Don Manuel candelero

“Quien juye de su sombra, se epanta de toitica cosa”

“Ei que truquea taide o temprano se tambalea.

El pueblo y el campo dormían todavía, y yo en cama esperando al compadre. Don Lolo siempre me llamaba ante que se levantaran las gallinas, para ir a ordeñar las vacas, pero hoy no vino. Me levante rápido para saber que le había pasado al compadre, era raro de no verlo voceando mi nombre.

Tomé mis botas y calce la correa de cuero en mi cintura con el puñal que me regaló Don Lolo, cuando apadrino a mi segundo hijo.

Yo: Jacinta levántate a colar café, voy a llegar a donde don Lolo que no vino hoy,

Jacinta: ta bien me dijo Jacinta.

Cuando salgo con el aparejo, no encuentro a Petronila la yegua. ¡Coño pero donde estará Petronila esa malva yegua!

Yo: Jacinta, Jacinta

Jacinta: Dime viejo

Yo: No encuentro a Petronila

Jacinta: debe estar en el potrero de mañosa.

Yo: Dile a Tremulio que se levante a buscarla, ya me voy a averiguar que le paso a Lolo.

Salí lo más rápido posible para donde mi compadre, el cielo estaba lleno de nubarrones, ni luna había para alumbrar, todo estaba oscuro, saque mi linterna que alumbraba meno que un cucullo, y seguí el camino que cada noche recorría al juego de domino, en esta madrugada la sombra de los árboles estaba más oscura y el ruido de la caña movida por la brisa me tenía empatado, así que acelere el paso sin mirar hacia atrás.

Por fin después de bajar la loma se veía el rancho de Lolo. El ladrido de los perros me delató y salió con su machete en mano Obdulio, hermano de Lolo,

Yo: Obdulio soy yo Manuel Candelero

Obdulio: Oh compadre, venga pase pa dentro, que está siendo frio, -No Obdulio mira que todavía no ordeño, ando buscando a don Lolo que no fue por allá.

Obdulio: bueno compadre, Lolo madrugó temprano y me pidió unos chele empretao y se fue pa donde Sabino.

Yo: ta bien compadre déjame llegar a donde sabino a ver si veo allí a Lolo.

Así seguí mis pasos en busca de mi compadre, aunque Petronila me tenía preocupado ella nunca ha roto la soga y es mansa, pero animal es animal decía mi difunto padre. Después de cruzar un carril llegue al racho de Sabino. Compadre, pero nadie me contesto después de vocear una y otra vez, Me acerque a la puerta para tocar, de repente la puerta comenzó abrirse como si la estuvieran halando de adentro. Sabino,

llame nuevamente, nada de responderme, cuando entro veo que en el fogón de tierra había leña humeando y una jarra con café, ¿Dónde estará el compadre? supuse que no estaba muy lejos, de repente escuche un berrinche de un animal, Petronila, pensé, solo esa yegua estaría tan lejos, salí como chivo que le huye al agua a ver dónde estaba Petronila, pero todo estaba tan oscuro que no veía la yegua que era tan negra como la noche, así que comencé a llamarla, Petronila, Petronila, de repente un relámpago salió de la nada y alumbro por unos segundos el lugar donde estaba el animal, eso basto para ver que la yegua no estaba sola, había un hombre con ella, me llegaron de repente las palabras de mi compadre Lolo del día anterior cuando nos tomábamos unos tragos, debajo de la mata de mango;

Lolo: compadre los cuatreros andan robando en estos días.

Ese pensamiento basto para para llevarme la mano a la cintura y desempuñar el puñal que llevaba y me dije ¿quién se atrevió a robarme? ¿O acaso ese no sabe quién es Manuel candelero? “El burro sabe a quién tumba y el diablo a quien se lleva”, este si esta jodio, porque lo voy a degollar como el puerco de apolinar.

Cuando me iba acercando comenzó a llover, el cuatrero se dio cuenta que lo estaba observando, así que se alejó para una cañaveral con Petronila, le seguí los pasos de una forma cautelosa para en cualquier descuido degollarlo sin piedad.

La yegua forcejaba, pero ese ladro de bestia la tenía bien agarra, en medio del cañaveral había una mata de aguacate donde el cuatrero se montaría en el animal para llevársela.

Tome una piedra y se la lance, él inmediatamente tomó de la mata un aguacate, y me lo lanzo, me zumbo en el oído como un panal de avispa, la lluvia no me dejaba ver bien, tenía los ojos inundado de agua y el ruido de la caña no me dejaba escuchar casi nada, así que decidí enfrentarlo ante que se montara en la yegua y se escape, para que entonces no quede yo enlodado en este campo de caña y sin mi yegua.

Tome el puñal en la mano izquierda y me le acerqué lo suficiente y con toda mi fuerza le clave el puñal en la barriga !pa que siga robando!, esas fueron las ultimas palabra que escucho ese cuatrero.

Como estaba muy oscuro ni me tome la molestia de mirar a ese ladro, lo deje tirado para que las aves de rapiña y los puercos cimarrones se lo coman. Busque a siega la soga con la que estaba atada Petronila y ale de ella rumbo a mi casa, mojado pero con mi yegua.

Salí del cañaveral y tome el camino más corto hacia la casa, el animal se mantenía en total silencio, con algunos forcejeos como si quisiera tomar otro camino.

Después de un largo recorrido, a la distancia se veía mi casa, suspire un poco tembloroso, estaba muy empapado de agua, ya los gallos empezaban a quebrar el silencio de la mañana, estaba saliendo el sol.

Jacinta como siempre salió a recibir a su marío, siempre en la puerta para ver que le traigo.

Yo: Jacinta mira encontré a Petronila…

Jacinta con su pipa humeando como un fogón, no me dejo terminar lo que iba a contarle cuando me dijo.

Jacinta: pero viejo y loco que te está volviendo, Tremulio buscó a Petronila, te dije que estaba en el postrero de mañosa, y tú no avisto que eso animal que tienes ahí, no es una yegua, ¡lo que trae es un caballo! ese animal no es tuyo y pal colmo es marrón, no tenemos caballos marrones.

Cuando mire hacia atrás, lo que no hice todo el camino, se me paró el corazón al ver el caballo.

Jacinta: Manuel que sucede te quedaste como si viste un muerto.

Yo: Bueno Jacinta tengo que hablar contigo.

Después de tomar una jarra de café le dije todo lo sucedido a Jacinta, quien de inmediatamente con la mano en la cabeza me dijo que soltara el caballo, que no dijera nada a nadie y que dejara las cosas así como están, “que al asno callado por sabio es contado”.

Si de algo estoy seguro es que Jacinta es de poca palabra, pero cuando habla, habla por todo un mes.

Así que lleve el animal lo más lejos posible y lo arrié, salió huyendo como sombra del diablo.

Cuando llego la noche no pude dormir, pensando, no por el caballo, sino más bien a quién le había enterrado el puñal, eso me tenía perturbado, pero estaba seguro que le hice un favor a todos de matar a un cuatrero, de eso si estoy seguro.

Extrañaba a Don Lolo, si él estuviera aquí me habría dado muy buenos consejos, porque lo que Lolo tiene de feo lo tiene de sabio. Al amanecer recibí la visita del padre de la comunidad.

Padre: Hola señor Manuel,

Yo: hola padre, que le trae por estos lados.

Padre: Don Manuel solo estoy de paso y a la vez tomo la oportunidad de invitarlo a usted y a Jacinta a la misa de mañana domingo, tienen mucho que no lo veo por allá.

Yo: Está bien padre iré mañana a la misa, no se desmonta del burro para que se tome un cafecito.

Padre: Muchas gracias Manuel, pero tengo que bajar con algunos diáconos a preparar el templo para mañana.

Está bien padre valla con Dios y la virgen.

Jacinta: Manuel

Yo: si Jacinta

Jacinta: y que quería el padre.

Yo: Nos vino a invitar a misa para mañana.

Jacinta: Mira ver Manuel, que no se te ocurra confesártele al padre.

Yo: No, Jacinta, el que se ha quemao con leche, dende que ve una vaca, a sopla.

Bueno llego el domingo, segundo día de que atravesé al cuatrero, y me dije; ya ese cadáver debe estar lleno de gusano, con otro día más desaparece.

Yo: Jacinta date prisa que nos coge el tarde para la misa.

Jacinta: Ya voy Manuel, es que esta ropa blanca es incomoda de poner.

Yo: Jacinta despégate la pipa, el humo va a ensuciar la ropa.

Yo: si viejo ya déjame de estar parloteando y camina.

Después de partir hacia la iglesia pasamos cerca del campo de caña, donde sucedió la matanza, de camino en su mañoso burro apareció Tatico, el hombre más hablador del sitio.

Tatico: saludo Don Manuel y doña Jacinta para donde vais tan aprisa.

Yo: Para la misa Tatico, a ver si la virgen nos ayuda con la siembra de esta temporada.

Tatico: que vallan bien don Manuel.

Yo: a dio don Tatico.

Al llegar a la iglesia el único banco vacío era el de adelante, nadie le gustaba sentarse en primera fila. El padre comenzó la ceremonia, todo iban muy bien hasta que comenzó su sermón.

Padre: Queridos hermano, es muy bueno vivir en paz y en perfecta caridad.

Así comenzó el padre su sermón, me quede dormido, me desperté con la última parte de su sermón cuando dijo: “a cada lechón le llega su san Antón”. Me levante del banco y salí corriendo para el cañaveral, donde deje el difunto cuatrero.

Cuando llegué del campo de caña salía Tatico, me escondí detrás de un matorral, porque el último que yo quisiera que me viera ahí seria ese hablador, cuando vi que su sombra se perdió en el camino, entre a ver el muerto, ahí estaba tirado ya casi hecho huesos, estaba irreconocible y hedía mucho, tape mi nariz y trate de buscar alguna información a ver de quien se trataba. Pude sacar una funda donde guardaba algunas papeletas de 50 pesos, una pipa y su identificación, no tenía foto y como no se leer no supe quién era, eché todo en otra funda y volví a la iglesia por Jacinta.

Jacinta: Donde andaba viejo

Me dijo mientras me sentaba,

Yo: estaba mal de la barriga.

Jacinta: viejo pero trajiste el bajo paca para la iglesia, te dije que no tomara esa leche tan caliente,

Yo: también Jacinta ya me siento mejor. ¿Y qué dijo el padre?

Jacinta: bueno que el próximo domingo hay que traer algunos frutos, para la ofrenda de este año.

Yo: Caramba Jacinta pero el padre que se faje a sembrar.

Jacinta: Manuel no me haga pasar vergüenza, ni quesea un racimos de rulo le traemos al padre.

Yo: bueno Jacinta vámonos ya la misa terminó.

Jacinta: si Manuel, vámonos para el rancho.

Mientras caminaba me volaba por la cabeza decirle todo a Jacinta, pero mejor era guardar el secreto para que no se enojara, “porque palabra de mujer, es como renguera de perro”, así que mejor espero que regrese Don Lolo de su viaje, yo sé que mi compadre me dirá que hacer.

En la mañana siguiente mientras dormía escuche que gritaban mi nombre desde afuera, sentí un alivio y dije: llegó mi compadre Don Lolo; Salí lo más rápido posible.

Policía: Hola don Manuel

Me dice la persona que está afuera, al acercarme me di cuenta que no era Don Lolo

Policía: yo soy el comandante del sitio y ellos dos son guardias, llegamos aquí por algunos rumores sobre un cadáver que apareció en el campo de caña, que no está muy distante de aquí.

Yo: comandante y que papel juego yo en esto.

Policía: no Don Manuel solo estamos por aquí, porque ayer fue encontrado el cadáver y nos dijo Tatico que lo vio a usted entrar a ese cañaveral.

Yo: caramba pero el mentiroso te sale por todas las esquina.

Me puse un poco nervioso, sé que el comandante entenderá si le explicaba todo pensé.

Yo: comandante siente ahí vamos a echar un hablao

Después de haber terminado de contarle todo me dijo:

Policía: ¡bueno Don Manuel!

Yo: Mire los documentos ahí como no soy un hombre de letras ni Jacinta tampoco, me gustaría que usted lo lea para saber a quién mate en defensa propia mi comandante.

Policía: como no Don Manuel, pero este asunto hay que investigarlo bien, déjeme leerle el asunto, Aquí dice que este documento eran del señor: Lolo Adolfo Ceferino.

Yo: No me diga comandante que ese era mi compadre Don Lolo, eso es imposible, como es que Lolo era el cuatrero.

Policía: ¡Don Manuel usted está preso! hasta que investiguemos bien el asunto de como sucedió todo, porque el día anterior ante de la muerte de Don Lolo, me dijeron que él fue a comprar un caballo marrón, para celebrar el cumple año de su compadre, esa es la información que tenemos, así que Don Manuel camine con nosotros.

Yo: Jacinta, Jacinta estoy preso, maté a mi compadre Lolo.

Jacinta: Viejo te lo dije, “asno callado por sabio es contado” ahora resuelve tu asunto.

Me esposaron y me llevaron al destacamento, todo el camino pensaba que pasaría conmigo, por matar al compadre, ahora si no salgo de esta, todo por esa malvada yegua, eso sí, que cuando salga sino se ha muerto la mato y si está muerta la mato de nuevo.

Después de hacerme el juicio me cantaron y no fue atabales, sino más bien 10 años. Ahora estoy preso esperando que se cumpla mi condena para matar esa yegua.

En la cárcel me visitó el hermano de lolo y me dijo que no era mi culpa, que él me perdonaba. Después llego el padre a aconsejarme que me confesara para recibir el perdón. Le dije que ya me había confesado y que no había terminado de resolver mis asuntos mientras esa yegua esté viva.

Como pasa el tiempo después de haber cumplido solo 4 años me dejaron salir por buena conducta y una fianza. Jacinta vendió tres vacas y dos toros para pagar la fianza y me mando la yegua para que bajara al rancho.

Todo el camino estaba pensando como mataría a la yegua, si la guindaría con una soga o le clavaria el puñal con el que mate a mi compadre Lolo. Estaba indeciso de cómo lo iba hacer pero de algo estaba seguro que de ese día no pasaba.

Había caído un aguacero, el ambiente estaba húmedo, un poco de lodo en el suelo, a la distancia se veía la imagen de alguien montado en un burro, ha era el mentiroso de Tatico, quien ni me miro, ni paso ni una palabra, lo mejor que pudo hacer el lengua de culebra.

Subiendo la loma de repente la yegua resbaló y me cayó encima partiéndome la pierna derecha, mi suerte estaba negra, alguna brujería me echaron. A los lejos Jacinta me vio tirado en el suelo, luego junto a mi hijos se lanzaron rápidamente a mi rescate.

Jacinta: ¡Hay mi viejo y como te paso esto!!

Yo: No es nada mujer ya deja de llorar, y llama al curandero.

Al llegar al rancho el curandero se hiso presente, me entablillo la pierna y me indico algunos remedios y medicamentos. Sanará pronto eso dijo y se marchó.

Yo: Jacinta Donde está la yegua esa.

Jacinta: Hay viejo deja esa yegua en paz ella no es culpable de tu desgracia, uno busca su propio camino.

Yo: déjate de pendeja Jacinta desde que me sane de la pierna esa yegua y yo vamos a justar cuenta.

Pasado 7 meses mejore bastante de la pierna ya estaba listo para comenzar a trabajar mis tierras y sacar cuenta con la yegua.

Yo: Jacinta donde está el puñal que guarde en las árganas a noche,

Jacinta: viejo deja ese animal en paz mira que esto te puede salir caro.

Yo: Mira Jacinta, yo Don Manuel Candelero se lo que estoy haciendo y esta yegua se buscó su suerte.

Tomando el puñal salí de la cocina y le eche el lazo a la yegua y me marche camino hacia el postrero, para desquitarme todo lo que me hizo este animal. Observe el mejor lugar para descuartizar esa mañosa bestia ¡Ah! Ahí donde estaba esa mata de mango, que mi difunto compadre y yo sembramos, hace un tiempo.

La mata estaba llena de amarillentos frutos, hasta me dio deseo de comer algunos mangos, después de un largo camino y jalto de mango me recosté un momento, la briza estaba muy rica y sin darme cuenta me quede dormido, al despertarme me había caído la noche en cima, note que estaba embarrado de la mierda de ese animal, ahora si estaba furioso y listo para descuartizar esa yegua, pero cuando mire había partido la soga y se había marchado.

Cuando llegue al rancho le dije todo a Jacinta, quien no paraba de reírse.

Jacinta: Mira viejo vete tírate un poco de agua, deja ese animal y ven a cenar, que cuando el camino se dobla no hay empalizada que lo enderece.

Cuando cene me acosté, en la madrugada me despierta Jacinta

Jacinta: Manuel, Manuel,

Yo: Que pasa vieja,

Jacinta: te despierto porque te estaba muriendo de la carcajada, y me asuste.

Yo: Imagínate Jacinta después de todo lo que pase y terminar embarrado de mierda de esa yegua, no quedaba más que reírse de ese malvado animal.

Jacinta: Hay Manuel yo te lo dije muchas veces “cuando hay abeja se chupa miel, pero si hay avispa se corre para no quedar hinchao”

Así nos dormimos Jacinta y yo muerto de la risa. Al amanecer llevé flores a la tumba de mi compadre lolo ya que era el día de los santos muertos y ese si eran un santo de verdad. Llore arrepentido de su desgracia. Allí me encontré con sus parientes. Sabían cómo éramos mi compadre y yo, todo fue un mal entendido que llevo a lolo a siete pies bajo tierra, que en paz descansa. Después de llorar bastante, le pedí perdón nuevamente a cada familiar del compadre, deje el ramo de flores y una vela prendia y regrese a mi rancho anhelando la compañía de mi amigo, hermano y compadre don lolo.

Fin.

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