me levanto a duras penas del suelo y puedo ver como van apareciendo pequeños círculos rojos en él, acaricio mi barbilla comprobando así que mi piel tiene una pequeña rasgadura por donde esta escapando un poco de mi sangre, hago fuerte presión en la herida para evitar que siga fluyendo.

Mis perseguidores no aparecen por ningún lado, eso me da un poco de alivio, me siento allí mismo para recuperar las fuerzas y el aliento perdido, miro el cielo azul viendo lo hermoso que es, siento el sol abrazador en toda mi piel y observo el lugar donde me he visto forzado por falta de mis fuerzas a descansar, al parecer es un parque infantil la verdad es que nunca fui a uno de niño, pero veo columpios y otros juegos aunque el lugar luce abandonado, pero ¿Qué no lo está en estos días?

Cierros mis ojos un momento y mi mente se traslada casi mágicamente a otro tiempo y lugar, donde todo es tan diferente a lo que estoy viviendo hoy. Me veo a mi mismo tomando el desayuno junto a mi bella madre, padre y mi dos hermanas conversamos de las cosas que haríamos en el día y de trivialidades sin sentido, ni objetivo de las vidas vacías que llevamos, que tontos fuimos, nunca le dimos importancia a lo que nos rodeaba, ni como individuos, ni como familia y menos como sociedad, fuimos empujados en una vorágine de consumo, de cosas que nunca necesitamos pero que se nos decía que si, de la doctrina mediática que nos bombardeaba cada día, siempre pensando en nosotros indolentes ante el dolor ajeno, cada vez mas solos, alejándonos de todos gracias a nuestra tecnología, a nuestra ciencia, que nos confundía prometiéndonos unidad, cercanía y solidaridad con aquellos seres queridos que están lejos, alejándonos de aquellas personas que están a nuestro lado y a las que les gustaría sentir nuestro calor, nuestro amor, personas que necesitan un abrazo, un ¿cómo estás?, un simple te quiero.

Y así como fui transportado a ese lugar en mis memorias, un fuerte ruido me saco de ellos, efectivamente eran mis perseguidores, habían dado conmigo nuevamente, mi cuerpo había recobrado parte de su fuerza y mis piernas estaban más descansadas, sin pensarlo dos veces eche a correr en dirección opuesta, los escuche gritar: ¡está allí! No lo dejen escapar…, al escuchar esas palabras mi corazón se agitó y bombeo mas rápido la sangre, un fuerte disparo de adrenalina recorrió todo mi cuerpo, lo que me permitió dejar de sentir las fuertes aguijadas en mis piernas y alejarme de ellos un poco mas, corrí lo más rápido que pude, sin mirar atrás salí del parque, atravesé un callejón, me detuve en medio de la calle, mire a ambos lados y mis ojos no encontraron otros ojos con los cuales cruzarse, hacía semanas que a parte de mis perseguidores no me encontraba con nadie más, seguí corriendo y atravesé otro callejón con la esperanza de confundirlos y perderlos, entré a un edifico de apartamentos y subí a uno de los pisos mas altos que pude, me refugie en una de las habitaciones y vi como mis perseguidores cruzaban por el frente del edificio sin ni siquiera mirar.

Siento como las fuerzas de mi cuerpo me abandonan, siendo reemplazadas por un fuerte cansancio, mi corazón aun no se repone a la agitación anterior y el dolor en mis piernas es atroz, el apartamento aún esta amueblado y en la habitación en la que me encuentro hay una cama, aun está tendida, cubierta con una pequeña capa de polvo, sin pensarlo retiro la cubierta, dejando caer mi pesado cuerpo en ella. Cierro los ojos un momento y al abrirlos nuevamente veo que ya ha oscurecido, mi cuerpo ha recuperado la mayoría de sus fuerzas, ya no siento las piernas cansadas, mi estomago lanza un grito desesperado recordándome el hecho que desde hace veinticuatro horas no he comido nada.

Me levanto y observó detenidamente la habitación en la que estoy descansando, parece que perteneció a un adolescente, salgo de ella pues mi estomago no se detiene en su llanto por alimento, en la sala puedo observar fotos de las personas que habitaron ese hogar, en una de ellas al parecer están todos, tomo el cuadro en mis manos para observarlo con más detenimiento y veo una hermosa escena familiar, la madre y dos jóvenes jugando en la playa, deduzco que el padre se encontraba detrás del lente de la cámara, suelto la foto y sigo mis pasos hasta la cocina, no me molesto en abrir el refrigerador pues desde hace semanas no hay energía eléctrica, abro la llave de la cocina con la esperanza de que esta arrojase un poco de agua y mientras lo hago un fragmento de mi pasado llega a mi mente, haciéndome recordar una de esas mañanas en que salía de casa a trabajar y en mi camino me tope con una tubería que por la presión del agua se había aflojado y esta se escurría por toda la calle ante la mirada fría de las personas y la mía propia que solo la mire y seguí mi camino sin importarme los cientos de personas que habían en mi propio país que tenían que caminar kilómetros para conseguir un poco, si así es de irónica la vida, al terminar de abrir la llave compruebo para mi infortunio que la llave no arroja ni una gota de agua, mi estomago me vuelve a reclamar, talvez para que recuerde que no es sed que tengo, me adelanto hasta la alacena de la cocina y esta vez mi suerte fue diferente pues ahí delante de mi habían unas cuantas latas de comida, no era la gran cosa pero en comparación a las cosas que había tenido que comer esas últimas semanas, era un manjar, varias latas de maíz dulce, dos latas de tuna y finalmente una lata de guisantes.

Busco entre los cubiertos un cuchillo y una cuchara, me siento en una pequeña mesa ubicada al lado del refrigerador y destapo con desesperación la lata de maíz, no puedo contenerme y me bebo todo el liquido en el que se encontraban descansado y luego engullo como si de un animal se tratase todo el contenido de esa lata, observo las otras latas mi estomago aun grita, pero recuerdo que ese es todo el alimento que he visto en perfecta condiciones en días y bien podría servirme más adelante, regreso a la habitación donde había dormido busco entre las cosas del chico y encuentro una vieja mochila, dejo caer su contenido al suelo, vuelvo a la cocina recojo todas las latas y el cuchillo, miro la cuchara sonrío dándome cuenta que no la utilice para comerme el maíz, observo por la ventana y calculo que deben ser las alrededor de las 02:00 de la mañana, me recuesto nuevamente en aquella cama que había logrado hacerme descansar y nuevamente cierro mis ojos.

Duermo tranquilo, como no lo había hecho en semanas desde que ocurrió el suceso, ese suceso que inicio el efecto dominó que cambió todo y que nos cambio a todos.

Al despertar en la mañana decido revisar todas las habitaciones del apartamento buscando cosas que pudieran servirme, solo encontré un pantalón jean azul y un par de tenis en la habitación de los padres que me sirviera pues la ropa que llevaba puesta hasta ese momento, aparte del hecho de que estaba bastante maltratada, desprendía un olor muy intenso, aunque era de esperar, ya que la traía encima puesta desde hace semanas.

Mi estomago nuevamente me reclama pero hago caso omiso a su llanto, decido continuar mi camino, ya que imagino que mis perseguidores al no encontrarme regresarían sobre sus pasos y revisarían todo el lugar con el fin de hallarme. Ya en el pasillo decido revisar los demás apartamentos del edificio a ver si mi suerte me sonríe nuevamente y encuentro mas suplementos, reviso cada uno de los apartamentos en mi descenso hasta el primer nivel solo queda uno, cruzo los dedos y le pido a Dios que me favorezca por lo menos con una lata de jamón, entro con sigilo reviso la alacena, efectivamente está vacía mi estomago vuelve a rugir, por instinto abro la llave de la cocina y esta vez para mi sorpresa arroja agua, no mucha ni muy limpia, pero agua, ese liquido vital que hacia dos días no recorría mi paladar descendiendo hasta lo mas profundo de mi garganta, no lo pensé y me pegue del grifo, tome agua hasta quedar sin aliento, cerré la llave y me senté allí mismo en el suelo, pasados unos segundos me incorporo nuevamente, me dirijo al baño para comprobar si mi suerte no me ha abandonado, abro la llave de la regadera y esta escurre un poco de agua que se va incrementando gradualmente, me desvisto entró en la regadera permitiendo así que el agua recorra mi cabeza pasando por mi cuello deslizándose por todo mi cuerpo hasta llegar a mis pies saliendo de un tono mas oscuro del que había iniciado el recorrido, aunque no tengo jabón sentir esa sensación me hace recordar el último baño que tome junto a mi novia Carol, recuerdo que ese día llegue a su casa pasadas las ocho de la noche, nos besamos apasionadamente en el mueble de su casa y nos dirigimos a su habitación, entre caricias, besos y abrazos hicimos el amor en su suave cama, luego hablamos un poco de nuestros planes para el futuro, sobre el día de nuestra boda, nuestra vida juntos y cuanto hijos tendríamos, yo siempre le decía que solo quería dos, pero ella me reclamaba que ella quería una familia numerosa y entre risas, besos, abrazos terminamos haciendo el amor bajo la ducha de su baño, mientras el agua en nuestros cuerpos era testigo de nuestro amor.

Aun estaba navegando en esos recuerdos, cuando escuche un ruido en una de las habitaciones del apartamento que me helo el corazón, pensé habrán sido mis perseguidores que me escucharon, no no no, ¿qué haré?, rápidamente salgo del baño y me pongo los pantalones agarro el bulto que había tomado antes saco el cuchillo, si estaban aquí no me llevarían tan fácil, me acerco con mucho cuidado y de brinco entro a la habitación, la escena que me encuentro hace que el cuchillo caiga de mis manos, en el piso hay una pequeña niña de unos 6 o 7 años, trigueña, pelo castaño, ojos grandes y marrones, una de sus manos impedía la salida a la sangre que brotaba por su hombro, estaba descalza, lleva puesto un pequeño vestido que imagino que en algún momento fue blanco, pues ahora estaba cubierto de lodo y sangre, intento acercarme a ella, se arrastra haciendo un gran esfuerzo hasta la esquina de la habitación y me grita:

  • – Por favor, por favor señor, no me haga daño…
  • – Sshh tranquila pequeña, no voy a lastimarte solo quiero ver la herida que tienes.
  • – Por favor, por lo que más quiera, no me lastime – vuelve a decirme con lagrimas en los ojos y pierde el conocimiento en ese momento.

La tomo en mis brazos, la subo en la cama con mucho cuidado, compruebo la herida que tiene el brazo y confirmo para mi desgracia por el tipo de herida, que mis perseguidores también son sus perseguidores, pues hace unas semanas me habían hecho una herida parecida, aunque solo es superficial es inconfundible, ya que nuestros perseguidores utilizan arcos y flechas con punta de acero para que la herida tarde mas en sanar, reviso nuevamente la casa pero esta vez en busca de hilo, aguja, vendas y cualquier otra cosa que pudiera servirme para ayudar a la pequeña, busco agua y limpio con mucho cuidado la herida, no tengo nada con que esterilizar la aguja, por lo que le pido a Dios que no se le infecte.

Pasados 30 minutos he terminado, la herida está limpia y ya no le sangra, busco entre la poca ropa que encontré en ese departamento y encuentro unas cuantas ropitas de niño, entre ellos pantalones, t-shirt, tenis, las coloco a su lado, esperando pacientemente a que despierte. Una hora y media mas tarde lo hace al principio me miró con mucho miedo y se llevo la mano al hombro, observo como le había curado, dándose cuenta que no debía temerme, me levanto de mi asiento, señalo la ropa que había encontrado, salgo del cuarto y le digo: “hay agua en la regadera, si quieres date un baño”, me siento en uno de los sillones de la sala y al cabo de unos minutos oigo caer el agua, tiempo más tarde se presenta ante mi con su nueva vestimenta, sentándose frente a mi…

  • – Mi nombre es Lucia – hace una pequeña pausa y continua – tengo 7 años – me mira esperando que yo diga mi nombre, pero no digo nada y sigo observándola en silencio.
  • – ¿Qué pasa? No quieres hablarme…
  • – El mío es Carlos, ¿donde está tu familia pequeña? – me mira y de sus ojos empiezan a rodar lagrimas, mientras me cuenta como nuestros perseguidores estuvieron detrás de ellos por días, hasta que hace unas horas les dieron caza a su padre y madre, que la única que pudo escapar fue ella, con esa herida en su hombro.
  • – Señor Carlos, no tendrá algo de comer con usted, pues me duele mucho el estomago, no he comido nada en dos días – escuchar estas palabras hace que mi corazón se rompa en dos, me levanto de mi asiento ella me sigue, saco de la mochila una lata de maíz y una de tuna, las abro y se las doy, mi estomago al sentir el aroma de ese alimento, empieza a quejarse, no lo pienso y saco la última lata de maíz que me queda y la devoro.

La pequeña Lucia me da las gracias y me pregunta si puede quedarse conmigo, pues tiene mucho miedo de quedarse sola, miedo a que nuestros perseguidores den con ella, no quiere sufrir la misma suerte que han sufrido todos aquellos que son atrapados, le digo que no se preocupe que se prepare que salimos en unos minutos, observo el interior de la mochila y veo que solo queda una lata de atún y la de guisantes, busco en los armarios de la cocina encuentro unas cuantas vasijas en las cuales podemos cargar agua para el camino, ella se detiene junto a mi y me toma de la mano, la miro y sonrío.

Salimos del edificio con mucho sigilo cuidándonos de no ser vistos, deben ser las cinco pasado meridiano, nos dirigimos al puerto del norte en busca de una embarcación para irnos lo más lejos posible de aquel horrible lugar, al que una vez llame mi ciudad, ese era mi plan antes de encontrarme con Lucia e iba a seguir siéndolo, era el único chance de sobrevivir, pues me aterrorizaba mas allá de lo comprensible la idea de ser atrapado de nuevo por nuestros perseguidores y más ahora que estaba a cargo de esta pequeña, no dejaría que sucediera nuevamente, no podía permitirme perder a mas personas, aun puedo escuchar los gritos de angustia, dolor y desesperación de mis hermanas, mientras yo estaba amarrado impotente, escuchando las risas desquiciadas de nuestros perseguidores.

Caminamos siempre recostados de los edificios, anduvimos alrededor de treinta minutos, Lucia era fuerte pero podía notar cómo se sujetaba el hombro y el gesto de dolor que hacia su rostro al caminar, la herida debía estar doliéndole temía que pudiera infectarse su herida así que busque rápidamente con mi mirada una droguería donde conseguir cualquier medicamento que le sirviera, pero como era de esperarse no nos topamos con nada. Calculo que han transcurrido dos horas desde que salimos de aquel edificio y había oscurecido muy pronto, pero no podíamos detenernos en mi experiencia la noche era el momento perfecto para alejarnos lo mejor posible sin ser vistos por ellos, recorrimos unas cuadras mas y Lucia cae momentáneamente al suelo me dice que esta bien que no me preocupe, la ayudo a levantarse tomándola por el brazo izquierdo y puedo ver que esta empapada en sudor, la toco y está ardiendo en fiebre, reviso le herida y veo que tiene muy mal aspecto, solo pienso ¡Oh mi Dios, se le está infectando!, la miro a los ojos me regala una sonrisa, la tomo en mis brazos, camino los más rápido que puedo y de pronto ante mi aparece una droguería, tiene los vidrios rotos, pero es una droguería al fin y al cabo le pido a Dios que me permita encontrar algo que le sirva a la pequeña, no sé mucho de medicina, pero se que los antibióticos son buenos contra las infecciones y tomar mucha agua ayuda a que no se deshidrate, por lo que sin pensarlo corro hasta la botica, deposito a Lucia en uno de los mostradores y entre las pocas cosas que quedan descubro varios potes con la palabra antibióticos en ella, los tomo y se los doy con el agua que habíamos cargado, observo nuevamente la herida, la limpio lo mejor que puedo, busco gasas y alcohol, pero no lo encuentro, ¡Dios por favor ayúdame, no dejes morir a esta niña!, salen estas palabras de mi boca, me giro notando una puerta que dice almacén, corro hacia allá y cuando abro la puerta casi me muero del susto, allí había un hombre sentado o lo que queda de él, en su mano derecha tiene una pistola y la izquierda la tiene colocada en el estomago con una flecha clavada, lleva una bata de doctor puesta, por lo que deduzco que debía ser el dependiente, decido entrar y veo que detrás de él hay varias latas con comida y botellas de agua, a pesar de lo que estoy viendo ver esta comida me llena de felicidad, busco entre las cajas encuentro gasas, alcohol y vendas, que es exactamente lo que necesito ya cuando voy a salir para curar a Lucia, escucho dos voces, mi corazón se estremece me acerco con mucho cuidado a la puerta y presto atención a lo que están diciendo…

  • – Encontramos a la pequeña.
  • – Si, pero fíjate alguien curo su herida…
  • – ¿Qué?, déjame ver tienes razón deben estar cerca.

y al terminar estas palabras ambos sujetos sacaron cuchillos, empezaron a mirar detenidamente todo el lugar, mi corazón late a toda prisa, no sé qué hacer, el miedo me invade, me quede paralizado hasta que escuche en lo mas profundo de mi corazón, los gritos de dolor de mis hermanas sacándome del shock, me lleno de furia, miro el cuerpo esquelético del dependiente, le arranque de un tirón el arma que llevaba en sus manos, la reviso con rapidez es un revolver de seis cilindros, aun tiene cuatro balas en ellos, miro de reojo a mis perseguidores se habían separado en cada extremo de la droguería, mi posición con respecto a ellos es justo en el centro de ambos, disimulo lo mas que puedo la mano en la que tengo el revólver, pues no soy muy bueno disparando y solo dispongo de cuatro balas, deben estar cerca, bastante cerca. Les grito “que buscan cara de renacuajos”, ambos me miran y se lanzan a toda carrera en pos de mi, en ese instante el tiempo lo sentí que transcurrió mas lento, los veo acercase cada uno por un lado, uno de ellos estaba más cerca, al aproximarse da un salto sosteniendo el cuchillo con ambas manos, me impulse hacia atrás, apreté el gatillo veo como el revólver escupe una pequeña llamarada de fuego de la frente del sujeto se escapa un chorro de sangre, cayendo desplomado justo en el lugar donde antes me encontraba yo, el otro sujeto se detuvo un instante, me miro con sus ojos inyectados en sangre, corriendo nuevamente gritándome “maldito mataste a mi hermano”, levanto mi brazo nuevamente, aprieto el gatillo dos veces y escucho como cae desplomado frente a mis pies, una de las balas le atravesó el pecho del lado izquierdo y la otra entro por el estomago y salio por su espalda.

No puedo creerlo he vuelto a matar, aun con el brazo levantado del revolver sale un poco de humo, el cuerpo del segundo sujeto se mueve doy un brinco hacia atrás y le apunto con la única bala que me queda, el se voltea a duras penas y sonríe “crees que has ganado imbécil, coff, coff, yo y mi hermano solo somos exploradores cuando vean que no regresemos, todos vendrán detrás de ti y de esa deliciosa pequeña, ja ja ja”, y al recitar esas palabras murió, mi corazón seguía bombeando sangre bastante rápido cuando escuchó a Lucia quejarse del dolor de su hombro, recuerdo que debía curarla busco rápidamente lo que necesito en el almacén, la limpio lo mejor que puedo, la desinfecto y le dio un analgésico para el dolor, llevo los cuerpos de los dos sujetos al almacén, les quito los cuchillos que llevan con ellos, tomo los alimentos que encontré y noto que uno de ellos tiene un reloj en su brazo que aun sirve, lo tomo de su cuerpo, me lo pongo, el reloj marca las 10:00 de la noche, no me siento muy cansado aun por lo que decido seguir mi ruta, tomo a la pequeña en mis brazos, está profundamente dormida y empiezo a caminar, esperando que pase un tiempo antes que encuentren a esos dos.

Según mis conocimientos de la ciudad, yo no debía estar lejos del puerto después de estas semanas huyendo, escondiéndome, debía estar a no menos de dos o tres kilómetros, llevando a Lucia en mis brazos sabía que me cansaría un poco más deprisa, pero aun así no debería tomarme unas dos o tres horas llegar.

Mientras caminaba miré al cielo, vi la hermosa luna que alumbraba mi camino y recordé aquel viernes cuando todo cambio, recuerdo que me levante muy temprano fui a la cocina después de asearme como de costumbre, junto a mis dos pequeñas hermanas que se alistaban para ir a la escuela, mi padre leía el periódico, en ese momento siento un leve mareo, mi corazón se hiela al escuchar un fuerte estruendo, nos llevamos las manos a los oídos que nos zumbaban y dolían, luego sentí un leve movimiento en el piso, y de improviso el suelo bajo mis pies se sacudió con bastante fuerza, la energía se fue, todo quedó a oscuras, nuestra casa empezó a desplomarse por zonas, primero cayó el techo de la cocina, mi padre me agarro por los hombros me pidió que sacara a mis hermanas a la calle, que el ayudaría a mi madre que estaba en el baño en ese momento, tomo a mis pequeñas hermanas por la cintura me las hecho al hombro y corro con ellas hacia fuera, tratando de no perder el equilibrio, pues no aun el suelo seguía sacudiéndose, no bien he salido me doy vuelta y veo como toda la casa se viene abajo, mis hermanas lloran y gritan al unísono “papi, mami, papi, mami”¸ no se que hacer, de mis ojos se escapan lagrimas sin que pueda evitarlo, al ver a mis hermanas llorar, aun el suelo tiembla veo otras casas caer, el cielo se ha oscurecido, los postes de luz caen a mi alrededor, otra vez un fuerte estruendo, no sé qué hacer el miedo domina mi corazón, mis hermanas no dejan de llorar y se abrazan fuertemente a mi cuello bajan sus cabezas ocultando su vista, personas salen corriendo de sus hogares al igual que he hecho yo, aun no puedo creer que el suelo continúe temblando, veo automóviles correr y arrollar personas en su huida desesperada, en un momento todo se detiene, todos en la calle nos observamos el cielo aun esta oscuro, de el empiezan a caer pequeñas gotas de agua, uno de los vecinos grita “es el fin de los tiempo, es el fin de los tiempos”, me acerco a los escombros de mi casa, nada se mueve, mis hermanas lloran desconsoladas la muerte de mis padres, yo no se que hacer, caigo de rodillas y mis ojos no paran de llorar, puedo escuchar el llanto de todos mis vecinos, ¿Qué ha pasado? nosotros vivíamos cerca de la costa, por lo que tengo conocimientos gracias a mi padre de navegación marítima ya que era dueño de un pequeño bote, recordé en aquel momento de terror, que seguido a un terremoto tan fuerte como el que acababa de pasar, puede seguir un tsunami, me levante con lagrimas en mis ojos y empecé a correr con mis hermanas en brazos, escuché a las personas decir “Este ya se volvió loco”, no me detuve, después de 15 cuadras alejándome lo más que podía de mi casa, me quedo sin aliento, los brazos me duelen un poco por el peso de mis hermanas, veo una camioneta que aun tiene las llaves en el motor, introduzco a mis hermanas dentro del vehículo lo pongo en marcha y me alejo como loco de allí, enciendo la radio pero hay un silencio total, veo a las personas frente a sus hogares pero no les aviso del peligro que se avecina, miro por el retrovisor y puedo ver una sombra negra siguiéndonos a toda velocidad, acelero el vehiculo lo más que puedo ya que las calles están llenas de escombros y postes de luz en ellas, me fijo nuevamente y no es una sombra como creía, es agua, el tsunami ya ha golpeado tierra y trae consigo miles de escombros que amenazan con arroparnos, puedo ver como arrastra consigo a las personas que voy dejando detrás, muchas de ellas suben al techo de sus casas, los que no lo logran son aplastados por los escombros que hay en el agua, cruzo un declive y logro poner mayor distancia entre el agua y yo, mis hermanas aun lloran y se abrazan mutuamente.

Luego de unas semanas malviviendo y en compañía de otras personas que encontramos en el camino nos dirigimos a la costa norte de nuestro país, íbamos a pie pues la camioneta se había quedado sin combustible hace semanas, las estaciones de gasolina que habíamos visto al parecer se habían incendiado. Una noche mientras dormíamos un grupo de hombres armados con machetes, cuchillos y todo tipo de armas blancas que pudiera imaginar nos rodearon, y ante la mirada atónita de todos tomaran a una señora de alrededor de cincuenta y cinco años, cortaron su cabeza y empezaron a cortar su cuerpo como si de un animal se tratara, se repartieron sus restos comiéndolos allí mismo frente a nosotros, mis ojos no daban crédito a lo que estaba observando, mire a mi alrededor pues pensé que había despertado en el infierno, uno de los hombres se levanto del piso y agredió a uno de estos caníbales todos se le fueron a arriba, en ese momento aproveche el descuido, tome a mis hermanas y eché a correr, pensé que como estaban entretenidos con los demás no me seguirían, grave error, tres de ellos lo hicieron me detuve un momento y les dije a mis hermanas que debían seguir sin mi, que las alcanzaría luego, les digo que busquen un lugar donde esconderse, me quedo a esperar a nuestros perseguidores para sorprenderles mis hermanas se habían alejado de mi vista, tomo un madero con forma de bate que estaba a mi lado izquierdo recuerdo el ataque a la señora su cabeza cayendo al suelo, como la despedazaron y comieron su carne enfrente nuestro, le pido a Dios que cuide de mis hermanas y en ese momento aparecen frente a mi dos de ellos y sonríen, luego siento un fuerte golpe en la mi nuca y todo se vuelve oscuridad.

No sé cuanto tiempo transcurrió desde que perdí el conocimiento, pero al despertar escucho los gritos desesperados de mis hermanas, sus llantos de dolor y angustia, intento moverme pero en ese momento es que percibo que mis manos están atadas a mi espalda, no puedo hacer nada, escucho como afilan sus cuchillos, uno de ellos se acerca a mi gritándole a los demás “hey este ya se despertó”, “perfecto tráelo para que disfrute del show”, me toma por los pies arrastrándome hasta donde se encuentran mis hermanas, mis ojos tratan de salir de sus orbitas al ver a mis pequeñas hermanas atadas con las roas hechas harapos, golpeadas le pido a Dios que no hayan sido abusadas sexualmente, a duras penas me levanto, ellos me miran riendo y en ese momento noté en sus ojos lo desquiciados que estaban, uno de ellos se acerca a mi golpeándome fuerte en el estomago, mientras caigo de rodillas mis hermanas gritan “hermano, hermano, ayúdanos”, acto seguido uno de los sujetos le clava su cuchillo en su pecho atravesándole su corazón, lo saca y sin dar respiro lo introduce en el pecho de mi otra hermana, las miro a sus ojos y puedo notar como la luz se apaga en ellos, la furia invade mi alma me levanto dispuesto a morir en ese instante, pero no antes sin llevarme a uno de esos malditos conmigo, utilizando mi cabeza empujo al que estaba mas cerca de mi a una pila de escombros y éste al caer en una viga de acero atravesándole el pecho, rápidamente cruzo mis brazos por debajo de mis piernas, agarro una pequeña hacha y sin pensarlo me hecho a correr hacia ellos, uno de ellos intenta golpearme lo esquivo doy una vuelta sobre mi mismo y de un golpe le rebano el cuello, el otro se voltea me mira con ojos de asombro levanto el hacha y sonríe, cierra los ojos mientras introduzco el hacha en su cabeza sin piedad, una y otra vez hasta quedar exhausto, tomo los cuerpos de mis hermanas y cavo lo más rápido que puedo dos pequeñas fosas, las entierro mientras mis lagrimas escapan de mis ojos y digo una oración pidiéndoles perdón, encamino mis pasos hasta donde el grupo dormía la noche anterior, ya no había nadie allí, pude ver huesos apilados a un lado de la calle, me sentía miserable había dejado que mis hermanas muriesen, no había sido capaz de protegerlas, merecía la muerte y como si alguien me hubiese escuchado una flecha cruzo cerca de mi brazo derecho haciendo una herida de medio centímetro de profundidad en mi hombro, no pude ver de donde vino pero no me quede de pie esperando que me arrojasen otra mas certera, empecé a correr en dirección norte, sin descanso, les escuche gritar “allí está la rata, allí está la rata que se escapó anoche, no le dejen escapar”, y así pasaron semanas escapando de ellos, escondiéndome y sobreviviendo, en una que otra ocasión les escuche a hablar, eran un grupo grande que se dedicaban a cazar a las personas para comerlas, si a eso nos habíamos reducidos, los mas fuertes y locos de nuestra sociedad se habían vuelto contra los más débiles, los cuales nos habíamos convertido en carne para ellos, pero viéndolo desde un punto de vista, las cosas no habían cambiado tanto.

Pasadas unas horas puedo divisar el reflejo de la luna en el mar, gracias a Dios ya hemos llegado, despierto a Lucia quien me dice que ya está mejor que puede caminar por si misma que ha descansado, le toco la frente y compruebo que no tiene fiebre, miro el reloj y éste marca las 02:30 de la mañana, creo que me tomó mas de lo que pensaba llegar al puerto, nos acercamos a las embarcaciones tipo vela, las reviso y saco lo de de mas valor de una de ellas montándolas en la otra, amontono toda la basura que puedo encontrar en la que había saqueado y la enciendo con una caja de cerillas que había encontrado, Lucia me pregunta porque hago eso, le explico que es posible que nuestros perseguidores lleguen hasta aquí y no me gustaría tener que lidiar con ellos en el mar ella sonríe, nos subimos a la embarcación, verifico que cantidad de combustible aun tiene, marca medio tanque, con eso calculo que podemos llegar a mar adentro, de ahí le viento será que nos impulse, nos abrazamos esperando que esta pesadilla halla terminado, enciendo el motor y nos alejamos de la costa sin mirar atrás.

Fin

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