Capítulo II

Capítulo II

Damazul

17/02/2025

Capítulo II

Al día siguiente Ana se levantó como cada día, se duchó, se arregló y preparó el desayuno para toda su familia. Tras tomar el suyo y despedirse de su marido y de sus hijos se dirigió a su trabajo.

Por el camino no paraba de pensar en la carta y la cita que tendría ese día. No dejaba de preguntarse si realmente quería o no saber. También recordó que no le había contado nada a su marido, cosa rara porque siempre se lo contaba todo, pero esto era algo tan íntimo y raro que no sabía si contarlo o no. Además, ya se lo contaría cuando hubiera hablado con el hombre que decía ser su padre.

Ensimismada en sus pensamientos llegó a su destino casi sin ser consciente de ello, vaya que había conducido casi automáticamente con el peligro que eso suponía, ni se había dado cuenta de lo que estaba haciendo.

La mañana de trabajo pasó como todas y consiguió no pensar demasiado en la cita que tenía, mejor que le habían impuesto, ese día.

Llegó la hora de salir y, a qué engañarse, le entraron los nervios, quién sería la persona que le había escrito, lo mismo no venía. Además, ella no sabía qué cara tenía ese hombre y como él no la abordara no lo reconocería.

Algo nerviosa salió a la calle y se encaminó hacia su coche. Antes de llegar a él vio a un hombre mayor, alto, vestido con un traje, elegante y hasta cierto punto atractivo que se dirigió sin dudar hacia ella.

-¡Hola, Ana! ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu madre?

Ella dirigió sus ojos hacia el hombre y su mirada fue toda una interrogación, pero no se sintió capaz de decir nada

-¡Cómo te pareces a tu madre!- Exclamó el hombre mientras la miraba.- -Sí, soy tu padre y me alegro que por fin podamos conocernos y hablar.

Ana lo miró directamente a los ojos y solo pudo decir:

-No entiendo nada.

-Lo imagino y estoy aquí para que lo entiendas todo, pero la charla va a ser larga y creo que mejor, si estás de acuerdo, entramos en un bar, nos sentamos y charlamos tranquilamente.

-Vale-dijo la mujer de una manera mecánica y casi inaudible.

-No tengas miedo, no te voy a hacer ningún daño, además estaremos en un lugar público y tú puedes elegir el momento en que te vas.

-Es que yo…..

-Si no me quieres escuchas lo entenderé, pero te aseguro que será bueno para los dos, para ti y para mí, que lo hagas. Mira, ahí enfrente hay una cafetería, vamos, si estás de acuerdo.

-Vamos- dijo la mujer ahora de manera un poco más firme.

Él delante y ella detrás entraron en la cafetería. Buscaron una mesa algo apartada y se sentaron.

El camarero se acercó y pidieron las consumiciones que éste no tardó en traer.

Ya con las bebidas en la mesa Ana interrogó al hombre:

-¿Y bien?

-No puedo dejar de mirarte y ver a la vez a tu madre y a ti, me parece tan increíble poder estar hoy hablando contigo después de tantos años y de tantas cosas como han pasado desde que naciste. Además, si te miró y no hablas me parece estar viendo otra vez a tu madre hace muchos años y también a mí mismo cuando era mucho más joven.

-Se supone que estamos aquí para hablar así que…..´- Cortó Ana

El hombre la volvió a mirar a los ojos y le dijo:

-Vale, ya empiezo, pero para que entienda la historia me he de remontarme muy atrás, a la época en que tu madre era una adolescente. Te pido que tengas paciencia porque la charla va a ser larga.

-Soy todo oídos así que empiece, por favor.

.Me gustaría que me tutearas, pero entiendo que así de entrada….

-No puedo.- Completó la mujer.

-Vale, empezaré.

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