Borrador de pensamientos perdidos en la madrugada P1

No importa si nadie lo lee. He de decir que mucho de lo que siento lo escribo, mucho de lo que escribo lo deliro… Una página a la vez la sombra que crece en mi se hace más grande, se me acaban las palabras y se ennegrece el sol. Ya no soy aquel niño feliz, soy el hombre quebrado y mal logrado que no quise ser, pero que ahora abrazo para que siga escribiendo… Una página a la vez, mi poesía se hace llanto, por las noches en velas que he pasado, por los lugares fúnebres a los que asisto a rodearme de individuos pensantes que mal tiran su vida como Yo. El mismo egocéntrico que pide ayuda sin pedirla, el que en ocasiones ya no aguanta verse al espejo y ver qué todo rastro de lo que era se desvaneció por gula y ansiedad, la misma que lo mantiene despierto, escribiendo una página a la vez, las veces que la vida me ha decepcionado, las veces que lloré, los recuerdos que dí, todos y cada una de las veces que culpé a alguien por cosas que yo hice. Me carcome la culpa como la sal al acero, lentamente ennegrece mi alma y la transforma en algo sin forma que ya ni yo mismo reconozco. Y conforme pasa el tiempo se hacen más difíciles las palabras, más molestas las lecturas y más altisonante la vulgaridad de mis palabras, pero aquí sigo. Con un pie en el precipicio, ahogado en el vertiginoso cielo que depara caer y destronarme si doy un paso en falso, pero sigo… Y eso, es en ocasiones lo importante, por qué si me desplomo se caen conmigo otras cosas que no veo, cosas que yo no soy capaz de percibir, pero que la congoja me llama a querer saber… Siempre pienso lo mismo, no me gustaría que en mi horrible descanso mortuorio alguien confesase que me amó, o que se arrepiente de no haberme dicho cuánto me quería, por qué eso pasa, yo lo he hecho, me he tatuado en honor a un amigo que perdí, aunque de hecho también lo haría por mi hermano. Pero para allá voy, no me gustaría vivir en arrepentimiento, por eso cuando digo que quiero es por qué quiero, cuando amo es por qué mi mundo no sería el mismo sin dicha persona, y cuando debo de odiar concedo segundas oportunidades. Mi alma está demasiado teñida como para contagiar a los demás de mi miseria y escribo esto pensando que no tomé el mal camino, el camino que llevé a mi madre a la tristeza, a mis hermanos a la incertidumbre los que me apreciaban a odiarme….