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En la vasta llanura, los ríos se encuentran
Babilonia tiene su corazón de arcilla y oro
En el cielo inclina su rostro
Marduk, dios de la tormenta, se alza soberano.
Hammurabi, forjador de destinos
levanta la ciudad como estrella del Éufrates
corona a Marduk como cabeza del cosmos
su nombre resuena en los confines de la tierra.
¡Oh Marduk! domador del caos
tu espada separa las aguas de Tiamat
y de su cuerpo vencido creas los cielos
los montes, los mares, el hogar de los hombres.
En la asamblea de dioses, truena tu voz:
«Yo seré el guardián, el rey entre reyes.
Mi aliento dará vida a la arcilla,
mi ley será eterna como las estrellas.»
Babilonia, templo de grandeza,
tu zigurat toca el pecho de Anu
tus calles vibran con el pulso de los siglos
en cada piedra, resuena tu nombre.
¿Será el mito más grande que la corona?
¿El poder, mayor que el río que todo arrasa?
En los muros de Babilonia,
la gloria y el polvo se mezclan.
¡Oh Marduk! dios forjado en la ambición
tu nombre perdura en la lengua del viento
los hombres recordarán que,
en el fragor del poder
el tiempo, siempre
cincelará sus huellas.
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