Capítulo 1: La Noche del Destino

Capítulo 1: La Noche del Destino

Capítulo 1: La Noche del Destino

Bajo el manto de un cielo tachonado de estrellas, la aldea de Thalindor dormitaba en silencio, ajena al giro del destino que se cernía sobre uno de sus habitantes. En una humilde cabaña en las afueras, una luz parpadeante se colaba por las rendijas de las ventanas cerradas, anunciando que, a pesar de la hora, no todos dormían.

Hauke estaba de pie frente a un espejo desgastado, examinando su reflejo con una mezcla de expectación y nerviosismo. Era un joven de estatura media, con cabello castaño desordenado que caía sobre una frente pensativa y ojos verdes que brillaban con una intensidad poco común, como si reflejaran la misma luz de las estrellas. En su muñeca izquierda, una marca en forma de luna creciente se destacaba contra su piel pálida, un recordatorio constante de su conexión con el mundo de la magia lunar.

La habitación estaba adornada con objetos simples pero queridos: una cama de madera cubierta con una colcha tejida a mano, una estantería llena de libros gastados y varios pergaminos esparcidos sobre una mesa de trabajo. Cada objeto contaba una historia, una parte de la vida de Hauke que pronto quedaría atrás.

Una suave llamada a la puerta rompió el silencio. «Hauke, ¿estás despierto?» La voz de Suri, su tía y guardiana, era cálida pero teñida de preocupación.

«Sí, tía Suri, pasa,» respondió Hauke, girándose para recibir a la mujer que había sido su faro en la vida desde la misteriosa desaparición de sus padres.

Suri entró, su figura envuelta en un chal tejido. A pesar de las arrugas en su rostro y el cabello salpicado de canas, sus ojos reflejaban una fortaleza y sabiduría que inspiraban tanto respeto como amor. Se acercó a Hauke y le tomó de las manos, mirándolo directamente a los ojos.

«Hoy es una noche especial, Hauke. Tu 16º cumpleaños, la noche en que todo cambia,» dijo con suavidad. «¿Estás preparado para lo que viene?»

Hauke asintió, aunque una corriente de inquietud recorría su ser. «Estoy listo, tía. Pero no puedo evitar sentirme… nervioso. No sé qué esperar.»

«Es natural sentirse así,» dijo Suri, apretando sus manos con cariño. «La vida de un mago está llena de incertidumbres y maravillas. Pero recuerda, tienes el poder de las estrellas corriendo por tus venas. Eres más fuerte de lo que crees.»

Justo entonces, un suave resplandor comenzó a filtrarse por la ventana, bañando la habitación con una luz plateada. Hauke y Suri intercambiaron una mirada de entendimiento. Era hora.

Juntos, salieron de la cabaña y se adentraron en la noche, dirigiéndose hacia un claro en el bosque cercano. La luz de la luna llena iluminaba el camino, sus rayos parecían danzar alrededor de Hauke, acariciando su piel y susurrándole al oído en un lenguaje antiguo y olvidado.

Al llegar al claro, Suri se detuvo y soltó las manos de Hauke. «Este es tu momento, Hauke. La magia lunar está en su punto más fuerte, y es aquí donde tu conexión se revelará por completo. No temas, confía en tu poder.»

Hauke asintió, sintiendo cómo cada latido de su corazón resonaba con el pulso antiguo de la tierra bajo sus pies. Dio un paso al centro del claro, donde la luz de la luna llena bañaba el suelo en un círculo perfecto, como si el mismo cielo hubiera trazado un escenario solo para él. Cerró los ojos y extendió los brazos, su piel erizada por la anticipación y el poder que se acumulaba en el aire.

La energía de la luna fluía a través de él, un río de luz plateada que se entrelazaba con su ser. Palabras antiguas, nacidas de una época en que la magia y la naturaleza eran una, comenzaron a formarse en su mente. Eran palabras que nunca había escuchado, pero que resonaban con una verdad que sentía hasta la médula. «Aeloria Lunae,» murmuró, su voz convirtiéndose en parte del viento nocturno.

Al pronunciar las palabras, una luz brillante emanó de su marca lunar, iluminando el claro con un resplandor sobrenatural. La marca, que siempre había sido un simple símbolo, ahora palpitaba con vida, un enlace directo entre él y el cosmos. Sintió una oleada de poder, una fuerza que no solo lo llenaba sino que también lo conectaba con todo lo que lo rodeaba: la tierra, el aire, la misma luz de las estrellas.

El mundo parecía responder al hechizo. Los árboles susurraban en un idioma olvidado, las hojas danzaban en un remolino de colores plateados, y el mismo aire se cargaba con una expectación eléctrica. Hauke se encontraba en el centro de este torbellino mágico, un conductor de la energía ancestral que fluía a través del universo.

Cuando el hechizo llegó a su fin, la luz se desvaneció lentamente, dejando el claro bañado en un suave resplandor lunar. Hauke se sintió diferente, como si las mismas corrientes del tiempo y el espacio hubieran cambiado su curso a su alrededor. Abrió los ojos para encontrar a Suri mirándolo con una mezcla de lágrimas y orgullo en los suyos.

«Aeloria Lunae, Hauke,» dijo ella con voz temblorosa. «El hechizo de Despertar. Lo has pronunciado perfectamente, como si siempre hubiera sido parte de ti. Es un hechizo antiguo, uno que conecta a los magos con la esencia de la magia lunar y los prepara para el poder que están destinados a manejar.»

Hauke miró hacia el cielo, donde la luna todavía brillaba con fuerza, y sintió una conexión inquebrantable con el cosmos. «Aeloria Lunae,» repitió, saboreando las palabras, sintiendo cómo resonaban en su alma. Era más que un hechizo; era una promesa, una afirmación de su lugar en el tapiz de la magia.

Mientras la noche continuaba su curso, Hauke se quedó en el claro, contemplando las estrellas y la luna que había sido su guía. Sabía que el camino por delante estaría lleno de desafíos y descubrimientos, pero en ese momento, bajo la luz de un cielo que le pertenecía, se sintió listo para enfrentar cualquier cosa.

Suri observó a Hauke mientras se alejaba, su figura lentamente tragada por la bruma matutina. Aunque su corazón estaba pesado con la preocupación de una madre, sabía que este era el camino que Hauke debía tomar, solo.

Mientras Hauke caminaba, la familiaridad del bosque que había sido su hogar durante tanto tiempo comenzó a sentirse diferente. Cada sombra parecía susurrar historias antiguas, y cada brisa llevaba ecos de un pasado misterioso. Era como si el bosque mismo estuviera reconociendo el cambio dentro de él, saludándolo no como un niño, sino como uno de los suyos: un ser de poder y misterio

A medida que avanzaba, la luz del amanecer comenzó a teñir el cielo con tonos de naranja y rosa, un espectáculo que había visto innumerables veces pero que ahora parecía celebrar su despertar. Los sonidos del bosque cobraron vida, el canto de los pájaros, el susurro de las hojas y el distante murmullo de un arroyo, todos formando un coro que parecía guiar sus pasos.

A su lado, siempre fiel y atento, caminaba Koko, una presencia pequeña pero significativa. Con una estatura modesta de no más de 30 centímetros, su pelaje era de un blanco puro que brillaba bajo la luz de la luna, contrastando con sus penetrantes ojos negros que irradiaban una mirada profunda, curiosa y alegre. A pesar de su tamaño, se movía con una gracia y una alerta que solo podían provenir de una criatura de magia. Cada paso que daba parecía medido y lleno de intención, como si estuviera en sintonía con el mundo que lo rodeaba de una manera que pocos podían entender.

Hauke se detuvo un momento para inclinarse y acariciar el suave pelaje de Koko, sintiendo la conexión especial que compartían. Era más que un mero compañero; Koko era un reflejo de su alma, una manifestación física de su poder creciente y un guardián en el viaje que tenían por delante. La forma en que Koko lo miraba, con esos ojos negros y brillantes, era un recordatorio constante de la aventura y los misterios que los esperaban. Juntos, formaban un vínculo que iba más allá de la amistad, unidos por un destino compartido y una magia que los envolvía a ambos.

A medida que el sol ascendía, bañando el mundo en su luz dorada, Hauke se encontró en un claro que no recordaba haber visitado antes. En el centro, había un estanque, su superficie tranquila reflejando el cielo recién iluminado. Se acercó, impulsado por una curiosidad que no podía explicar.

Al mirar su reflejo en el agua, vio no solo su propio rostro, sino destellos de algo más: imágenes de lugares que nunca había visitado, rostros que nunca había visto y fragmentos de batallas y momentos de asombro. Era como si el estanque le mostrara no lo que era, sino lo que podría ser.

El reflejo cambió, mostrando una figura solitaria en una torre alta, rodeada de libros y pergaminos. Era un hombre mayor, con cabello plateado y ojos que ardían con un conocimiento y una tristeza insondables. Hauke sintió que, de alguna manera, este hombre estaba esperándolo, que tenía respuestas a las preguntas que ardían en su alma.

Sacudiendo la cabeza para despejar la visión, Hauke se enderezó y miró alrededor del claro una vez más. Era un lugar de poder, un lugar donde la magia del mundo parecía fluir y converger. Y él, un joven en el umbral de su destino, había sido guiado hasta aquí.

Con una respiración profunda, Hauke se giró y continuó su camino, sabiendo que cada paso lo llevaba más cerca de la verdad, más cerca de su destino. Y mientras caminaba, las palabras de su madre resonaban en su mente: «Confía en tu corazón, Hauke. En él reside tu verdadero poder.»

  • Es la primera obra que escribo, por ello, sé que hay muchas cosas que mejorar.
  • Sé que puede haber faltas ortográficas y pido perdón por ello.
  • Opiniones, valoraciones, preguntas i/o aportaciones, siempre des del respeto, son bienvenidas.
  • Espero que disfruten de la historia!!

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