¿Quien era él?… estaba parado al lado de mi cama, aunque no creo que estuviera parado porque sus pies no tocaban el piso, yo estaba somnoliento, no distinguía figuras, ni entendía en totalidad lo que estaba pasando, ese día había tomado unos tragos de vino, tan solo unos cuantos… pero como era solo un niño los pequeños sorbos que tomé me hacían desvariar, era víspera de año nuevo, aun lo recuerdo, pero todavía era 31 de diciembre, estábamos a unos pocos minutos de despedir el año viejo y darle pie al año nuevo, yo podía escuchar la algarabía y el jolgorio en la calle afuera de mi casa, pero tenía tanto sueño que no sabía lo que hacía, ni lo que veía, fue ahí cuando lo vi, él era pequeño, mocho corto, sucio y visiblemente malgastado, estaba en la pared al lado de mi cama, yo lo veía y él me miraba fijamente, mi cuerpo se estremecía en la cama, quería gritar pero no podía modular palabra alguna, quería mover mis brazos para cubrirme con la sabana pero estos estaban cual los de una estatua, quería bajarme de la cama y salir corriendo pero mis piernas no respondían, en mi mente ocurría un gran escándalo, mi subconsciente me gritaba que estaba en peligro, mi cerebro le comandaba a mi cuerpo moverse, pero estos perecían haberse desconectado totalmente, yo quería dejar de mirarlo, voltear mi mirada a otro lado o simplemente cerrar mis ojos, pero nada de eso podía hacer, era inútil intentarlo, yo intentaba respirar pero sentía un tonel en mi pecho, lagrimas brotaban de mis ojos, nunca había visto algo así, era un niño, pero este niño no venía a jugar conmigo ni tampoco creo que viniera a desearme un feliz año de ningún modo. el niño era negro, pero no un negro normal, era tan intensamente obscuro que era brillante, su piel era como abrir los ojos en la oscuridad, sus ojos blancos como estrellas, no tenía cabello, no tenía camisa solo un mocho amarrado a su cintura con un cordón, él me miraba fijamente, tan intensamente que traspasaba mi alma, su rostro era inexpresivo, yo esperaba lo peor, en mi mente gritaba los nombres de mi madre, mi padre, mis amigos… cualquiera que por favor pudiera liberarme de este tormento.

la puerta de la entrada de mi casa se habría lentamente, podía inducirlo por el sonido chillón que solía hacer cuando se abría, rezaba y suplicaba que fuera alguien que viniera a mi rescate, era mi amigo, nunca había estado mas feliz de verlo, él también había tomado algunos tragos de vino, sin efecto alguno en él debo agregar, él entró a la sala de mi casa, caminó hasta el centro y se paró ahí y me llamaba, lo veía a través de la cortina de mi cuarto, la luz de mi habitación estaba apagada, la de la sala no, por eso era tan fácil para mi verlo y tan distante mi agonizante presencia para él, yo le gritaba en mi mente y mi impotencia se incrementaba porque quería salir de ese cuarto, quería gritar y por mas que lo intentaba no podía, él seguía ahí parado en la sala, me llamaba pero por alguna razón no entraba a mi cuarto, observaba la entrada de la habitación, pero no se atrevía a seguir adelante, era como si algo se lo impidiera, el niño al lado de mi cama no apartaba su vista de mi, el niño al lado de mi cama no retrocedía, el niño flotando al lado de mi cama no movía sus labios pero yo podía escuchar su voz tan fuerte y clara en mi mente como el sonido de una bala, «si te mueves, te mato» fue lo que escuché en mi mente… mi respiración parecía detenerse, mi cuerpo solo se movía al ritmo del temblor provocado por mi temor, nunca había sentido tanto terror, nunca había estado tan al limite en mi vida. Al no recibir respuesta por parte mía mi amigo simplemente se rinde y abandona la sala de mi casa dejándome nuevamente solo con eso, eso seguía ahí, eso no pensaba irse pronto pero, ¿qué quería eso?… me hacía esa pregunta en mi mente, en esa misma mente en donde empezaban a pasar todas esas oraciones que alguna vez te dijeron eran precisas para alejar todo aquello que nos atormenta, le suplicaba a todos los santos, llamaba con mi mente a todas las personas que en ese momento conocía, alguien que por favor viniera a mi rescate. él veía mi cama, observaba mi habitación como si ya hubiese estado allí antes, el espacio se tornó oscuro, frío, recuerdo esa sensación de ahogo como si me hubiera pasado ayer, pero no recuerdo ni como ni en que momento mi tormento acabó, desperté al día siguiente recibiendo el año nuevo sin saber que pasó la noche anterior en mi habitación…

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