Cuando el cielo se nubla, el primer rato una aún mantiene el brillo del astro rey; luego, si las nubes persisten, te empezas a mimetizar con el clima y a veces las nubes son tan espesas que nos olvidamos que el sol va a volver a brillar.

Cuando esto pasa y nos damos cuenta que vivimos entre nubes grises y espesas, hacemos un duelo, lloramos, nos sentimos abrumados. Luego nos resignamos, nos adaptamos y creemos estar completos viviendo entre nubes grises.

Y un día, cuando ya ni lo pensabas, la nube empieza a ser más liviana; el sol vuelve a iluminarte y te ¡sacude!

¿Cómo vivía yo sin verlo y sentirlo? ¿Cómo me adapté a vivir entre nubes tan densas?

¿Por qué el sol vuelve a acariciarme? ¿Por qué ahora?

Entiendo y confío en que todos merecemos volver a creer; volver a confiar en que el sol siempre vuelve a abrigarnos, mas no esperaba que me pasara a mi; no había notado cuánta falta me hacía.

Antes de seguir y acostumbrarme a sentir la calidez, quiero agradecer por reaparecer.

Espero que no me vuelva a faltar por tanto tiempo ese sol que ilumina, calienta y da brillo. Espero que a ti tampoco te falte.

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