Era un domingo soleado, decidí ir al parque. Quería respirar aire fresco. diferencia de los demás, yo odiaba el clima caluroso.

-¿Qué te pasa? me pregunto Olivia.

-Sabes que odio este clima.

-Cierto solo que no logro comprenderte.

-Ya te lo he dicho me da náuseas.

Después de un rato me fui a casa pues me dolía mucho la cabeza. Prendí la televisión y 5 minutos después me quede dormido. Tuve un sueño extraño. Soñé que nevaba y hacia frio, pero en vez de alegrarme como siempre, me encontraba enojado y el dolor de cabeza me estaba matando, de pronto mi pierna empezó a arderme, era un dolor indescriptible, cuando la vi me di cuenta de que tenía una herida enorme, era una cortada muy profunda y la sangre caía a montones y grité, grité con todas mis fuerzas y entonces desperté, revise rápidamente mi pierna pero estaba intacta.

Decidí ir a casa de Olivia porque era la mejor escuchando y además buena consejera.

-Muy interesante. dijo Olivia en cuanto termino de escucharme.

-Que hayas sentido náuseas durante el sueño puede ser solo un reflejo de lo que sentiste todo el día, pero no le encuentro sentido a tu herida. añadió

Seguimos hablando por un rato y después comimos, seguido de ello vimos un aburrido programa con su mamá sobre una señora mayor que había sobrevivido a un accidente de auto, pero yo no podía dejar de pensar en aquel sueño. Agradecí a Olivia y a su mamá su hospitalidad y regrese casa.

Al llegar a mi casa tomé de la cocina una bolsita de té de las que toma mi mamá para dormir más rápido, tenía la esperanza de que durante la noche pudiera retomar mi sueño. Me preparé el té y lo tomé rápidamente, subí corriendo a mi cuarto y me acosté inmediatamente, listo para dormir.

No tardé mucho en quedarme dormido, pero mi sueño esta vez no continuó, en cambio soñé algo completamente diferente, era un día lluvioso y nublado, yo me encontraba viendo la televisión. A mi lado se encontraba un gato blanco con mucho pelo, el gato me miraba fijamente con sus saltones y azules ojos. Intenté acariciarlo pero el gato se apartó de mi lado. Lo ignoré y continué viendo la televisión, cuando me di la vuelta, el gato ya no estaba ahí.

-¡Hijo! Me llamo mi mamá.

Entonces desperté, lo primero que pensé fue que mi sueño había sido bastante aburrido y que de seguro no tenía ningún significado, después fui a ver que necesitaba mi mamá.

-¿Qué sucede dije cuando llegué.

-Nada, solo quería saber que haces. respondió mi mamá. 

-Me quedé dormido. respondí

-¿A las 7 de la tarde?

-Tenía mucho sueño. me excusé.

-Esta bien. dijo mi mamá.

-Ya pronto sera tu cumpleaños. me recordó mamá.

-Ah, sí. dije indiferente.

En general mis cumpleaños siempre son de lo peor. Desde que tengo memoria son demasiado aburridos, hay varios invitados, generalmente toda la familia y amigos. Pero la mayoría de ellos no me importan y a ellos tampoco les importo yo. Mis compañeros de la escuela son en general lo que se podría decir amables conmigo pero durante la fiesta ninguno habla conmigo, todos van con sus respectivos grupos. Mientras tanto mi familia solo se la pasan peleando y ni si quiera me voltean a mirar. La única que me habla es Olivia, y no me malinterpreten, me encanta pasar tiempo con ella, solo que me agobia estar rodeado de tantas personas, me da algo… , bueno supongo que para este punto de la historia ya se imaginaran qué… Náuseas.

-Genial. dije dirigiéndome de nuevo a mi mamá. -Estoy muy emocionado. dije forzando una sonrisa.

-Pues no lo pareces ¿Sucede algo?

-No. respondí.

Si le contaba a mi mamá este asunto de los sueños y de las náuseas me diría que no me preocupara, que soñar ese tipo de cosas es normal. Aunque en el fondo de seguro se preocuparía mucho, y eso era la último que quería.

-¿Qué tal te fue en casa de Olivia?

-Muy bien.

No tenía ganas de hablar y se que mi mamá lo notó porque inmediatamente dijo:

-Se que estas cansado hijo. Vuelve a dormir. Estaré aquí por si me necesitas.

Me dio un fuerte abrazo y me sonrió salvo que esa no era su sonrisa, parecía falsa, forzada. Desde hace un tiempo que mi mamá estaba así, algo triste, supuse que era por la muerte de mi tía Elisa. Ya varias veces me la había encontrado llorando, cuando regresaba de la escuela  o cuando entraba a su habitación a buscar algo, ella rápidamente en cuanto yo entraba.

-Mamá… dije.

-¿Qué sucede hijo?

-Hace tiempo que te veo muy triste mamá. ¿Qué sucede? ¿Hay algo que quieras hablar? ¿Es por la muerte de Elisa?

Entonces mamá rompió en lágrimas y me abrazó. No dijo nada por un largo tiempo y yo tampoco, solo deje que me abrazara. 

-Esto no es por tu tía, al menos no por completo. dijo finalmente.

-¿Qué? ¿Entonces que pasa?

-Después de la muerte de Elisa fui a pedir unos días de descanso a la oficina, pensé que seria lo mejor ya que estaba muy deprimida y supuse que trabajar así no era la mejor opción. Cuando llegué a la oficina mi jefe ni siquiera me saludo solo empezó a encargarme un montón de tareas, estaba muy enojado y no tuve el valor de decirle… estaba distraída y confundida que yo olvidé reprogramar una reunión importante y…

– ¿Te despidieron? pregunté asustado.

-Mamá estaba muy triste y me miro como si creyera que iba a regañarla…

-Perdóname. dijo sollozando.

-No es tu culpa mamá.

Volví a abrazarla y le prometí que todo estaría bien, aunque no estaba del todo seguro…

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